Díaz-Canel alaba el monopolio del Estado sobre la prensa y la verdad

El Partido Comunista tiene el monopolio de la verdad y quien lo discuta es un enemigo de la patria a sueldo del imperio

Miguel Díaz-Canel mostró con pasmosa simplicidad el alcance de su pensamiento político al clausurar el X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba. (ANC)
Miguel Díaz-Canel mostró con pasmosa simplicidad el alcance de su pensamiento político al clausurar el X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba. (ANC)
Reinaldo Escobar

16 de julio 2018 - 09:57

La Habana/En su primer discurso de corte ideológico, el presidente Miguel Díaz-Canel mostró con pasmosa simplicidad el alcance de su pensamiento político al clausurar el X Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, una cita en que profesionales de la prensa oficial enarbolaron el lema de que "la verdad necesita de nosotros".

En la maniquea visión del mundo que ha detallado este sábado el gobernante, a un lado está "la lógica del capital, egoísta y excluyente", mientras que del otro se erige la "lógica socialista y martiana, fidelista, solidaria y generosa". Para él no hay medias tintas.

El Partido Comunista tiene el monopolio de la verdad y quien lo discuta es un enemigo de la patria a sueldo del imperio. Para erigir esos intimidantes argumentos, el recién nombrado mandatario se parapeta en la definición de plaza sitiada y alude al testamento recibido de parte de la generación histórica.

Quienes llevan meses hurgando en las fuentes y partes integrantes del pensamiento de Díaz-Canel deben haber sufrido una gran frustración este sábado al escuchar tantas simplezas. Sobre todo, aquellos que creían haber encontrado una pepita de oro en la cita poética del cantautor Silvio Rodríguez que hizo en su discurso de toma de posesión.

Para el presidente, los periodistas independientes "no son parte de la UPEC ni de la sociedad cubana"

Ese 19 de abril, el recién nombrado mandatario dijo que "no hacen falta alas para alzar el vuelo" y algunos esperanzados se prepararon para verlo emprender una osada remontada. En lugar de eso, ante los 267 periodistas reunidos en el congreso optó por recomendar la lectura completa del texto Los nuevos revolucionarios, firmado por el troll oficialista Manuel Henríquez Lagarde.

Claro que no hacen falta alas para la poca altura de semejante vuelo.

Excluyente y partidista, el presidente consideró oportuno no invitar a los periodistas independientes a las discusiones sobre la nueva política comunicacional "porque no son parte de la UPEC ni de la sociedad cubana, que se ganó con sacrificio y esfuerzos el derecho exclusivo a discutir cómo diseñar el futuro". Aunque no lo dijo, quedó claro que tampoco tendrían derecho a tener un congreso aparte.

La Política de Comunicación Social que ha tomado forma en este cónclave reconoce solo dos tipos de propiedad para los medios de comunicación masiva en el país: la estatal y la social. El documento, que no ha sido publicado íntegramente, define el acceso a la información, la comunicación y el conocimiento como un bien público; establece obligaciones al resto de las instituciones y amplifica las atribuciones de los directivos de medios de comunicación.

Lo que no se ha amplificado con suficiente énfasis es lo que advirtió Marino Murillo en una de las sesiones del congreso cuando adelantó que "esta política, que representa un punto de partida para empezar a trabajar", implica la creación de tres proyectos de leyes, y un monitoreo posterior del cumplimiento de esta política a través de objetivos, metas e indicadores.

Díaz-Canel reconoció que entre las tareas pendientes se encuentra que "el país que nuestros medios muestran [se parezca más al] país que somos". Para eso tendría que cumplirse a cabalidad otro de los fundamentos anunciados de la nueva política que se refiere al "respeto a la diversidad que somos".

Díaz-Canel reconoció que entre las tareas pendientes se encuentra que "el país que nuestros medios muestran se [parezca más al] país que somos"

Las esferas gobernantes sostienen un estrecho significado de "diversidad" en el que incluyen raza, sexo, edad, origen de provincia, religión y perfil ocupacional y que han incrementado tímidamente con las preferencias sexuales. La ley puede penalizar a quien discrimine a una joven guantanamera, lesbiana, negra, católica y cuentapropista, pero si muestra sus inclinaciones socialdemócratas o liberales entonces ella sería la castigada.

Tampoco podría pertenecer a las Damas de Blanco, promocionar el proyecto Cuba Decide, ser parte de la Unpacu, del Movimiento Cristiano Liberación, de la Muad o del Fantu; ser una activista defensora de los derechos humanos, abrir una biblioteca no autorizada o ejercer el periodismo independiente. ¡De eso nada!

Para que el país que aparezca en la prensa se asemeje en toda su diversidad al país real, lo diverso debe alcanzar también los medios de comunicación social. La nación seguirá siendo un rompecabezas al que le faltan piezas si no se reconoce la existencia de la oposición política y de la sociedad civil independiente, si no se termina de aceptar de una vez por todas que cubanos son todos, vivan donde vivan y piensen como piensen.

La verdad necesita de muchos actores, de versiones diferentes; requiere de debate y confrontación de ideas y sobre todo de libertad. Si bien es cierto, que como dijo el crucificado, "la verdad os hará libres", también resulta indiscutible que la libertad nos hará verídicos.

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