Nuevas manchas para el deporte cubano

La Habana/Para los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla (Colombia), entre el 19 de julio y el 3 de agosto, Cuba asistirá con 368 atletas y aspira al primer lugar por países, como lo consiguió en 12 oportunidades anteriores. Rendimiento deportivo aparte, resultan preocupantes otros aspectos no vinculados a la competición.

La violencia, las actitudes delictivas y antiéticas de los deportistas, y la pobre respuesta de las autoridades del país y del propio público también son motivo de preocupación para numerosos aficionados.

El primero de los hechos que alimentan esa inquietud ocurrió en febrero, con el regreso a Cuba de Rolando Cepeda, excapitán del equipo nacional de voleibol, después de cumplir una condena de dos años y medio en Finlandia por violación sexual. Aunque en 2016 la Federación Nacional declaró que su delito era "totalmente ajeno a la disciplina, el sentido de honradez y respeto que rigen nuestro deporte y la sociedad", Cepeda fue un visitante VIP del Campeonato Nacional de Voleibol celebrado en Sancti Spíritus.

La violencia, las actitudes delictivas y antiéticas de los deportistas, y la pobre respuesta de las autoridades del país y del propio público también son motivo de preocupación para numerosos aficionados

Los medios no hicieron mención de la presencia del exdeportista en su ciudad natal, pero, según un reporte de la prensa independiente, como si nada hubiese ocurrido, "el público y sus excolegas lo reciben con abrazos y júbilo. Ahora él mira a los toros desde las gradas, en los puestos reservados a las glorias deportivas y autoridades políticas".

Varios jugadores del equipo cubano, entre ellos él, habían abusado sexualmente de una mujer, durante horas, en un hotel de la ciudad finlandesa de Tampere donde disputaban partidos de la Liga Mundial, y grabaron la violación con un teléfono móvil. Posteriormente, Cepeda lamentó haber frustrado, "por una ligereza absurda", la clasificación de Cuba a la Olimpíada de Río, y haber padecido un ambiente hostil durante el proceso debido a su raza y su condición de deportista y de cubano.

Otro suceso lamentable fue la invitación al taekwondoca Ángel Valodia Matos, en marzo, al programa Glorias Deportivas de la televisión. En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Matos incurrió en la mayor conducta antideportiva en la historia cubana, cuando, ante un veredicto adverso, pateó brutalmente en el rostro al árbitro, lo que le costó la expulsión de la federación internacional y le ganó el apoyo de Fidel Castro. Hoy, es entrenador de niños en Holguín.

Más recientemente, en abril, durante un juego de fútbol entre los Miuras camagüeyanos y los Marineros cienfuegueros, una discusión entre un atleta y el director técnico contrario se convirtió en un altercado entre ambos colectivos, incluyendo parte del público. La violencia, que dejó varios heridos, resultó incontrolable hasta que intervino la policía. No obstante, estos incidentes se han convertido en algo habitual en los eventos de fútbol, e incluso no son raros en los de béisbol.

En abril, otro desafortunado acontecimiento vino a empañar aún más el deporte cubano al conocerse que Félix Mario Savón, hijo del célebre atleta, había asaltado a una muchacha para quitarle un teléfono celular, a la salida de una discoteca en El Vedado capitalino, y había sido apresado por la policía. Después de 23 días de arresto fue liberado sorpresivamente.

Félix Mario Savón, hijo del célebre atleta, asaltó a una muchacha para quitarle un teléfono celular a la salida de una discoteca en El Vedado capitalino

El joven Savón, miembro del equipo nacional de boxeo, intenta seguir los pasos de su padre, quien fue señalado por haber intervenido en su liberación, dada su condición de seis veces campeón mundial y tres campeón olímpico, pero sabemos que muchas personas sufren prisión en el país por delitos menos graves que el de su hijo y hasta por faltas absurdas o improvisadas con fines políticos.

Si es cierto que en el deporte se refleja la sociedad que lo practica —como en cualquier otro aspecto de la cultura humana—, es muy preocupante la imagen que nos devuelve el nuestro, donde abundan las muestras de falsedad, de doble moral, de hipocresía política, de desmedida violencia y de una profunda falta de valores éticos; pero más alarmante todavía es la tolerancia pública hacia esas actitudes, para no hablar de las autoridades, primeras en ejemplificar la inmoralidad.

Lo que puede hacer el Gobierno para frenar ese acelerado deterioro está por ver, pero ojalá que en Colombia nuestros atletas no protagonicen nuevos escándalos que avergüencen más todavía el deporte y la imagen internacional de Cuba, y que en verdad vayan como "abanderados de un deporte limpio, ético, inclusivo, forjado como derecho del pueblo y apegado a los principios y la solidaridad".

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