Y después del 11J, ¿qué viene?

La conciencia cívica ya existe en Cuba como para realizar algo semejante a la Revolución de Terciopelo checa

La Revolución de Terciopelo dio el pistoletazo de salida a la llegada de la democracia en la antigua Checoslovaquia. (CC)
La Revolución de Terciopelo dio el pistoletazo de salida a la llegada de la democracia en la antigua Checoslovaquia. (CC)
Ariel Hidalgo

25 de agosto 2021 - 13:57

Miami/En los peores días de la crisis del Período Especial, cuando me preguntaron durante un programa radial de Miami si pensaba que la gente en Cuba iba a lanzarse a las calles, respondí: "A la única calle a donde podría lanzarse la gente sería al Malecón tratando de salir del país", porque sabía que todavía la población no había desarrollado la conciencia necesaria para salir a tomar las calles. Pocos días después se produjo el llamado Maleconazo, en el que muchos cubanos, desesperados y frustrados porque habían acudido allí inútilmente con la expectativa de subir a una embarcación para cruzar el Estrecho de Florida, comenzaron una multitudinaria protesta antigubernamental que fue reprimida brutalmente. Días más tarde, el régimen levantó la vigilancia de las costas que dio inicio al éxodo de los balseros. Y todo quedó ahí.

Pero hoy las cosas son muy diferentes. Independientemente de que ahora la válvula de escape de los éxodos masivos se ha cerrado definitivamente con el fin de la política de pies secos- pies mojados, hay ya una conciencia cívica en la población que se hizo patente en las manifestaciones multitudinarias del 11 de julio, con miles de personas en cada una de las más de veinte poblaciones -algunos han calculado cuarenta- en todas las provincias del país que sorprendieron a muchos de los jerarcas del régimen. En realidad, lo que sorprende es que se sorprendieran ellos, que cuentan con una Seguridad del Estado tan eficaz que siempre preveía las potenciales conspiraciones, aún antes de que los propios conspiradores tomaran conciencia de que estaban conspirando, como sucedió con el caso Ochoa. También ocurrió a fines de los 70, con las detenciones de disidentes que intentaban formar el primer grupo de derechos humanos, que no llegó a crearse entonces porque varios de los contertulios fueron a parar a las cárceles donde finalmente pudo fundarse en 1983 el Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

En realidad, lo que sorprende es que se sorprendieran ellos, que cuentan con una Seguridad del Estado tan eficaz que siempre preveía las potenciales conspiraciones

Por supuesto que esta vez, con las protestas del 11J, no pudieron detectar conspiración alguna porque sencillamente no la hubo. Todo fue espontáneo. Nadie la planificó. Sin embargo, era algo que se veía venir. Lo que venía era un secreto a voces y algunos lo advertimos. Quien escribe, publicó varios artículos donde hablaba sobre su inminencia. El último de ellos, La disidencia cubana debe prepararse para una explosión social, fue publicada en CubaEncuentro y luego reproducida en Havana Times el 24 de junio, a menos de un mes del estallido.

Probablemente por el momento no haya más manifestaciones con la magnitud en que se produjeron, por la feroz represión y por todas las medidas de vigilancia tomadas, así como una nueva normativa para penalizar las opiniones por internet que dañen "el prestigio del país". Pero el efecto de los acontecimientos de esos días es suficiente para que Cuba no siga siendo la misma de antes. Primero, con las manifestaciones se ha hecho evidente para todos lo que una gran parte de la población ya sabía: se ha derrumbado el mito de que el pueblo de Cuba apoyaba a esa dirigencia del Partido-Estado, y segundo, con la brutal represión, muchos de los que aún dudaban de la naturaleza despiadada de ese régimen ya han despertado a la realidad, y esto se hizo evidente con la actitud adoptada públicamente por muchos sectores de la sociedad civil, principalmente estudiantes, que no deja dudas de que el miedo ya se ha perdido.

