¿Era Cuba una nación soberana antes de 1959? (2)

Ramón Grau San Martín y Fulgencio Batista
Ramón Grau San Martín y Fulgencio Batista
José Gabriel Barrenechea

04 de enero 2015 - 14:00

La Habana/Nos referiremos en esta segunda entrega al cuartelazo del 10 de marzo. Si como Fidel Castro sostiene el mismo fue impulsado desde EE UU, pues entonces no habría más que admitir que aunque habíamos sido independientes en el periodo 1933-1952, ya no lo fuimos entre este último año y 1959. Y, sobre todo, que con los norteamericanos el único modo de mantenerse independiente era a la manera castrista. Que solo mediante la movilización total de la nación, y su puesta incondicional a las órdenes de algún "ser superior" (léase un Castro), era y es posible mantener la soberanía nacional.

No voy a incluir aquí las abundantes razones que se dan en Batista, El Golpe para demostrar no ya la no implicación norteamericana en los sucesos de la madrugada del 10 de marzo, sino incluso su abierto desagrado ante el mismo. Ya antes las hemos discutido en una reseña de este libro para este mismo diario. Prefiero aquí referirme a otros argumentos, no usualmente presentados en el debate intelectual.

Incluso allá por los ochenta un castrista tan acérrimo como Mario Mencía, en el El Grito del Moncada, tomo I, al no encontrar el modo de sustentar la versión de una supuesta inspiración y dirección norteamericanas del cuartelazo, solo había podido echar mano de una "aprobación por omisión" de la embajada, por no haber avisado a Prío. Sin tomar en cuenta, no obstante, que según su mismo relato, no solo los miembros de la misión militar norteamericana sabían de lo que se cocinaba entre Columbia y Kuquine, sino todo La Habana y hasta el país. Y que si nadie tomaba en serio el guiso se debía a que todos compartían la misma ciega confianza en la fortaleza de nuestra democracia. No en balde Raúl Roa, ante la advertencia del recién defenestrado Rómulo Gallegos de lo que se tramaba, solo atinó a responder, lleno de confianza, que algo así ya no tenía cabida en la Cuba de 1952.

Se puede sostener la no inspiración o apoyo norteamericano al cuartelazo basándonos también en el más elemental sentido común político. Aun en medio de la Guerra Fría, y mediante operaciones encubiertas, el elemento rampante y tempestuoso de ese país, como lo llamaba Martí, solo ha podido arrastrar al de humanidad y justicia a intervenir allí donde era claro, o en todo caso altamente probable, la toma del poder de los comunistas. Esta situación no se daba ni de lejos en la Cuba de finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta.

El partido comunista estaba a punto de ser ilegalizado gracias a un artículo de la Constitución por el que ellos mismos habían votado favorablemente en la Asamblea Constituyente de 1940

El partido comunista (PSP) había visto cómo las masas le retiraban su ya escaso apoyo histórico durante el periodo auténtico-republicano. Si para las elecciones de 1948 había obtenido 142.972 votos, aproximadamente un 6% del padrón electoral, en las reorganizaciones de partidos de noviembre de 1949 y 1951 obtuvo respectivamente 126.524 y 59.000. Esta última cifra lo situaba a solo unos pocos miles de seguidores del 2% que exigía la Constitución para legalizar a un partido político. O lo que es lo mismo, que el partido comunista estaba a punto de ser ilegalizado gracias a un artículo de la Constitución por el que ellos mismos habían votado favorablemente en la Asamblea Constituyente de 1940.

Por último, pretender que los norteamericanos promovieron el golpe para detener la segura victoria del partido ortodoxo resulta ridículo. Preguntémonos: ¿le temerían los yanquis al personalista partido de Chibás, el partido que estaba por completo en manos del más implacable y popular enemigo del comunismo en Cuba? Por demás, el único de los políticos cubanos de primera fila que se había opuesto a la ayuda a la Guatemala de Arévalo. Con lo que a las claras mostraba el "Adalid" su pro-norteamericanismo.

Lo cierto es que los norteamericanos no tuvieron nada que ver en el suceso que trastocó nuestra vida nacional hace casi 63 años. Y que por tanto nuestra democracia cayó entonces no por haber sido demasiado independiente de EE UU, como lo era, en base a las formas demasiado plurales connaturales a este sistema político. Fueron fuerzas y contingencias internas las que dieron al traste con el único periodo de nuestra historia en que la Nación cubana ha sido soberana. Porque, aunque admitamos que Cuba ha sido independiente tras 1952, y sobre todo a partir de 1959, salta a la vista que la soberanía no ha estado nunca tras esas fechas en las manos de toda la nación, sino en las de una reducidísima élite gobernante, la cual ha justificado ese escamoteo de la soberanía en base a la más completa banalización de nuestra historia y la del mundo.

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