El Fascismo del Siglo XXI

El problema del mundo hoy no va de izquierdas ni derechas, es el autoritarismo, de cualquier color

Todos los caudillos autoritarios necesitan calzar sus ambiciones personales con cierta dosis de ideología. (14ymedio)
Todos los caudillos autoritarios necesitan calzar sus ambiciones personales con cierta dosis de ideología. (14ymedio)
Yunior García Aguilera

12 de mayo 2022 - 11:28

Madrid/Intentaré evitar caer en la ley de Godwin, según la cual, toda discusión en internet que se alargue aumenta la posibilidad de que alguien llame fascista al otro, o lo compare con Hitler y los nazis. Sin embargo, en el contexto cubano suele ocurrir una variación de esta ley. Si examinamos los debates en las redes sociales, encontraremos que, en casi la totalidad de los casos, alguien insultará a otro llamándolo "comunista", sin haber leído jamás una sola página de El Capital.

Aunque parezca obvio, es necesario aclarar que, más allá de las teorías marxistas y las retóricas de quienes han afirmado seguir sus doctrinas, el comunismo en realidad nunca ha existido. Marx estaba más cerca de Nostradamus que de Hegel. Sus obras podrían haber calificado como lirismo místico y no como ciencia, pero siempre hay alguien dispuesto a tomarse demasiado en serio la ficción. Los marxistas que le sobrevivieron no mostrarían tanta paciencia para que la Historia siguiera su curso espontáneo. Si el odiado capitalismo no moría de muerte natural, había que asesinarlo.

Aunque parezca obvio, es necesario aclarar que, más allá de las teorías marxistas y las retóricas de quienes han afirmado seguir sus doctrinas, el comunismo en realidad nunca ha existido

Lenin modificó todo lo que pudo sus lecturas del filósofo alemán para hacerlas encajar con su contexto. Y luego Stalin se encargaría de hacer realidad todas las pesadillas que el viejo Marx se había negado a exponer en voz alta. Si el experimento soviético no colapsó en aquel mismo instante, fue porque apareció en escena otro monstruo que acapararía el repudio universal: Adolf Hitler.

Fidel Castro entró triunfante a La Habana en enero de 1959. Se las arregló para que una paloma blanca se le posara en el hombro, juró que no era comunista a cuanto periodista le hiciera la incómoda pregunta, repitió hasta el cansancio que su revolución era verde como las palmas, pero acabó lanzándose de cabeza en la piscina roja. ¿Era realmente comunista el hijo de Ángel Castro? Si uno examina las frases del barbudo, salen a la luz de forma inmediata sus lecturas fascistas.

Desde el mismísimo alegato del Moncada, donde finaliza con su célebre "condenadme, no importa, la historia me absolverá", se notan las similitudes con el Mein Kampf de Hitler. Más tarde, cuando la censura oficial quedó normada en sus Palabras a los Intelectuales, aparecería detrás la voz de Mussolini. "Con la Revolución todo, contra la Revolución nada" no es más que un eco del discurso del Duce: "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado". Fidel Castro usaba contra sus opositores el mismo término despectivo usado por Hitler contra los judíos: gusanos. Y la frase "El trabajo os hará hombres" que se leía a la entrada de los campos de trabajos forzados donde encerraban en Cuba a homosexuales y creyentes, nos recuerda la fatídica frase sobre Auschwitz: Arbeit macht frei.

El gran campeón del capitalismo es hoy China, un país gobernado por un partido comunista

Todos los caudillos autoritarios necesitan calzar sus ambiciones personales con cierta dosis de ideología. Y el fascismo es la que mejor se ajusta a sus aspiraciones tiránicas, pero está demasiado desacreditado. Suena más agradable a los oídos cándidos la retórica de la solidaridad y la justicia social. Pero lo cierto es que Cuba está más cerca del Corporativismo Estatal que de la Dictadura del Proletariado. Los pobres obreros en Cuba ni pintan ni dan color. Y los dirigentes del Buró Político están más cerca del prototipo conservador que de los progres contemporáneos. Para colmo de ridículos, las infames Brigadas de Respuesta Rápida ahora intentan ser sustituidas por los Pañuelos Rojos, un calco mucho más descarado de los Camisas Negras o los Camisas Pardas.

La izquierda internacional se ha ido quedando sin causas, después de gastar su arsenal ideológico contra la globalización. El mundo está patas arriba. El gran campeón del capitalismo es hoy China, un país gobernado por un partido comunista. El gigante asiático es también el país que más contamina el medio ambiente, sin escatimar esfuerzos en explotar y reprimir a su numerosa población, mientras la plusvalía les llena las arcas. El pregonado Socialismo del Siglo XXI, propuesto por Chávez, acabó sumiendo a Venezuela en la más penosa miseria de su historia. El orteguismo nicaragüense ya no puede ser más despótico, encerrando a todos sus contrincantes políticos y asumiendo el fraude como norma. La Rusia de Putin muestra con descaro su rostro imperialista, lanzando a sus tropas sobre Ucrania y amenazando al planeta con el holocausto nuclear, mientras sus lacayos le aplauden.

El problema del mundo hoy no va de izquierdas ni derechas, maduremos. El problema es el autoritarismo, de cualquier color. Ese es el Fascismo del Siglo XXI.

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