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La Habana/Históricamente todas las luchas sociales y políticas ‒la llamada lucha de clases y los conflictos locales e internacionales‒ han estado asociadas a razones económicas, aunque se utilicen justificaciones religiosas, ideológicas, nacionalistas, étnicas o de cualquier otro tipo.
Detrás de todas esas confrontaciones, violentas o pacificas, siempre han estado los intereses de grupos representativos ‒en mayor o menor grado‒ de clases y sectores ávidos por controlar las riquezas, el dinero, los capitales y lo que la gente percibe que le pertenece y necesita para su sustento y espacio económico.
Así ha sido desde que aparecieron los primeros excedentes en la comunidad primitiva, según los estudiosos de la Prehistoria.
El control del dinero ha sido siempre el leitmotiv. La política, la vía para alcanzarlo.
El empoderamiento popular no es otra cosa que el proceso que permite a los ciudadanos ‒mediante el uso de herramientas políticas, jurídicas, económicas y organizativas‒ la capacidad de participar en el control y distribución más justa y beneficiosa de la riqueza que produce la comunidad en su conjunto y evitar que unos pocos ‒poderosos dueños de los medios de producción, privados o del Estado‒ sean quienes decidan sobre su destino.
El sentido fundamental de los Parlamentos, Congresos o Asambleas es discutir sobre ingresos, presupuestos y leyes relacionadas con ellos. Cuanto mayor es la participación popular en la discusión y toma de decisiones, mayores son la democracia y el empoderamiento popular.
Cuanto mayor es la participación popular en la discusión y toma de decisiones, mayores son la democracia y el empoderamiento popular
El desarrollo de las ideas humanistas impulsado durante la Ilustración, la aparición de las Cortes y los Parlamentos y, especialmente, la Guerra de Independencia de las 13 Colonias Norteamericanas y la Revolución Francesa fomentaron la filosofía de las luchas democráticas por las reivindicaciones sociales y por el control de las riquezas. De la Revolución Francesa no nos quedó la guillotina, sino el Parlamento, la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano y el lema "libertad, igualdad y fraternidad".
Paralelamente, la extensión y uso de las armas de fuego y de exterminio masivo han puesto de manifiesto la necesidad de modificar los métodos en las luchas sociales hacia formas cada vez menos violentas, más pacíficas y democráticas.
Siempre han existido pueblos con culturas más pacifistas, con más tradición de participación ciudadana, lo que no les ha impedido acudir a las formas violentas cuando de defender sus intereses colectivos se ha tratado. El caso clásico es Suiza.
Durante el siglo XIX y, sobre todo, durante el XX y lo que va de XXI, el desarrollo de las ideas encaminadas a alcanzar el empoderamiento de las clases populares ha ido evolucionando en la misma dirección pacífica, democrática.
Los intentos de imponer Gobiernos populares, sobre todo ¨socialistas¨, por vías violentas y no democráticas siempre han resultado contraproducentes y, más temprano que tarde, han generado violaciones de los derechos humanos que han alegado defender y en nombre de los cuales se luchaba.
Los pueblos y sus fuerzas políticas han ido comprendiendo que la mejor forma de alcanzar y consolidar sus objetivos está en la lucha democrática y pacífica por sus derechos
Paulatinamente, los pueblos y sus fuerzas políticas han ido aprendiendo de la práctica de otras regiones y en diferentes momentos y han ido comprendiendo que la mejor forma de alcanzar y consolidar sus objetivos está en la lucha democrática y pacífica por sus derechos.
Hoy se reconocen a nivel internacional cuatro vías fundamentales para el empoderamiento económico y político ciudadano:
Todo esto es solo posible con el establecimiento de un Estado de derecho, donde se respeten íntegramente los derechos humanos.
En Cuba las estructuras del Poder Popular a todos los niveles están vacías de empoderamiento, por la sencilla razón de que no controlan realmente los presupuestos correspondientes, no controlan el dinero.
El estatalismo ensaya una experiencia de este tipo en la nueva provincia de Mayabeque, como si tratara de un experimento con una desconocida forma de energía peligrosa.
Todo el mundo sabe que el presupuesto oficial informado en Cuba no tiene nada que ver con la realidad de la riqueza producida y su control por la Asamblea Nacional del Poder Popular.
No hay ninguna transparencia informativa sobre los ingresos del país y los gastos de los distintos aparatos que lo integran. Nadie sabe cuánto se ingresa por los monopolios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el resto del Estado, cuánto por el turismo internacional o cuánto por servicios profesionales prestados a otros países. Y nadie sabe, a ciencia cierta, los destinos de esos dineros.
El llamado Poder Popular es una entelequia dedicada a servir de apariencia al poder real de los llamados históricos y los salarios no se corresponden con el trabajo y mucho menos con las necesidades de los trabajadores.
El empoderamiento popular en Cuba pasa por el conocimiento y control transparente de la información económica sobre ingresos y presupuestos y por la democratización
El empoderamiento popular en Cuba pasa por el conocimiento y control transparente de la información económica sobre ingresos y presupuestos y por la democratización y socialización de la política y la economía, lo que implica específicamente:
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