Estados Unidos-Cuba, crónica de un amor tóxico

Nuestras relaciones comerciales con el archienemigo del castrismo son mejores que con países del área como Nicaragua, Brasil o Colombia

El pasado 20 de marzo Barack Obama comenzó una histórica visita a la Isla que despertó esperanzas y cuestionamientos.(EFE)
Por debajo del mantel, el régimen cubano busca todo el tiempo rozar la pierna de su vecino norteño.(EFE)
Yunior García Aguilera

21 de diciembre 2022 - 20:34

Madrid/Cualquiera pensaría que la Isla y la principal potencia del orbe son enemigos irreconciliables. Pero lo cierto es que, por debajo del mantel, el régimen cubano busca todo el tiempo rozar la pierna de su vecino norteño.

Por estos días ha sorprendido a muchos una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores, en boca de su viceministro, Carlos Fernández de Cossío. El funcionario afirmó que "si se introducen excepciones al bloqueo con el sueño de acabar con la Revolución, no nos vamos a oponer". La frase ha motivado que diferentes analistas señalen la desesperación del régimen cubano, que ahora se muestra dispuesto a permitir incluso que su enemigo flexibilice las sanciones.

Pero, ¡un momento! ¿Será que acaso antes sí se oponían? ¿Será que todos esos proyectos de resolución presentados ante la ONU eran sólo un farol? ¿Será que en realidad la dictadura se niega a renunciar a su carta mágica que tanta solidaridad y victorias diplomáticas le ha generado?

Para desentrañar el discurso cubano del bloqueo quizás sea necesario retroceder un poco en el tiempo. En el año 1964 la periodista norteamericana Lisa Howard le preguntaba al Che Guevara cuánto afectaba el embargo a la economía cubana. La respuesta del entonces titular de Industria no tuvo desperdicio: "Yo no puedo dar una cifra exacta de la incidencia del bloqueo sobre Cuba, incluso porque el bloqueo tiene facetas negativas y facetas positivas".

Sí, usted ha leído bien. El guerrillero convertido en ministro, poniendo su mejor cara de galán, tabaco en mano, destacaba, entre las facetas positivas, "el desarrollo de la conciencia nacional y el espíritu de lucha del pueblo por superar las dificultades", etcétera. Es decir, el manoseado bloqueo sería utilizado por el régimen como un arma política, completamente favorable, tanto hacia adentro como hacia el resto de los países.

Las palabras de Cossío, más que mostrar los resultados de un discreto diálogo con EE UU, lo que demuestran son las agrias discusiones internas que dividen a los burócratas cubanos en dos bandos

Fidel Castro, años después, reaccionaría con clara impotencia cuando Obama hablaba de cambios, en su histórica visita a La Habana. En su reflexión titulada El hermano Obama, el barbudo terminaba diciendo: "Advierto además que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada".

Aunque el envejecido dictador admitiera que corría el riesgo de un infarto al escuchar al presidente de los Estados Unidos, la realidad es que murió de un catarro unos meses más tarde sin que el pueblo lograra producir esos alimentos tan básicos. Y seis años después de convertirse en piedra, la situación es todavía peor.

Pero el colmo de las contradicciones es echarle un vistazo al Anuario Estadístico de Cuba. Resulta que en el año 2021 Estados Unidos figuraba como uno de los diez socios comerciales más importantes de Cuba, con un intercambio que superaba los 370 millones de dólares. En pocas palabras, nuestras relaciones comerciales con el archienemigo del castrismo fueron mejores que con países del área como Nicaragua, Brasil o Colombia. Incluso fueron muy similares, en número, a las relaciones comerciales que Cuba sostuvo con el México de Andrés Manuel López Obrador, amiguísimo del régimen.

Entonces, ¿de qué estamos hablando? Es cierto que el grueso de ese intercambio corresponde a las importaciones. Cuba exporta bastante poco hacia Estados Unidos, aunque no es verdad que el número se acerque a cero. Nuestras exportaciones hacia el país de las barras y las estrellas fueron superiores a los bienes que le vendimos, por ejemplo, a... (lo voy a escribir en inglés) Saint Vincent and the Grenadines.

Las palabras de Cossío, en realidad, más que mostrar los resultados de un discreto diálogo con Estados Unidos, lo que demuestran son las agrias discusiones internas que dividen a los burócratas cubanos en dos bandos: los que no ven otra salida a la tremenda crisis que un acercamiento urgente con el norte y los que se niegan rotundamente a que eso ocurra.

Sabemos que Gil, ministro de Economía, insiste en su fallida perorata de apostarlo todo a la empresa estatal socialista. Sabemos que el designado Díaz-Canel está tan perdido que ha llegado al "sincericidio", admitiendo que todas esas leyes de soberanía alimentaria, pesca o ganado, son un completo chiste. Pero también sabemos que uno de sus ideólogos más cercanos, el talibán Iroel Sánchez, no comparte la visión de Cossío. En uno de sus tuits dijo: "Luchar contra el bloqueo sin combatir el imperialismo es olvidar al Che".

Esta historia de amor-odio, más vieja que el trapiche, ha tomado tintes de telenovela. No se pierda el próximo capítulo.

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