Goliat, el curandero que sana con su machete 'milagroso' en el campo cubano

La pandemia y la crisis económica han llevado a muchos cubanos a entregarse a los curanderos en una vieja alternativa a la desesperada

El curandero, conocido como Machete, en plena acción con el cuchillo que emplea en sus 'intervenciones'. (Captura)
El curandero, conocido como Machete, en plena acción con el cuchillo que emplea en sus 'intervenciones'. (Captura)
Natalia López Moya

18 de diciembre 2021 - 18:24

La Habana/"Lo había visto en la plataforma YouTube antes de ir y me pareció poco serio y antihigiénico, pero el desespero de aguantar el dolor fue más grande". Así relata su experiencia un habanero que acudió recientemente a la consulta de Jorge Goliat, más conocido por Machete, El Sanador o el Curandero milagroso.

La pandemia y la crisis económica, que han saturado el sistema de salud y aumentado la escasez de medicamentos, han llevado a muchos cubanos a entregarse a los curanderos en una vieja alternativa a la desesperada.

"Estoy esperando hace más de un año y medio para poder operarme de hernia e hidrocele en el testículo izquierdo, porque en los hospitales no estaban haciendo este tipo de operaciones. Sólo estuvieron operando urgencias durante todo este tiempo", explica Abel a 14ymedio.

"Estoy esperando hace más de un año y medio para poder operarme de hernia e hidrocele en el testículo izquierdo, porque en los hospitales no estaban haciendo este tipo de operaciones"

El habanero, de 50 años, cuenta que meses después de ser diagnosticado empezaron los dolores, pero los médicos solo le recetaban "fomentos frescos y reposo", porque no había analgésicos para aliviarlo. El calvario que estaba viviendo lo llevó a buscar alternativas.

"Me lo recomendó una amiga a través de una prima que tenía el contacto, pero nunca fue a visitarlo", recuerda Abel, y "con recelo, pero optimista, llamé por teléfono y reservé una cita". Por esos tiempos –hace dos meses aproximadamente– Machete y el equipo que lo acompaña tenían su consultorio en un barrio marginal –un llega y pon– ubicado en el Reparto Abel Santamaría, a pocos kilómetros de la avenida Boyeros y el Aeropuerto Internacional José Martí.

El curandero cobra 50 pesos por visita, además de un dinero destinado presuntamente a su equipo que puede satisfacerse en efectivo (150 pesos) o en especie, una botella de ron, un tabaco y dos velas. "Yo le llevé los 150 pesos porque, con los precios que hay en la calle, solamente una botella de ron puede costar más de 500".

A su llegada, a principios de septiembre y en pleno pico de la pandemia, Ángel se sorprendió por la afluencia de personas al lugar. "Había unas 125 personas en aquel improvisado local, pero todos respetando el distanciamiento físico. Yo llegué a las 5 am y salí a las 12 del día". Personas que llegaban en carro, moto o a pie se acercaban con la esperanza de salir curados por el popular Machete que aleccionaba con sus peculiares consejos sanitarios: "Respeten la distancia para evitar el covid y, los que puedan, tomen ron una vez a la semana, al menos media botella. De esta manera el virus no entra al cuerpo".

"Si me había impresionado haberlo visto en las redes, tenerlo delante con el machete afilado es otra historia, pero ya estaba ahí y tenía mucha fe en él por la cantidad de pacientes que atiende", señala. Antes de pasar a la consulta, que es privada, el curandero realiza un ritual ante su público para hacerlo entrar en ambiente. "Sacó su machete y realizó un corte en la espalda de una mujer. Luego, con la ayuda de unas pinzas, sacó lo que parecía ser un tumor", explica.

Tras una entrevista previa con el equipo del sanador, la consulta continúa con una peculiar toma de "rayos X". "Fue pasando una vela por detrás de un papel y, con la parafina que se derretía, iba dibujando una figura humana"

Tras una entrevista previa con el equipo del sanador, la consulta continúa con una peculiar toma de "rayos X". "Fue pasando una vela por detrás de un papel y, con la parafina que se derretía, iba dibujando una figura humana", después de observar la "radiografía", Goliat aseguró a Abel que, además de la hernia y el hidrocele, también tenía problemas en la próstata, riñones y vesícula. La solución, le contó, eran unos brebajes a base de hierbas, cuyo precio ascendía a 80 pesos cada una. Yo tenía que comprar tres, pero solo llevaba dinero para dos".

