La mala memoria del cardenal

El cardenal Jaime Ortega en una conferencia en la Universidad de Harvard en 2012 (Fotograma)
El cardenal Jaime Ortega en una conferencia en la Universidad de Harvard en 2012 (Fotograma)
Mario Félix Lleonart

12 de junio 2015 - 07:10

La Habana/Como era de suponer, de la entrevista concedida al programa Hora 25 de la Cadena Ser en España, ha trascendido la rotunda negativa del cardenal Jaime Ortega respecto a que en Cuba todavía existan prisioneros por motivos políticos. Raya en lo enigmático cómo alguien en la posición de este hombre se preste a aseverar algo que nadie cree en lo absoluto y que no le ha hecho ningún favor, ni a la Iglesia que representa, ni a sí mismo. Es obvio que tan desatinada declaración echa por tierra toda la doctrina social de la Iglesia que está llamado a respaldar y a practicar.

Pero suponiendo que el prelado estuviese tan mal informado que ignorase los listados existentes, como el de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y de Reconciliación Nacional (CCDHRN), que incluyen a decenas de prisioneros, partidarios o no de la violencia, pero sin duda todos encarcelados por motivos políticos, habrá que adicionar que el cardenal adolece también de déficit de memoria. Y es que el arzobispo debía al menos recordar que en vísperas de la visita de Benedicto XVI, el 28 de febrero de 2012, tuvo que visitar en el Combinado del Este al preso político Ernesto Borges Pérez para solicitarle el abandono de su huelga de hambre porque ponía en riesgo la visita del Papa.

El arzobispo visitó al preso político Ernesto Borges Pérez para solicitarle el abandono de su huelga de hambre porque ponía en riesgo la visita del Papa

Ernesto fue dócil ante la propuesta de su pastor, quien generó en él enormes expectativas de liberación con la inminente visita de entonces. Esa esperanza se frustró, como antes, en 2010, cuando 126 presos fueron excarcelados, o después, en diciembre de 2014, cuando otros 53 fueron liberados tras el anuncio del restablecimiento de relaciones EE UU-Cuba. Muchos llegamos a pensar que había sido él por quien se había negociado la liberación de los espías de la Red Avispa, hasta que supimos que había sido en realidad Rolando Sarraff Trujillo, condenado por una causa similar a la suya.

Borges Pérez ha cumplido este mes 17 años de encarcelamiento de los 30 a los que fue condenado tras conmutársele la pena de muerte. Fue juzgado por su intento de revelar los nombres de 26 espías que la Seguridad del Estado de Cuba tenía listos para enviar a Estados Unidos. Él era entonces primer analista y capitán de la Dirección General de la Contrainteligencia y actuó influido al parecer por los aires de la Glasnot y la Perestroika que soplaban en la URSS.

Convertido al catolicismo en la prisión, donde sobrevive como ferviente creyente que se aferra como única tabla de salvación a su fe, debe de haber sentido una enorme frustración tras aquella visita de su pastor, quien se marchara satisfecho al conseguir su objetivo y nunca ha vuelto a verle. Dudo que las dos cartas de acompañamiento pastoral dirigidas a él por Benedicto XVI a través de la nunciatura mitiguen su decepción al saber que su pastor ni siquiera lo tuvo en cuenta en su entrevista a Hora 25.

Ruego a Dios que la historia no se repita y que Ernesto no vuelva a declararse en huelga de hambre al acercarse una nueva visita papal en septiembre.

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