El regreso del exterminador

El aparato se accionaba manualmente y que popularmente se llamaba “el aparato de flit”. (todocoleccion)
El aparato se accionaba manualmente y que popularmente se llamaba “el aparato de flit”. (todocoleccion)
Marcelo Hernández

24 de junio 2016 - 18:53

La Habana/Una fiebre de fumigación extensiva azotó a toda Cuba desde principios de este año y tras la aparición del primer caso del virus del zika en el país. Los focos del mosquito Aedes aegypti y sus presumibles criaderos fueron atacados por un ejército de soldados uniformados, armados de potentes equipos de fumigación que llenaron de humo cada rincón del país.

La campaña no estuvo exenta de detractores. Especialmente aquellos que argumentaban que invadía la privacidad de la familia y resultaba un innecesario gasto de recursos. También crecieron las voces que llamaban a buscar soluciones más efectivas, como la venta de insecticidas y repelentes que pudieran ser aplicados por los propios ciudadanos.

Los que peinan canas ‒o que ya no les queda nada que peinar‒ recordaron la existencia hace décadas de un modesto instrumento compuesto por un depósito y una bomba cilíndrica que se accionaba manualmente y que popularmente se llamaba "el aparato de flit". El pequeño exterminador de bichos fue enarbolado como una posible alternativa a la fumigación masiva.

Flit no solo es la palabra inglesa que alude a la rapidez con que una cosa, persona o idea aparece o desaparece, sino que además es la onomatopeya adecuada para reproducir el sonido que hacía aquel artilugio mientras perseguía a una escurridiza cucaracha o atacaba a una mosca en pleno vuelo. Flit, flit, flit, y el insecto queda patas arriba.

El aparato ‒que constituía un arma personal empleada en legítima defensa‒ usaba un insecticida cuya marca comercial era Black Flag y que dejó de comercializarse en Cuba tras la ruptura de relaciones con Estados Unidos. Algunos innovadores adaptaron bombas para inflar neumáticos de bicicletas que sustituían al desaparecido objeto, pero al perderse el líquido insecticida poco se pudo hacer con solo el ingenio.

Ahora, el exterminador ha regresado. Para sorpresa de muchos, el artefacto está de vuelta pero esta vez de plástico y de fabricación china. El precio del nuevo flit asciende a 17 pesos moneda nacional y un cartel aclara que "se da uno por libreta de abastecimiento" y solo en la farmacia que le corresponde a cada núcleo familiar, tal y como se hace con la venta de almohadillas sanitarias para mujeres.

El líquido insecticida, por su parte, solo puede comprarse en los establecimientos del llamado Mercado Artesanal Industrial (MAI), en venta liberada y cuando aparece.

El regreso de este exterminador quizás sea una sutil manera de decirnos que la intensiva campaña de fumigación, respaldada por miles de efectivos militares y que llenó de humo a la Isla, se ha replegado hacia soluciones menos rimbombantes pero quizás más efectivas.

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