El conocimiento de la Historia otorga visión de futuro a partir de los acontecimientos presentes. Vayamos a la Checoslovaquia de 1967, donde ocurrió algo muy parecido, quizás en menor magnitud. Los antecedentes de lo que se conoció como Primavera de Praga comenzaron con manifestaciones pacíficas estudiantiles debido a la crisis económica del país. La represión violenta contra los estudiantes ordenada por el presidente del país y secretario general del Partido, Antonin Novotny, dio lugar a una pérdida de su popularidad, incluso dentro del propio Partido. En una reunión de la organización política, el 5 de enero del 68, fue criticado abiertamente por otros altos dirigentes que lo sustituyeron de la jefatura del Partido por otro que despertara más simpatía entre la población, como Alexander Dubcek. Dos meses después, Novotny tuvo que renunciar también a la presidencia.

La dirigencia cubana sufre actualmente una profunda crisis de popularidad, especialmente Díaz-Canel y su primer ministro, Manuel Marrero, han perdido poder de convocatoria, algo que se hizo evidente en el acto de reafirmación revolucionaria cuando muchos, especialmente estudiantes, no sólo se negaron a participar sino que criticaron el acto públicamente. Lo último ha sido la dura respuesta de numerosos médicos a través de audiovisuales y cartas contra Marrero, quien culpaba a los trabajadores de la Salud de los problemas sanitarios del país. Es de esperar, pues, que ya se esté "cocinando" entre la dirigencia histórica lavarse las manos sacrificando, como chivos expiatorios, a estos dos dirigentes, y que los sustitutos sean más digeribles para la población.

Pero si la situación del país no mejora, y no podrá mejorar mientras exista un modelo no sustentable como el que provocó la explosión social, tarde o temprano el estallido volverá a producirse y ya no saldrán miles a las calles sino cientos de miles. En ese caso el Partido-Estado tendrá que rendirse a los cambios verdaderos o sacar los tanques y realizar una matanza como jamás se ha producido en ningún país del continente, y en ese caso los represores no tendrán ningún lugar del mundo donde ocultarse para responder ante tribunales internacionales al nivel de los genocidas nazis.

Existen esperanzas muy bien fundadas de que muy posiblemente los ejemplos de los estudiantes y de los médicos sean seguidos por otros sectores de la Sociedad Civil y, todos, unidos, levanten sus voces alto y firme

Existen esperanzas muy bien fundadas de que muy posiblemente los ejemplos de los estudiantes y de los médicos sean seguidos por otros sectores de la Sociedad Civil y, todos, unidos, levanten sus voces alto y firme, y puedan evitar esa tragedia. En Cuba, los artistas dieron los primeros pasos en sus reclamos frente al Ministerio de Cultura el pasado 27 de noviembre.

En Checoslovaquia el paso decisivo lo dieron los literatos. Un pequeño grupo de miembros de la Unión de Escritores, algunos, incluso, miembros del Partido, entre los que se encontraba Milán Kundera, publicó en la Gaceta de la Unión su descontento, y sugirieron que la Literatura debía ser independiente de la doctrina del Partido. No era un alegato incendiario y condenatorio, por supuesto, sino todo lo contrario, moderado y muy cauteloso, como tenía que ser. Como era de esperar, fueron rechazados por la dirección de la Unión, y el Partido decidió transferir la Gaceta y algunas editoriales al Ministerio de Cultura. Pero aquello fue la chispa de una discusión entre los escritores, muchos de los cuales comenzaron a defender a los autores de la declaración, y el debate se extendió, incluso, al seno del propio Partido, hasta que el 4 de marzo Dubcek puso fin a la censura y comenzó el proceso de reformas conocido como 'socialismo con rostro humano", tronchado luego por la intervención rusa.

Pero ya había una conciencia cívica de derechos y libertades que permitió, al declararse el no intervencionismo durante la perestroika rusa, que se produjese de inmediato la llamada Revolución de Terciopelo, encabezada por un dramaturgo llamado Václav Havel.

Esa conciencia cívica ya existe en nuestro pueblo para realizar algo semejante que me atrevería a calificar, a tono con nuestro país, nuestra "Revolución de Seda".

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