I
allá, la hermosa bahía;
siempre dispuesta a matar,
se sostiene con violencia
—contra el pueblo y su paciencia,
contra el éxodo masivo,
contra el dolor colectivo—,
con terror e indiferencia.
II
Aquí está el hotel lujoso
—¡la flor del estercolero!—
que va a sentirse dichoso
al no sufrir el acoso
ni la humillación sin par
de tenerle que explicar
a un nefasto policía
la brutal hipocresía
de la junta militar.
III
Aquí vemos una escuela
que años atrás fue cuartel,
—con la porra y con la espuela,
con la mentira y la muela
del futuro luminoso—,
pasó a ser sitio de acoso
de todo el estudiantado
mediante el terror de Estado
de este régimen tramposo.
IV
siempre dispuesto a apoyar
a la junta militar
del gobierno comunista
y su cuerpo represor
que recurren al terror
cual modo de persuasión—,
de lejos luce mejor.
V
Aquí vemos la basura;
allá, los baches inmensos
y policías propensos
al terror y la censura,
que devino vertedero:
todo huele a cenicero,
a desidia, a represión,
porque esta Revolución
es un gran estercolero.
VI
Aquí vemos el efecto
y alumbrarnos con la luna
por un futuro perfecto
para ese grupo selecto
de la junta militar.
VII
Aquí vemos el estrago
que causó la infraestructura
con la que esta dictadura
en triste momento aciago
—más que un mago, ¡un nigromante!—
impuso al pueblo anhelante
de bienestar y justicia
que hoy malvive en la estulticia.
¡Larga muerte al Comandante!
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