Los oráculos no dan abasto en Cuba

Los adivinos hacen su agosto este diciembre ante un pueblo que, en ausencia de certezas, parece conformarse con predicciones

Lectura del Tarot
Lectura del Tarot
Rosa López

26 de diciembre 2014 - 15:01

La Habana/"Mis santos estaban castigados desde hacía meses", cuenta María Eugenia López, una jubilada de mirada escéptica y exigua pensión. "Los tenía en un cajón en el último cuarto, pero hace una semana los saqué y les prendí una vela", dice con cierto dejo de esperanza. Las cosas han cambiado, confiesa, porque "después de meses sin que me dieran nada, al fin me han concedido un deseo". El reciente anuncio de la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos ha sido para ella una bendición. Con dos hijos viviendo en San Francisco, María Eugenia siente que "la virgencita traerá un 2015 de prosperidad" en forma de remesas que llegarán desde el vecino del norte.

Las consultas a los oráculos se han disparado por toda la Isla. Ramona lee la fortuna con barajas españolas a las afueras del céntrico mercado de la calle Carlos III. "Hace semanas todo el mundo preguntaba cuestiones del corazón o de la visa para emigrar. Pero por estos días he tenido varios clientes que quieren saber si el año que viene 'esto' se va a arreglar".

Las consultas a adivinos y cartománticos suelen aumentar cuando se acerca el final de año, pero este diciembre la fiebre de anticiparse al mañana parece haberse adueñado de los cubanos.

"Yo solo trabajo con las cartas del Tarot", cuenta Rogelio, un sesentón de piel cobriza y aires de behique taíno que muestra las imágenes de los arcanos sobre el mantel de una mesa en su pequeña habitación de la calle Peñalver. "Antes las preguntas eran más sencillas, pero ahora la gente quiere respuestas más complejas".

Los motivos que llevan a muchos a preguntar al El ermitaño, La Torre hendida por el Rayo, El Carro, La Sacerdotisa y otros tantos personajes y escenas recreados en este mazo de naipes son muy variados."Vino un cubano radicado en Madrid para saber si regresaba a vivir aquí o no", explica Rogelio recordando la última "tirada" que hizo esta mañana. En otro tiempo, según cuenta el agorero entre bocanadas de humo y traguitos de ron, "muy probablemente le hubiera salido la carta de El Monarca en la posición de lo que tenía en contra"; sin embargo "después del 17 de diciembre ya no ha aparecido tanto. Ahora, por todos lados sale La Rueda de la Fortuna", puntualiza mientras sonríe con picardía.

“Después del 17 de diciembre (...) por todos lados sale La Rueda de la Fortuna”

Varios seguidores del espiritismo de Allan Kardec se han dado cita esta semana en una casona de la calle Porvenir. "Le hemos pedido a los difuntos que ayuden a los vivos a tomar buenas decisiones, necesitamos luz y progreso", afirma Marco Antonio, que lleva días tratando de conseguir velas para sus reuniones. "Viene todo tipo de gente y se sienta a la mesa con nosotros. Quieren entrar en paz en 2015 y también necesitan saber qué dicen los muertos sobre lo que va a pasar". Según este historiador de arte, que se autodefine como médium, "todo futuro es el resultado de lo que hicimos en el pasado".

En el mundo de la farándula y los artistas, el I Ching se abre camino como método de predicción. Laura Valdés se dedica desde hace años a indagar con el "libro de las mutaciones" sobre el futuro. "Tengo clientes que no dan un paso sin antes asesorarse". Ella también refiere un aumento de consultas en la última semana. "Es normal, antes de comenzar un nuevo año la gente quiere saber qué pasará. Lo diferente ahora son las preguntas". Entre los asiduos al lanzamiento de las monedas, está el dueño de un prestigioso restaurante privado en La Habana. Laura cuenta que hace un par de días el hombre vino a preguntarle algo muy puntual, que la sorprendió.

"Quería saber si podría traer desde la Yuma parte de lo que necesita para ampliar la paladar", describe la señora. "Le salió el hexagrama 19, el del acercamiento", cuenta con el orgullo de una Casandra moderna. "Es un tiempo apropiado para el avance", lee con voz firme en una vieja edición del I Ching, con varias hojas despegadas, de tanto usarse. La conversación termina de improviso cuando suena el teléfono y un nuevo cliente demanda sus servicios para conocer la fortuna.

“Yo soy ateo (...) pero ahora mismo me voy para Guanabacoa a ver a una tía santera, porque tantas décadas de salación tienen que terminar”

Wilmer espera con ansiedad la lectura de la letra del año que redacta un grupo de babalaos. A finales del 2013 reunidos en el habanero barrio de 10 de Octubre, estos sacerdotes lanzaron una predicción que regiría para los doce meses posteriores. "La dignidad regente era Olokum, el temido Oricha encadenado al fondo del mar", puntualiza el joven vestido impecablemente de blanco. Según aquel vaticinio se podía prever hasta un tsunami, pero en lugar de un espantoso golpe de mar, la vida trajo un esperanzador acercamiento entre las dos orillas. Dice haberse dado cuenta, después de los discursos de Raúl Castro y Barack Obama, del porqué de algunos refranes incluidos en aquella letra, como "cuando las serpientes están peleando, ellas se abrazan una a otra"; "este río y el otro tienen un solo rey, el mar" y el de "Rey muerto, Rey puesto". Ahora "hay que esperar. Orula dirá la última palabra", concluye.

"Yo soy ateo" se ufana Miguel –un capitán retirado de las Fuerzas Armadas– en la cola de una Caja de Cambio, para inmediatamente reconocer, "pero ahora mismo me voy para Guanabacoa a ver a una tía santera, porque tantas décadas de salación tienen que terminar". El custodio de la CADECA lo mira con cierto malestar, quizás por no poder dejar su guardia y lanzarse también a preguntarle a un Tablero Ifá, una ouija, las copas de agua que utiliza una consultora cercana o los reflejos en los espejos de una de las más prestigiadas videntes habaneras. Unos minutos después pasa una señora vendiendo a cinco pesos cubanos una hoja con el zodiaco para enero y la gente se abalanza con desespero sobre ella. "Tengo también el horóscopo chino y el 2015 es el año de la cabra", vocifera la vendedora.

Los adivinos hacen su agosto este diciembre ante un pueblo que, en ausencia de certezas, parece conformarse con predicciones.

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