Lula no pierde el tiempo

Lo que impulsa el presidente brasileño como una paz para Ucrania se parece más a una guillotina en la plaza pública

El presidente brasileño, Luiz Inacio 'Lula' da Silva con su homólogo chino, Xi Jinping, en Pekín, el pasado 14 de abril. (EFE/EPA/Ken Ishii/Pool)
El presidente brasileño, Luiz Inacio 'Lula' da Silva con su homólogo chino, Xi Jinping, en Pekín, el pasado 14 de abril. (EFE/EPA/Ken Ishii/Pool)
Luis Nieto

24 de abril 2023 - 16:40

Montevideo/Al parecer no importa bien cómo, pero lo que Lula impulsa como una paz para el territorio y los ciudadanos de Ucrania se parece tan poco a un proceso de paz, como sí a una guillotina en la plaza pública.

El Gobierno ucraniano, entre el de otros países, opinó muy distinto a Lula, tan pronto Xi Jinping volvió a su país del encuentro de tres días que tuvo con Putin. La fórmula del Gobierno chino para la paz ya se había propuesto públicamente desde antes de la visita. Era una fórmula original, la había tirado desde lejos encima de la mesa: "Es esto, leed con atención". Y fue eso, y se leyó con atención, pero el mundo esperaba otra cosa. Los tanques rusos estuvieron estacionados junto a la frontera medio año antes de que el Gobierno de Putin les diera la orden de avanzar sobre Ucrania, el 24 de febrero de 2022 y terminara invadiéndola.

Estados Unidos perdió 58.000 soldados durante los 10 años que duró la guerra icónica de Vietnam. En poco más de un año, Rusia, que pensaba que la suya en Ucrania duraría unas 72 horas, ha tenido 182.070 bajas, más de tres veces de las que Estados Unidos en 10 años. ¿Por quién está apostando Lula, nuestro socio del Mercosur? El primer golpe lo soportó Ucrania sola, con su Ejército y sus pocos recursos. Así hizo recular a Rusia lejos de la capital, hasta que la reacción ucraniana y el impacto que causó en el mundo el comportamiento del Ejército ruso, como en la masacre de Bucha, por ejemplo, desataron una reacción generalizada del mundo civilizado, entre los que se incluyeron los países latinoamericanos, salvo Nicaragua, Cuba y Venezuela, fieles aliados, primero de la URSS, ahora de Rusia. Putin no ha conseguido resultados, ni siquiera con el apoyo del ejército mercenario de Prigozhin, que está haciendo el trabajo más duro en la batalla decisiva de Bajmut.

Lula amarró su lancha al costado del destructor chino y no le importó la opinión abrumadora de América Latina. Proclama que pretende formar un grupo de países que quieran la paz. ¿Y dónde está la novedad?

Lula amarró su lancha al costado del destructor chino y no le importó la opinión abrumadora de América Latina. Proclama que pretende formar un grupo de países que quieran la paz en el mundo. ¿Y dónde está la novedad de Lula? ¿Cuáles son los países que prefieren esperar de brazos cruzados a que Ucrania y el Ejército de Rusia se desangren en esta guerra? ¿Cuáles son esos países? Nadie puede ver con indiferencia esta sangrienta guerra, especialmente sangrienta, porque el objetivo principal es la usurpación total del territorio que no pudo ocupar en 2014, y la destrucción sistemática de los edificios y la infraestructura civil, como sus ciudades, hospitales, generación de agua potable, electricidad y producción de alimentos. El 30% de los campos de siembra y pastoreo está minado.

El presidente ruso fue denunciado ante la Corte Penal Internacional, y si ese señor recalara en Brasil, Lula tendría la obligación de detenerlo y entregarlo a la CPI para ser juzgado por crímenes de guerra, en este caso por la deportación forzada de niños ucranianos a Rusia.

Se han encontrado cámaras de tortura en pueblos recuperados por el Ejército ucraniano. Se han constatado saqueos en domicilios, violaciones a hombres y mujeres. ¿Qué le informa el servicio diplomático al presidente Lula, sólo tiene la versión del Kremlin? ¿Y cómo se explica que Naciones Unidas haya expulsado a Rusia de su Consejo de Derechos Humanos? ¿No le corre un frío por la espalda ante la duda de estar actuando mal, alineándose con los verdugos para conseguir semilla y fertilizante para las grandes empresas brasileñas que tienen en China su principal cliente? ¿Ese es su motivo? ¿No le parece que, además de las cuestiones económicas, aquí está en juego lo ético en la política internacional? Usted no es nuevo en esto, y debe recordar, y más si en aquel momento era un dirigente metalúrgico en San Pablo, que la URSS invadió con sus tanques a la entonces Checoslovaquia. ¿No le suena a algo parecido?

No deberían ser ni China, ni los BRICS, ni nadie que no haya entendido que aquí hay un invadido y un invasor

Aquí está en juego el rumbo que América Latina debería marcar en este proceso sin retorno, porque un día sí y otro también, el Gobierno ruso habla de guerra atómica y de armas infernales, como esa que es capaz de desatar un tsunami, que además de la inmensa ola también trasladaría radiación atómica a cuanta ciudad, a cuanto puerto llegase su alcance. ¿No se tomará en serio estas cosas?

Lo dijo Putin, lo ha vaticinado. Es el presidente del país que tenía, supuestamente, el segundo ejército más poderoso de la tierra. Lula menciona que está haciendo un llamado a quienes quieren la paz. Pero este llamado no puede emitirlo alguien que tiene ambiciones continentales o mundiales, como Brasil. No deberían ser ni China, ni los BRICS (a los que pertenece China y Brasil), ni nadie que no haya entendido que aquí hay un invadido y un invasor. Lula no lo entendió todavía, y si lo entendió no le importa. Esto es un llamado de atención a los países chicos que no tienen esa tentación y que sí tienen una probada vocación democrática, con partidos democráticos, acostumbrados al respeto institucional. ¿Algunos ejemplos? El nuestro, Uruguay. Costa Rica, Chile, Irlanda. No hay muchos en el mundo que hayan escapado de esta trampa, pero hay países que tienen los méritos suficientes, como Suecia, aunque se haya visto obligada a optar por la Otan, o Nueva Zelanda.

No, Lula, a Brasil se le notan las costuras. Usted está buscando el espacio al que lo relegó la relación con Odebrecht y la cárcel. Deje pasar un tiempo, que este dirá con más claridad si es capaz de frenar la deforestación, de ayudar a que los partidos políticos brasileños sean de verdad custodios de una democracia consolidada. Por ahora no lo arregla con su tamaño.

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Nota de la Redacción: Esta columna de opinión ha sido publicada previamente en el semanario uruguayo Voces y se reproduce con la autorización del autor.

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