La Seguridad del Estado y su Operación Babel

El "divide y vencerás" ha sido la práctica favorita de la Policía política cubana para los opositores al régimen

'La torre de Babel', de Pieter Brueghel el Viejo, exhibida en el museo de historia del arte Kunsthistorisches, en Viena, Austria. (CC)
'La torre de Babel', de Pieter Brueghel el Viejo, exhibida en el museo de historia del arte Kunsthistorisches, en Viena, Austria. (CC)
Yunior García Aguilera

08 de junio 2022 - 15:28

Madrid/Cuenta el relato bíblico que, poco después del diluvio universal, la humanidad hablaba un solo idioma y quiso erigir una torre tan alta que llegara hasta el cielo. Tal soberbia despertó la ira del Dios del Antiguo Testamento, quien utilizó una estrategia sui géneris para frustrar el intento: confundir las lenguas. El Todopoderoso pudo haber destruido con fuego la ciudad de Babel, pero no fue necesario. Le bastó con evitar que los hombres pudiesen entenderse, comunicarse.

El "divide y vencerás" ha sido la práctica favorita de la Seguridad del Estado en Cuba. La represión, la cárcel o el destierro no han conseguido aniquilar a una oposición que se renueva y sobrevive al acoso constante de la dictadura. Pero esa oposición tampoco ha logrado volverse sólida. Los continuos ataques entre unos y otros, las diferencias ideológicas, los caudillismos y el pensamiento sectario la han mantenido fragmentada, enfrentada, babélica.

Tampoco es un fenómeno nuevo entre cubanos. Céspedes, el Padre de la Patria, fue traicionado y abandonado por sus propios compañeros de armas. A Martí le costaría muchísimo ganarse el respeto de los jefes mambises e incluso se retaría a duelo con alguno de ellos. Son bien conocidas sus diferencias con Maceo y quién sabe qué presiones internas lo arrojaron a una muerte temprana e inútil en Dos Ríos.

Recuerdo cada detalle de mis primeros interrogatorios. La Seguridad del Estado me llevó a una de esas casas de paredes forradas con largas cortinas. Yo sabía que había cámaras en todas partes. Cada palabra que dijera podía ser manipulada y usada en mi contra. En el centro, una mesa mostraba las contradicciones de un país donde reina la miseria. Repleta de copas de cristal, allí había todo lo que escaseaba en las tiendas. El instinto te impide tocar alimentos, hasta que van pasando las horas. Entonces comes y te graban haciéndolo. Y si otro día deciden torturarte y tú lo denuncias, sacarán esas imágenes tuyas comiendo mariscos. Y dirán: ¡miren todos, esta es la tortura de la que él habla! Y lamentablemente mucha gente les creerá, porque la táctica de los mariscos nunca falla.

En cada interrogatorio, el oficial insistía en hablarme mal de otros opositores. Su objetivo era enfrentarme con Tania Bruguera y Luis Manuel Otero Alcántara

En cada interrogatorio, el oficial insistía en hablarme mal de otros opositores. Su objetivo era enfrentarme con Tania Bruguera y Luis Manuel Otero Alcántara. Mencionaba videos horribles que yo me negaba a ver y que seguramente ni existían. Pero la descripción de esas imágenes que él narraba se quedaba en mi mente, por más que yo quisiera ignorarlas. Así juegan con tu psiquis. Estoy convencido de que eso mismo hicieron más tarde con algunos de los miembros de Archipiélago. Probablemente les decían horrores sobre mí, activando sus egos, mencionando videos que tampoco existen.

Las redes sociales han constituido para los cubanos un nuevo espacio de lucha, pero también son un arma de doble filo. El ejército de perfiles anónimos creado por el régimen no solo está compuesto por ciberclarias. Hay miles de estos perfiles haciéndose pasar por opositores. La misma plantilla que usan unos declarándose 100% fidelistas es usada por otros confirmándose 100% anticomunistas. El patrón es el mismo y su misión es muy clara: atacar a otros opositores. Cualquiera que navegue por Twitter puede comprobar cuántos caracteres se usan para descalificar a toda persona que tenga algo de liderazgo. Este ejército es mucho más eficaz que las ciberclarias tradicionales. Desde un discurso aparentemente radical, se riegan sospechas, se siembran matrices de opinión, se generan enfrentamientos estériles, se descuartizan reputaciones. Ya la táctica de acusar a los disidentes de ser pagados por la CIA no convence a nadie, por eso acuden a otro recurso: acusarte de ser del G2. Se saben tan deslegitimados que utilizan su propio descrédito para aplastar la imagen de un opositor. Y aunque seas alguien que puso a temblar a toda la dictadura, algunos les creerán y sospecharán de ti.

La oposición no debe ser monolítica. Para construir la democracia resulta vital el debate abierto y libre, la confrontación de ideas, la diversidad de pensamientos. Pero para lograr una oposición sólida que se granjee el respeto y el respaldo de la comunidad internacional, es preciso cultivar la ética y la madurez política. Ningún grupo es dueño absoluto de la verdad, ningún líder está exento de errores, ninguna estrategia es infalible. Cuando aprendamos a comunicarnos sin imponerle nuestra voz al resto, estaremos mucho más cerca de derrotar la Operación Babel. Si logramos entendernos, a pesar de nuestras diferencias, podremos alcanzar las nubes y, como dirían los griegos, tomar el cielo por asalto.

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