El curandero se limitó a hacer una herida superficial con el machete, previamente esterilizado, no sin antes advertirle de que, cuando abrieran los salones de cirugía ambulatoria, podría operarse "como es debido". "Yo no sé si fue la sugestión psíquica, pero por más de dos meses se mantuvo bastante controlado el dolor, tomé mis cocimientos y ahora, que todo ha ido abriendo progresivamente, ya tengo cita para operarme en el hospital Calixto García", culmina.

"Si no tienes nada, te alivia –cuenta un médico del hospital Manuel Fajardo a 14ymedio que conoce al popular sanador y considera que este tipo de intervenciones pueden actuar como placebo si la enfermedad es leve, pero alerta de lo que puede ocurrir si realmente hay un problema médico.

"Tuve un paciente que tenía dolor de espalda intenso y lo fue a ver, al del machete. El tipo le hizo su trabajo y, como consecuencia, tuvo una fractura vertebral que lo dejó parapléjico, porque el paciente tenía en realidad un tumor en la columna. Y esto es sólo un ejemplo trágico", revela el doctor.

Goliat no es, pues, un desconocido, pero evita dejar rastro de sus andanzas. Tras obtener el testimonio de Abel, este diario intentó localizar al curandero infructuosamente en su lugar habitual, en el reparto Abel Santamaría, pero esta ya no es su base de operaciones y ha pasado a operar en pequeños pueblos de la periferia habanera, incluyendo las vecinas provincias de Artemisa y Mayabeque.

"Él ya no radica aquí hace un tiempo", cuenta a este diario una vecina del reparto. "Ahora opera de vez en cuando en un caserío que está bastante lejos de aquí. Si coges un carro hasta el final del Wajay y ahí montas un bicitaxi, te lleva directo al sitio, aunque lo más probable es que vayas por gusto, porque él anda por los campos haciendo consultas", explica la vecina, que ignora los motivos de su marcha, pero la atribuye a las ocasionales visitas de la policía.

En el poblado de Henequén, cercano al municipio de Mariel, en Artemisa, reside Yeni, una adolescente que habló con 14ymedio y que estaba al tanto de los movimientos del sanador: "Un curandero está operando y haciendo cosas paranormales aquí, incluso ya operó a mi mamá con un machete".

La joven, aparentemente muy impresionada por las presuntas dotes de Goliat, relata algunos de sus presuntos milagros. "Un hombre sordo se presentó ante Machete, y tras dos pinchazos, uno en cada oído, empezó a escuchar perfectamente. También a una mujer que se había quedado ciega, le pasó el machete por los ojos y recuperó la visión", describió.

La dueña de la vivienda donde opera en esta localidad el curandero y que le ayuda en algunas tareas aportó algunos detalles: "Yo soy la que elabora la lista y cobro 50 pesos por persona. Ese dinero lo usamos para alquilar el transporte que busca a Goliat y su equipo, y además compramos algunas velas y flores".

"Yo soy la que elabora la lista y cobro 50 pesos por persona. Ese dinero lo usamos para alquilar el transporte que busca a Goliat y su equipo, y además compramos algunas velas y flores"

La mujer confirma los precios descritos por Abel, incluido el pago de 150 pesos para el equipo, y añade que, a partir de ahí, quien quiera puede ser más generoso. "Pueden ser lo mismo dos pesos, que diez o 1.000", indica la colaboradora, que da a entender que un extra puede agilizar el proceso, aunque se apresura a aclarar que no es su caso.

"En poblados cercanos, como El Salado, se forman tumultos y protestas, porque hay gente que paga un poco más de dinero para que lo atiendan primero, pero eso aquí no pasa porque yo soy muy estricta en cuanto a la lista de reservas".

El fenómeno de los curanderos no es nuevo en Cuba, donde muchos ciudadanos recurren a este tipo de individuos por causas que van desde las religiosas y culturales a la propia desesperación de la desatención médica o la falta de esperanzas cuando la medicina no puede ir más allá. En 2014, la gran pantalla dio a conocer con el documental El médico de San Martín (Fe y misterio o el misterio de la fe), el caso de un sanador de Ciego de Ávila cuyos logros dieron mucho que hablar en su época.

El curandero atendía largas filas de personas del batey San Martín, en el municipio de Primero de Enero, donde ejercía, pero también de toda Cuba, e incluso del extranjero y, aunque se desconoce qué fue de él, circula la teoría de que acabó en prisión tras la muerte de una mujer en una de sus operaciones.

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