Jaque oficial al ajedrez cubano

En los últimos tres años han sido sancionados o "separados" de la Selección Nacional algunos de los jugadores más destacados del país

Uno de los que compartió su opinión sobre la publicación del telecentro fue el propio Bruzón que consideró que el texto es tan mediocre que "cuesta creer que vengan de parte de un medio oficial”. (14ymedio)
Los ajedrecistas Bruzón, Domínguez y Quesada, a los que el oficialismo llamó "esclavos" por jugar actualmente bajo la bandera de otros países. (14ymedio)
Rafael Alcides Pérez Coyula

16 de julio 2020 - 00:08

La Habana/Hubo un tiempo en que rebasar los 2.600 puntos Elo significaba pertenecer al top 100 mundial. Después de Capablanca, el único cubano en llegar a esa cifra fue Jesús Nogueiras, entre mediados de los 80 y principios de los 90. Luego, hace 18 años, se les unieron Leinier Domínguez y Lázaro Bruzón.

Desde la irrupción de ambos en la escena ajedrecística internacional, Cuba ha contado con al menos un representante dentro de los 100 mejores del mundo y, por primera vez bajo el sistema Elo, en el top 10. Hasta seis jugadores superaron la barrera de los 2.600, y se repitieron las apariciones en los torneos internacionales más prestigiosos, de donde se obtuvieron dos títulos Panamericanos individuales, dos clasificaciones a los Mundiales por Equipo y excelentes resultados colectivos en las Olimpiadas de Ajedrez, incluyendo medallas individuales para mujeres y hombres. Lisandra Ordaz, por ejemplo, se tituló Maestro Internacional de ambos sexos.

¿Cómo se explica entonces que actualmente ningún cubano acumule 2.600 de Elo, máxime cuando el número de jugadores que la ostentan a nivel mundial ya casi alcanza los 300? Es verdad que tres antillanos permanecen sobre la marca, pero ninguno compite ya por la Federación Cubana. El granmense Neuris Delgado, que aparece en el puesto 161 de la lista de la FIDE con 2.621 puntos Elo, juega por Paraguay desde 2013. El año pasado Leinier Domínguez (actualmente número 14 del ranking mundial con 2.758 de Elo) oficializó su pase al equipo de EE UU. Ahora, Lázaro Bruzón (2.644, lugar 111 del mundo) hizo lo mismo. El tunero reside en ese país desde hace dos años, donde forma parte del equipo de ajedrez de la Universidad de Webster en Saint Louis, meca hoy del ajedrez mundial. A pesar de que pretendía continuar jugando bajo la bandera cubana, el muy desatinado manejo del asunto por parte de la Federación Cubana de Ajedrez (FCA) con su atleta más destacado llevó las relaciones a un punto insalvable, que culminó con el cambio de federación, efectivo desde este 1 de julio.

La ausencia de cubanos en el club de los 2.600 es solo la punta del iceberg del retroceso del movimiento ajedrecístico en la Isla

La política de la FCA hacia sus representados acumula otras víctimas. En los últimos tres años han sido sancionados o "separados" de la Selección Nacional algunos de los jugadores más destacados del país, como los Grandes Maestros (GM) Yuniesky Quesada y Yusnel Bacallao. El primero, por aceptar trabajo como entrenador en EE UU –después de solicitar permiso y negársele–, y el segundo, por protestar el atraso de dos años en el pago del premio alcanzado en un Torneo Capablanca.

El caso más reciente es el del GM Roberto García, subcampeón nacional en 2019. La FCA se ampara en una resolución de 2009 que le permite ignorar los reclamos del atleta, al no ser obligatorio el pago de este complemento que se entrega mensualmente a todos los GM de Cuba. Amparados en "reiteradas indisciplinas" del atleta y su queja en redes sociales, más algunas escaramuzas burocráticas, la Federación deja abiertamente desatendidos los argumentos del afectado. Además, se inmiscuye en asuntos de visado del pasaporte ordinario de García y reafirma que no se tolerarán manifestaciones en contra del actuar de la Federación. Todo ello lo firma en una carta Carlos Rivero en calidad de presidente de la entidad oficial, quien además es el Comisionado Nacional del deporte.

La ausencia de cubanos en el ya no tan selecto club de los 2.600 es solo la punta del iceberg del retroceso del movimiento ajedrecístico en la Isla. Este se empezó a ser evidente tras las actuaciones de los equipos de ambos sexos en la Olimpiada Mundial de Batumi 2018, con Yuniesky ya caído en desgracia y Bruzón comenzando los problemas. Después vinieron las quejas sobre la organización y condiciones ofrecidas a los participantes de los Campeonatos Nacionales de 2019 y 2020, las denuncias por mora en el pago de premios de los torneos Capablanca a nacionales cuando los extranjeros cobran inmediatamente, las reiteradas manifestaciones de descontento por parte de los principales exponentes sobre temas como acceso a internet de calidad –indispensable para cualquier profesional del ajedrez hoy en día–, el reclamo de un mayor apoyo para participar en torneos de nivel en Europa, sin el cual no se puede topar contra los mejores del mundo.

En niveles más modestos, se multiplican los males: bochorno organizativo en nacionales escolares, acusaciones de validar "torneos fantasma" y hasta represalias arbitrarias ante cualquier indicio de crítica

El factor común en todos los reclamos parece tener origen en la gestión de Rivero, que lleva nueve años como rector único del juego y a quien se le ha reprochado no estar a la altura de la responsabilidad, o peor aún, no defender los intereses genuinos del ajedrez cubano. Ante las críticas, el comisionado/presidente esgrime la cantidad de jugadores que alcanzaron el título de GM durante sus respectivos mandatos, los programas de entrenamiento desde la base o la cantidad de jóvenes que ya están dominando el panorama nacional, ignorando, eso sí, la generación de ajedrecistas que Cuba ha perdido bajo su responsabilidad, sea por emigración o por abandono de la actividad profesional en busca de otras mejor remuneradas.

Mientras tanto, en niveles más modestos, se multiplican los males: bochorno organizativo en nacionales escolares –donde hay escasez de juegos, de tableros y hasta de relojes para los torneos–, acusaciones de validar "torneos fantasma" que resultan en la venta de puntos Elo y títulos internacionales y hasta represalias arbitrarias ante cualquier indicio de crítica.

El hecho de que por primera vez desde 2002 el líder del ranking nacional aparezca por debajo de los 2.600 refleja el gris presente en el ajedrez cubano. Carlos Daniel Albornoz, de solo 19 años, tiene ya 2.573 puntos Elo. Rivero tiene razón en esperar un brillante futuro del GM camagüeyano, pero mientras la Federación siga la línea por la que viene y las universidades norteamericanas continúen fortaleciendo sus programas de becas ajedrecísticas, sería ingenuo pensar que solo en grandeza Albornoz emulará a sus predecesores.

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