Cuba, ¡tan lejos de Dios!

La política de la Isla jamás ha dependido tanto de los estornudos de Washington como en estas seis décadas

Imagen de la protesta frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión durante las manifestaciones multitudinarias del 11 de julio de 2021. (Facebook/Leonardo Fernández Otaño)
Imagen de la protesta frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión durante las manifestaciones multitudinarias del 11 de julio de 2021. (Facebook/Leonardo Fernández Otaño)
Yunior García Aguilera

29 de noviembre 2023 - 14:41

Madrid/Una frase recurrente en México es aquella que se atribuye al presidente Porfirio Díaz: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos". Aunque la expresión resume de manera brillante la historia de un país, lo cierto es que muchos mexicanos han visto esa proximidad como todo lo contrario. Incluso el mismísimo Andrés Manuel López Obrador modificó la frase ante el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, en 2021. Para López Obrador, esos 3.180 kilómetros de frontera eran una jugosa bendición a la que debían sacarle todo el beneficio posible.

EE UU tiene fronteras terrestres con Canadá, al norte; y con México, al sur. Pero el caso de Cuba es bastante singular. No solo se trata de las celebérrimas 90 millas que nos separan, y que laten en la mente de un buen número de cubanos como una idea fija. También está la frontera terrestre que, de facto, abarca 44 kilómetros de alambradas en la Base Naval de Guantánamo. La frase mexicana bien podría extrapolarse para un país donde la pobreza, la negación de Dios y la beligerancia con el Norte, se han llevado hasta límites absurdos.

En 1961 fueron expulsados de Cuba 136 sacerdotes católicos. En su patético discurso del 13 de marzo de 1963, Fidel Castro arremetió también contra otros grupos religiosos a los que llamaba "instrumentos del imperialismo". Durante décadas, admitir tu credo religioso podía privarte de estudiar una carrera universitaria. Yo mismo resulté "no avalado" al concluir mis estudios secundarios y solo pude aspirar a estudiar albañilería en una escuela de oficios, a pesar de tener un índice académico notable. Mis padres se las ingeniaron para remediar aquel asunto y pude pasar a un politécnico de construcción civil. Allí estudié dos años, sin poder levantar ni una pared, porque de todos modos no había ladrillos ni cemento.

Algunos Testigos de Jehová sufrieron torturas inenarrables. Uno de ellos, tras negarse a saludar la bandera, fue izado como castigo en la propia asta, donde permaneció colgado boca abajo, bajo un sol infernal, durante largas horas

La cultura popular reflejó la negación de fe que algunos debían aparentar. Adalberto Álvarez marcó un hito musical con su éxito ¿Y qué tú quieres que te den?, donde cantaba: "Hay gente que te dice que no creen en na, y van a consultarse por la madrugá..." Pero otros corrieron peor suerte. Hay cientos de testimonios de los que acabaron en las Umap, nuestros campos de concentración. Conocí personalmente a algunos Testigos de Jehová que sufrieron torturas inenarrables. Uno de ellos, tras negarse a saludar la bandera, fue izado como castigo en la propia asta, donde permaneció colgado boca abajo, bajo un sol infernal, durante largas horas.

Si bien el régimen nunca logró alejarnos por completo de la fe, las visitas de tres Papas en los últimos años tampoco han logrado borrar la zanja impuesta por un Estado ateo. El poder aspiraba a que la única palabra sagrada fuera la del máximo líder. Y los cuadros del partido debían ser el único clero.

De la pobreza del cubano ya duele seguir hablando. Se ha hecho habitual recalcular cada semana el valor real del salario, viendo con impotencia cómo se bebe la poción de Alicia en el país de las maravillas. Si el Banco Mundial ha establecido 2,15 dólares diarios como línea de la pobreza, ¿en qué umbral se encuentran los cubanos? Ya sabemos cómo el régimen hace trampas con los números para camuflar nuestra miseria en las estadísticas globales. Con eso logran engañar a dos o tres despistados que siguen mencionando a Cuba como ejemplo de ciertos "logros". Pero el cubano que está allí, mordiendo el fango, sabe perfectamente cuáles son las cifras que lleva en el estómago.

Y nos queda la llevada y traída relación con los Estados Unidos. La política de la Isla jamás ha dependido tanto de los estornudos de Washington como en estas seis décadas. El norte es el Goliat a quien Castro no pudo lanzar la pedrada, porque Nikita Jruschov le quitó la honda. El vecino se ha convertido en el imán de culpas, la excusa perenne, el comodín para que el régimen se victimice ante el mundo y oculte sus propias atrocidades contra sus ciudadanos.

La verdad es que a EE UU no le importamos demasiado. Sus políticas hacia Cuba responden, sobre todo, a los reclamos de una comunidad con peso electoral en el estado de Florida. El verdadero conflicto del régimen cubano no es con el Gobierno de las barras y las estrellas, sino con un exilio cada vez mayor y con más razones para luchar por el derrocamiento de aquella dictadura vergonzosa.

Pobre Cuba, tan lejos de Dios, de los Estados Unidos, y de sí misma.

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