La prensa maltratada

Dos periódicos, un mismo dueño, idéntica portada. (YS)
Dos periódicos, un mismo dueño, idéntica portada. (YS)
Fernando Dámaso

21 de julio 2014 - 12:00

La Habana/Para nadie es un secreto que la línea editorial de un diario responde a los intereses de sus propietarios. En los países donde existe y se respeta la libertad de prensa, los periódicos abundan, siendo tantos como los distintos intereses que conviven. En los países donde ésta brilla por su ausencia, con uno, dos o tres es suficiente, más que nada para cubrir la forma, pues todos dicen lo mismo y defienden idénticos postulados. El caso de Cuba es un buen "mal" ejemplo: Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores a nivel nacional, cada uno en su área de influencia, cumplen un único objetivo: defender a ultranza el sistema político-económico establecido.

En la Cuba republicana, con la mitad de la población actual, llegaron a existir hasta 14 diarios nacionales: Diario de la Marina, El Mundo, Información, El País, Excelsior, Prensa Libre, Mañana, Alerta, El Crisol, Ataja, Tiempo en Cuba, La Calle, Diario Nacional y Noticias de Hoy. También se editaban dos periódicos en inglés y tres en chino, además de los que se realizaban en cada una de las seis provincias. Unos salían por la mañana y otros por la tarde. Algunos incluían tiras cómicas y de aventuras a colores, donde predominaban las fotografías, como suplementos de los fines de semana. En sus ediciones dominicales, los diarios multiplicaban sus páginas y llevaban gran cantidad de anuncios publicitarios. Se vendían por cinco centavos durante la semana y diez los domingos.

Esta variedad de diarios cubría todo el espectro social cubano, desde las posiciones más conservadoras, representadas por el Diario de la Marina, hasta las más radicales, representadas por Noticias de Hoy, el diario de los comunistas. Entre uno y otro aparecía toda una variedad de concepciones políticas, económicas y sociales. Algunos priorizaban las noticias políticas y otros los sucesos. Todos dedicaban espacios a la cultura y a los deportes, donde periodistas calificados tenían columnas fijas.

En sus ediciones dominicales Diario de la Marina, El Mundo e Información dedicaban amplios espacios a la literatura, la plástica, el teatro, la música, el cine, la ciencia, entre otros temas, con artículos de fondo escritos por prestigiosos intelectuales que no estaban obligados a compartir la línea editorial. Hojeando viejos ejemplares, aparecen artículos de importantes personalidades y periodistas como Enrique José Varona, Juan Gualberto Gómez, Rubén Martínez Villena, Raúl Roa, Carlos Márquez Sterling, Sergio Carbó, Jorge Mañach, Anita Arroyo, Emilio Roig de Leuchsenring, Gastón Baquero, Felipe Pazos, Mirta Aguirre, Eladio Secades, Edith García Buchaca, Alejo Carpentier, Agustín Tamargo, Enrique de la Osa y otros muchos que harían la lista interminable y demuestran la multiplicidad de opiniones. Cada ciudadano podía escoger libremente la que más correspondiera a la suya propia, sin imposiciones dogmáticas de ningún tipo.

Existían diarios que explotaban el sensacionalismo y la crónica roja para vender más rápidamente sus ejemplares, y los que ofrecían las noticias de forma más seria y mesurada, que eran los más. Los periódicos se voceaban en las calles por los vendedores, utilizando como gancho promocional la principal noticia de la primera plana, dejando siempre en el aire una interrogante que obligaba a comprarlo, si se quería conocerla completamente. Algunos ganchos célebres, por lo repetidos, fueron: ¡Mira cómo lo cogieron!, ¡La golpeó y salió huyendo!, ¡Robó y se tiró de un segundo piso!, ¡Entérate del escándalo!, ¡Aquí están todas las pruebas!, ¡Mañana llega el ciclón! y otros.

Los principales puntos de venta eran las paradas de los ómnibus, donde los ofrecían a los pasajeros a través de las ventanillas en rápidas operaciones de compraventa. Además, existía la entrega a domicilio mediante suscripciones o venta, más pausada y familiar, a través de repartidores que recorrían los barrios. Se caracterizaba por la puntualidad, lo que aseguraba que los diarios se recibieran antes del desayuno o antes de la cena, según la edición fuera matutina o vespertina.

Después del año 1959, la prensa republicana tuvo un triste final, primero con el invento gubernamental de las "coletillas",–breves textos supuestamente redactados por los trabajadores "revolucionarios"que se agregaban al final de los artículos e informaciones para rechazar las opiniones expresadas– y, posteriormente, con la intervención y cierre de los diarios.

La prensa republicana cubana, descalificada durante el último medio siglo por los voceros del oficialismo, olvidando que prestó un importante servicio en la defensa de los intereses ciudadanos y en la crítica a los gobiernos de turno en todas las épocas, constituye un motivo de orgullo y un ejemplo a imitar en estos tiempos, donde las opiniones libres sólo son posibles en los pocos diarios independientes que existen contra viento y marea, perseguidos y reprimidos por las autoridades y cuya circulación está obstaculizada.

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