'Aedes aegypti', un enemigo vuela sobre La Habana

La guerra contra el mosquito está en plena ofensiva y todo el país es un campo de batalla epidemiológico

Los militares pasean por las calles preparados para el combate contra el mosquito con sus 'bazucas'. (14ymedio)
Los militares pasean por las calles preparados para el combate contra el mosquito con sus 'bazucas'. (14ymedio)
Zunilda Mata

29 de febrero 2016 - 11:15

La Habana/La calle se llena de humo. Una madre le grita a su hijo desde el balcón que se esconda en la escalera del edificio, pero ya es tarde. El camión de la fumigación pasa y lo deja envuelto en una densa niebla química. Dos militares tocan con fuerza la puerta de una vecina de los bajos que no quiere abrir a la inspección focal. La guerra contra el Aedes aegypti está en plena ofensiva y todo el país es un campo de batalla epidemiológico.

Ante el avance del virus del dengue y el peligro de que el zika entre a la Isla, el Gobierno cubano ha movilizado 9.000 efectivos de las Fuerzas Armadas y 200 policías para combatir al mosquito que transmite esas enfermedades. El enemigo al que se enfrentan no es fácil de controlar: llega a medir siete milímetros, se reproduce en ciclos de menos de diez días y su picadura ocurre en horario diurno.

La actual campaña antivectorial ha adquirido tintes de contienda armada. El discurso oficial contra el vector está lleno de frases bélicas. "Que no quede ni uno", vociferaba un hombre al frente de la brigada que este viernes revisaba un solar con altas hierbas en el municipio San Miguel del Padrón. "Eso no se puede permitir", gritaba el militar, y los curiosos que pasaban tenían la impresión de estar en medio de un zafarrancho de combate.

"Es necesario que cada cubana y cada cubano asuma este combate como un asunto personal"

Las víctimas que deja el diminuto contrincante están por todos lados. "Tuve dengue y desde entonces me ha quedado mucha fatiga", cuenta Lourdes, que se infectó, aparentemente, en su propia casa. "Todos los vecinos tienen tanques de agua, así que nosotros mismos estamos criando la enfermedad", se queja la mujer, que ahora colabora como voluntaria en las inspecciones en busca de criaderos de larvas en su zona.

"Donde más mosquitos encontramos es dentro de las viviendas", asegura, aunque la pasada semana detectaron "una oficina estatal en la calle Ayestarán que lleva años cerrada y tenía varios focos". Desde que tuvo el dengue, revisa cada noche a sus hijos para ver si tienen picaduras. "No quiero que ellos pasen por la fiebre y los dolores en las articulaciones que sufrí", comenta.

Temprano en la mañana, a las afueras de un céntrico policlínico, los técnicos reciben sus equipos para salir a fumigar. Están formados en fila mientras escuchan a la directora leer las indicaciones del Ministerio de Salud Pública. Una frase se queda flotando en el aire antes de que las tropas se disgreguen: "Es necesario que cada cubana y cada cubano asuma este combate como un asunto personal".

El escenario bélico se refuerza con las avionetas que desde temprano rocían con insecticida la capital cubana. La gente ni siquiera se inmuta cuando siente el ronroneo de los pequeños aviones. Aunque los medios nacionales advierten de la importancia de reforzar las medidas contra el Aedes aegypti, buena parte de la población recibe con molestias la fumigación y las continuas inspecciones en sus viviendas.

"El humo se coló por la ventana y los muchachos no paraban de toser", se queja una abuela residente en la calle Virtudes, en Centro Habana. "El más chiquito es alérgico", y desde que empezó "esta ofensiva, es rara la noche que puede dormir completa", añade la mujer, que ha tenido que volver a lavar la ropa. "Pasó el camión y ese humo se le pegó a todo lo que tenía en la tendedera", protesta.

En los bajos de la casa, un mural del Comité de Defensa de la Revolución reproduce un recorte de periódico en el que Raúl Castro llama a "no permitir que enfermedades como el zika penetren en nuestro país". La advertencia comparte espacio con una exhortación a "no bajar la guardia" cederista. El Aedes aegypti ha venido a desplazar por estos días al imperialismo norteamericano en la propaganda oficial.

Los locales públicos están llenos de letreros que explican al detalle los síntomas del dengue, el chikungunya y el zika, además del cronograma de fumigación para cada circunscripción. Uno de ellos advierte de que "tu casa cerrada" es "un peligro para tu familia y para tu comunidad". Los técnicos que van de puerta en puerta vienen acompañados de un policía, un militar o una enfermera. El que lleva la bazuca también porta una máscara antigás, un detalle que refuerza el aspecto marcial de toda la operación.

A la suspicacia popular no se le ha escapado la coincidencia de la ofensiva que obliga a abrir las puertas de cada casa a pocas semanas de la llegada del presidente Barack Obama a Cuba. "Junto a la búsqueda del mosquito están inspeccionado también las casas", especula Mauricio, quien ha tenido que desalojar una pequeña industria ilegal de salsa de tomate que tenía en su sala.

Una anciana parada en la acera hace maromas para aguantar a un perro y gato que ha tenido que sacar antes de que la bazuca de fumigación llene de humo su hogar. El vecino de al lado esta vez no pudo evadir el proceso con la misma justificación que había sido tan efectiva antes. "Les decía que tenía a mi suegra en cama con la cadera fracturada y se iban, pero esta vez no funcionó la mentira", reconoce.

En Cuba la infestación por dengue estuvo presente en todas las provincias durante 2015 y circularon 3 de los 4 serotipos del virus. Desde que comenzó este año, la situación se mantiene con 55 municipios considerados de mayor riesgo y la situación climatológica, con las lluvias de las últimas semanas, sigue dando ventaja al mosquito.

Los especialistas llaman a acudir al médico cuando aparezcan los primeros síntomas de fiebre o erupción cutánea y recomiendan ingresar en una institución de salud

Los especialistas llaman a acudir al médico cuando aparezcan los primeros síntomas de fiebre o erupción cutánea y recomiendan ingresar en una institución de salud para garantizar el tratamiento y el aislamiento. Sin embargo, debido al deterioro material de los hospitales, muchos prefieran quedarse en casa y ni siquiera reportan que están enfermos.

En los medios nacionales advierten que "de ser necesario, se aplicará la legislación vigente con la severidad requerida en lo administrativo o lo penal, ante la identificación de fraudes, violaciones de normas sanitarias, así como por el incumplimiento de las medidas anti epidémicas".

Sin embargo, las amenazas no disuaden a muchos que prefieren pasar la convalecencia en la "trinchera" de su casa. Allí, sin mosquiteros o repelentes se aproxima el sigiloso enemigo que todo el país está buscando. Basta una pequeña picadura y se vuelve a perder una batalla.

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