“Mi mamá tiene novia”

Lilianne Ruíz

03 de octubre 2014 - 06:30

La Habana/Denia y Mayra se conocieron hace doce años en un paseo por el Malecón. En la zona de tolerancia que comienza en el parque Maceo y termina en la fuente de la calle 23, donde históricamente se concentra parte de la comunidad LGBTI en las noches habaneras. Al cabo de siete años de relación, se plantearon seriamente tener un hijo, pero se toparon con un obstáculo: según los protocolos del ministerio de Salud Pública, la posibilidad de concebir por vías no tradicionales solo está diseñada para los casos de parejas heterosexuales y se trata como patología de infertilidad.

Las dos mujeres empezaron a buscar donantes voluntarios entre sus amigos. Sabían que otras mujeres en la misma situación habían logrado la concepción irrigando el semen en la vagina con una jeringuilla. "En contacto con una mucosa puede durar hasta 72 horas; en una jeringuilla, almacenado a temperatura ambiente, puede conservarse 48 horas", afirman.

Entre sus amigos cercanos no encontraron un candidato que reuniera todas las condiciones, sobre todo que estuviera dispuesto a renunciar a la paternidad y cederla enteramente a la pareja de mujeres. Así que después de muchas indagaciones discretas, dieron con un médico del servicio de ginecología y obstetricia de un hospital de maternidad de la capital que, además de inseminar artificialmente a Mayra, pudo mostrarle al donante con las características que ella había descrito como deseadas, e incluso con cierto parecido con Denia. La inseminación se llevó a cabo en la casa de la pareja, lejos del ojo vigilante de las autoridades sanitarias. En caso de que se divulgara, el médico perdería su profesión.

La inseminación se llevó a cabo en la casa de la pareja, lejos del ojo vigilante de las autoridades sanitarias

Denia elude la pregunta de si para obtener este servicio "por la izquierda" hubo de pagar algún dinero. Según otras mujeres en situación similar, las tarifas en el mercado informal de espermatozoides oscilan entre los 100 y los 300 CUC.

"Esta ha sido la alegría más linda que he tenido en mi vida. La niña me dice madrina", asegura Denia. Las dos mujeres se consideran madres de Paola, una hermosa niña de cinco años que asiste al preescolar.

Durante el embarazo y el parto, Denia se presentaba como una amiga de Mayra. Según su experiencia, si declaraban ser la pareja de lesbianas que son, el trato no iba a ser el mismo. "En muchos lugares nos damos cuenta de que no nos tratan igual que a una pareja heterosexual. A veces hemos sido rechazadas. Entonces lo que hicimos fue guardar las apariencias."

Denia cuenta que ella se levantaba primero en la madrugada para poner al bebé en el pecho de su madre: "Aunque yo no sea la madre biológica, me siento madre también de Paola. A veces discutimos cariñosamente a ver quién le prepara la comida porque a la niña le gusta más como cocino yo."

No se besan delante de la niña y no precisamente porque no puedan promover sus valores de respeto a la diversidad sexual y a la libertad de elección delante de ella, sino porque les preocupa que en la escuela vaya a experimentar rechazo. "Vivimos en una sociedad que no está adaptada a que un beso es un gesto de amor entre la pareja, y que las parejas puedan estar constituidas por iguales."

Por eso, opinan que debe legalizarse en Cuba el matrimonio entre personas del mismo sexo, para que sus derechos estén recogidos en los protocolos del ministerio de Salud Pública, incluyendo el derecho de la mujer lesbiana a concebir con ayuda de la ciencia. "Los iguales seríamos más iguales", dicen.

Sin embargo, por el momento no hay banco de semen para donación en el sistema de salud cubano ni siquiera para heterosexuales. Tampoco hay estadísticas acerca del número de parejas del mismo sexo con hijos. En una consulta telefónica, el Departamento Jurídico del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) admite que no ha hecho encuestas y no dispone de información al respecto.

Como suele pasar a menudo, el mundo oficial se mantiene alejado de lo que está sucediendo en la vida real. Se niega a legislar y se desentiende de historias de pasión diferentes, con frutos y sin patriarcas.

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