El 4 de julio y las "damas de La Habana"

Un recuerdo de la ayuda que recibió desde Cuba George Washington para la gesta de la Independencia estadounidense

George Washington en 1772, en el retrato más temprano que se conoce de él. (CC/Washington and Lee University)
George Washington en 1772, en el retrato más temprano que se conoce de él. (Washington and Lee University)
Frank Calzón

04 de julio 2020 - 15:46

Miami/Además de honrar la independencia de su país y a los fundadores de la nación, Estados Unidos celebra el 4 de julio a los extranjeros prominentes que ayudaron al general George Washington en la gesta.

Washington, además de ser comandante en jefe de las fuerzas continentales que derrotaron a Inglaterra, fue elegido presidente por tres períodos de cuatro años y, como Nelson Mandela años después, no le hizo caso a los que querían que se quedase permanentemente en el poder, retirándose a vivir con su esposa Martha a su finca de Mount Vernon en el estado de Virginia, donde murió años después.

Entre los extranjeros que dieron ayuda a Washington en momentos críticos se encuentran el joven francés marqués de Lafayette y Henry Frederick, barón de Von Steuben, quien tras servir a las órdenes de Federico el Grande de Prusia ofreció su espada a las colonias americanas, instruyendo militarmente a los patriotas americanos. Este noble prusiano murió en Nueva York en 1794, mientras Lafayette regresaba a su país para participar en la revolución francesa y retar, arriesgando la cabeza, a los extremistas franceses que creían (algo dolorosamente familiar para los cubanos) poder hacer la revolución basándola en la tiranía y el terror.

También colaboraron Thaddeus Koscuszko, el ingeniero militar que fortificó Saratoga y West Point, y otro francés, Rochambeau, al que Washington presentaba como "compañero de trabajo en la lucha por la libertad". Washington tenía muchas razones para apreciarle, ya que sabía que todo ejército necesita de la intendencia tanto como de los buenos estrategas y los grandes soldados.

El Gobierno colonial de la Isla no contaba con suficientes recursos. No obstante, la opinión pública de la ciudad era partidaria de la causa norteamericana y rápidamente comenzaron a llegar las contribuciones

En 1781 la situación del ejército continental se presentaba complicada; en la campaña, que se avecinaba en las proximidades de Yorktown, el comandante en jefe británico, el general Cornwallis, contaba con derrotar definitivamente a los americanos.

El historiador Stephen Bonsal dice que Rochambeau escribió en esos momentos: "Las tropas continentales están casi sin ropa ni calzado. Están al límite de sus fuerzas". Rochambeau no dudó en enviar al joven almirante De Grasse a conseguir ayuda de las islas del Caribe, como nos cuenta Charles Lee Lewis, otro historiador, en su libro, El almirante De Grasse y la independencia americana.

"No puedo ocultarle que los americanos no tienen casi recursos", escribió Rochambeau. Según el autor de este libro, Jean-Jacques Antier, cuando De Grasse llegó a La Habana la flota española ya había partido para España y el Gobierno colonial de la Isla no contaba con suficientes recursos para ayudar a los americanos. No obstante, la opinión pública de la ciudad era partidaria de la causa norteamericana y rápidamente comenzaron a llegar las contribuciones. "Las damas de La Habana entregaron hasta sus diamantes y se consiguió recaudar la cantidad de 1.200.000 libras".

De Grasse navegó hasta Filadelfia con el dinero suficiente para hacer frente a la campaña que se avecinaba, y esta vez Washington, tradicionalmente muy reservado, no pudo contener la emoción y abrazó a De Grasse. La campaña del otoño de 1781, así como la guerra, terminaron con la derrota de Cornwallis en Yorktown, y como dijo Bonsal: "Los millones donados por las damas de La Habana pueden considerarse como parte de los cimientos sobre los que se erigió la nación americana".

Hoy, la contribución de los cubanoamericanos en el mantenimiento de la libertad es sin duda menos importante: elegir a sus gobernantes, pagar impuestos y respetar las leyes

Hoy, la contribución de los cubanoamericanos en el mantenimiento de la libertad es sin duda menos importante: elegir a sus gobernantes, pagar impuestos y respetar las leyes, como cualquier persona dentro de una sociedad democrática que aprecie la libertad.

Este 4 de julio los cubanoamericanos no nos hemos olvidado de Cuba y los cubanos a noventa millas, y sabemos que Estados Unidos es una nación que se formó y se forma con hombres y mujeres de todas partes, con sus hijos y sus nietos; hombres y mujeres que escogieron la libertad, y que han contribuido a su defensa con sus vidas, su fortuna y con lo que George Washington llamaba el honor sagrado.

En el Día de la Independencia Americana millones de cubanos recordamos a las "damas de La Habana" que ayudaron a Washington y a las Damas de Blanco de hoy, que, como ellas, defienden la causa de la libertad.

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