El régimen escala otro peldaño en la represión contra el pueblo cubano

El pasado viernes 10 de noviembre la Seguridad del Estado irrumpió en la casa de Osmel Ramírez Álvarez, simpatizante de las ideas del Socialismo Participativo y Democrático

Raúl Castro ocupó un segundo plano respecto a su delfín, el vicepresidente Díaz-Canel, que llevó el peso del acto. (EFE/Alejandro Ernesto)
Esta represión contra la izquierda democrática y socialista es la demostración más palpable del creciente aislamiento interno del régimen. (EFE/Alejandro Ernesto)
Pedro Campos

13 de noviembre 2017 - 22:32

Miami/Con el encarcelamiento de Osmel Ramírez, un declarado partidario del socialismo democrático, el régimen escala otro peldaño en la represión contra el pueblo cubano en los últimos años.

La historia de detenciones, secuestros, fusilamientos exprés y abusos de todo tipo del castrismo, a diestra y siniestra, es tan vieja, polícroma y masiva que varios grupos investigadores independientes que llevan ya algunos años trabajando en Cuba y en EE UU no han logrado ponerse al día e inventariar y documentar la mayoría de estos hechos, incluidos fusilamientos políticos y desaparecidos.

El pasado viernes 10 de noviembre la Seguridad del Estado irrumpió en la casa de Osmel Ramírez Álvarez, simpatizante de las ideas del Socialismo Participativo y Democrático (SPD), cuyos artículos publicamos en un boletín, y lo detuvieron tras incautar su computadora y otros equipos de su propiedad. Ha trascendido que está en las cárceles de la Seguridad del Estado en Holguín y que allí ha sido amenazado con recibir un "buen escarmiento", por lo que es de suponer que está siendo presionado para que abjure de sus ideas, deje de escribir para la prensa independiente (Havana Times y Diario de Cuba) y se "porte bien"; es decir, que rompa sus vínculos con el SPD.

Esta escalada en la represión del régimen extiende sus cárceles a este sector que proviene, mayoritariamente, de las propias filas del Partido Comunista de Cuba (PCC), la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) y la intelectualidad oficialista.

La escalada en la represión del régimen extiende sus cárceles a un sector que proviene, mayoritariamente, de las propias filas del Partido Comunista de Cuba

La represión aumentó con la normalización de relaciones con EE UU, posiblemente por el temor a la influencia política, económica y social del país. Sólo como botón de muestra, porque la lista es muy larga, en estos días, la economista Karina Gálvez fue detenida, procesada y sentenciada a tres años de cárcel por violaciones en la compra del inmueble en que se reunía el Centro de Estudios Convivencia. Su delito es proponer soluciones a los graves y apremiantes problemas de la economía cubana. El objetivo de las autoridades es desarticular el Centro que realiza una actividad académica y pacífica.

El artista Luis Manuel Otero, que pretendía celebrar la Bienal de La Habana, suspendida por el régimen, fue deteneido arbitrariamente. El líder de la Juventud Activa Cuba Unida (JACU), Roberto Jiménez Gutiérrez, fue detenido cuando se dirigía a Miami y estuvo preso e incomunicado durante dieciséis días en 100 y Aldabó. Muchos activistas de la UNPACU y de otras organizaciones opositoras han sido detenidos en esos últimos meses. Cubalex, una organización de abogados independientes que asesoraba a opositores, fue intervenida y desmantelada íntegramente. Sus miembros acabaron refugiándose en EE UU.

A varios periodistas independientes les han sido confiscados sus equipos de trabajo. A muchos disidentes que han sido invitados a eventos internacionales se les ha impedido salir del país. Las autoridades no permiten que ningún independiente llegue siquiera a ser propuesto como delegado del Poder Popular. Todos los domingos las Damas de Blanco son violentamente reprimidas, golpeadas y esposadas por protestar ante las habituales detenciones y juicios arbitrarios que se cuentan por miles.

La represión castrista abierta nunca distinguió entre opositores tradicionales y críticos, socialistas o de izquierda, de dentro o fuera del sistema

La represión castrista abierta nunca distinguió entre opositores tradicionales y críticos, socialistas o de izquierda, de dentro o fuera del sistema. Pueden recordarse las persecuciones en los primeros años contra trotkistas y anarquistas, el proceso contra la "micro-fracción" en 1968, el encarcelamientos de socialistas democráticos como Ariel Hidalgo, las campañas contra el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, la represión abierta contra la Corriente Socialista Democrática, el encarcelamiento de Vladimiro Roca y la masiva purga de perestroikos en las FAR, el MININT, el MINREX y el PCC tras los juicios contra los Generales Ochoa y Abrantes en 1989.

Desde entonces y hasta hace poco tiempo, la represión contra la izquierda democrática y socialista se caracterizaba por métodos más sofisticados, como las "conversaciones", "advertencias", "consejos" y amenazas llegando hasta la desintegración de centros de estudios e investigación como el Centro de Estudios de América (CEA) que funcionaba como anexo al Comité Central del PCC.

Ya en los últimos dos años, la represión contra un amplio sector de la disidencia oficialista, donde la tendencia socialista democrática se manifiesta en diverso grado ha ido arreciando. Aparecieron las acusaciones de "centristas" a un grupo de intelectuales que, desde posiciones oficiales o cercanas al oficialismo, comenzaron a cuestionar abiertamente el sistema en su filosofía económica y política (Cubaposible, Revista Temas, OnCuba, Joven Cuba y otras publicaciones digitales).

También se endureció la represión a los socialistas más críticos agrupados en torno al SPD, la Izquierda Socialista Democrática, Nuevo Proyecto Socialista y otros grupos que desde el IV Congreso del PCC (1991) venían haciendo propuestas incómodas desde dentro del partido o su periferia.

Así comenzaron por sacarlos de sus trabajos, cerrarles cuentas de correo electrónico o amenazarlos con considerarlos "contrarrevolucionarios". Trataron de dividirlos de grupos anarquistas y hasta entre ellos mismos con acercamientos a algunos miembros acusando a otros de trabajar para la CIA o el "enemigo".

En estos últimos años la Seguridad del Estado nunca se había atrevido a meter preso en la cárcel a un socialista democrático

Varios fueron "visitados" por oficiales de la seguridad que los amenazaban con perjudicar a sus familiares incluso de afectar a su familiares en sus posiciones o negocios y en algunos casos llegaron a mantenerlos como presos domiciliarios con guardias vigilando en las puertas o dentro de sus casas para evitar su participación en algunos eventos. Algunos fueron citados a estaciones de la policía, donde recibieron amenazas de todo tipo para obstaculizar sus actividades políticas.

En febrero de 2016 la Seguridad del Estado impidió la celebración del primer encuentro de distintos grupos de socialistas democráticos que intentaban llegar a una posición común para presentarla ante el VII Congreso del PCC. Temían que allí se formara el Partido Socialista Democrático.

Sin embargo, en estos últimos años nunca se había atrevido a meter preso en la cárcel a un socialista democrático, registrar su vivienda e incautar sus efectos personales.

Esta represión contra la izquierda democrática y socialista es la demostración más palpable del creciente aislamiento interno del régimen, que con su constante fabricación de enemigos, está ayudando a crear las condiciones para la creación de un amplio frente democrático de todas las fuerzas opositoras y disidentes, internas y externas, capaz de provocar un cambio político en Cuba.

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