El aquelarre de la vida

Un hombre lee la programación del Festival Aquelarre 2015 a las afueras del Teatro Mella (Luz Escobar/14ymedio)
Un hombre lee la programación del Festival Aquelarre 2015 a las afueras del Teatro Mella (Luz Escobar/14ymedio)
Zunilda Mata

07 de agosto 2015 - 09:54

La Habana/Mezclar risa y llanto es como tomarse una cucharada de miel con limón. Los sentidos se disparan, los ojos se humedecen y el corazón late con fuerza. El humor logra esas sensaciones encontradas y la actual edición del Festival Aquelarre 2015 se propone reafirmar el contraste de narrar Cuba entre carcajadas a la par que se reflexiona sobre la realidad.

La gala de apertura que tuvo lugar el pasado domingo en el Teatro Karl Marx de La Habana incluyó esa ensalada de dolor y alegría. Parte del espectáculo estuvo dedicado al recién fallecido humorista Carlos Ruiz de la Tejera, quien para muchos tendrá siempre el mérito de habernos hecho reír, incluso en los momentos más difíciles, cuando menos razones para la chanza teníamos en Cuba.

El Aquelarre es también una oportunidad para reencontrar artistas como Alejandro García Virulo, quien está promocionando por estos días su último álbum Cuba sí, yanquis ¿qué? sobre el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos tras medio siglo de altisonante confrontación. Como nos tiene acostumbrados, el autor de El niño caníbal ironiza sobre situaciones complejas y se burla hasta de "la moringa" del comandante en uno de los temas del nuevo disco.

Durante el espectáculo dominical, Virulo tuvo palabras de elogio para De la Tejera, junto al que creó el Conjunto Nacional de Espectáculos y realizó inolvidables puestas en escenas como las producciones La esclava contra El Árabe, El Bateus de Amadeus y Welcome Colón, que marcaron un antes y un después en la creación humorística de la Isla.

La escena satírica cubana oscila entre el ingenio y el anquilosamiento; entre las figuras rutilantes a la manera de Luis Silva con su ingenioso Pánfilo y los pujones acomodados por la burocracia que reinan también en el sector

Sin embargo, ni siquiera la picardía de Virulo puede encubrir que el Aquelarre trae este año pocas novedades. La reposición del monólogo Strike de Omar Franco ha sido bien recibida dada la calidad y popularidad de los personajes que interpreta el actor, pero a pocos humoristas le quedan bien tales remakes. La escena satírica cubana oscila entre el ingenio y el anquilosamiento; entre las figuras rutilantes a la manera de Luis Silva con su ingenioso Pánfilo y los pujones acomodados por la burocracia que reinan también en el sector.

Sin dudas, el mejor humor de Cuba se consume en grabaciones piratas que circulan en el Paquete o dentro de los locales privados que contratan artistas para amenizar las cenas de sus clientes. Es ahí donde son más atrevidos, picantes e incisivos. El Aquelarre, no obstante, es el encuentro con el gran público, con entradas subvencionadas, el aire acondicionado de las salas teatrales que apenas funciona y la mala paga a los artistas. Es una fiesta de la risa que se hace bajo la precariedad material y los problemas organizativos que corroen todo el país.

Se echa en falta una renovación de la propuesta artística vinculada a la sátira y la incorporación de nuevos rostros al escenario cómico. Se recurre demasiado al stand-up comedy o comedia de pie, en la que el actor se para frente al micrófono y entabla una conversación con el público, mientras se utilizan muy poco otros recursos cómicos en los que se mezcle pantomima, música y escenografía.

Es una fiesta de la risa que se hace bajo la precariedad material y los problemas organizativos que corroen todo el país

Se agradecen en esta edición de la mayor fiesta de la risa en Cuba excepciones que rompen la rutina como el espectáculo Casting, dirigido por Eider Luis Pérez, donde además de la novedad de la trama se disfruta del talento de Venecia Feria, Yasnay Ricardo, Mireya Abreu Pérez y Aleanys Jáuregui, cuatro mujeres que desmienten el tópico según el cual en Cuba "la comedia es cosa de hombres".

Casting innova no solo en cuanto a la elección de sus actrices, sino también porque se adentra en un tema actual y poco explorado, el de un director extranjero llamado Salpinguidis que realiza un casting para contratar a la protagonista de su próxima película. A la prueba se presentan cuatro mujeres que se llevarán una sorpresa sobre las verdaderas intenciones del filme. Una historia de ingenuidades, dobleces e intenciones ocultas.

Más allá de las limitaciones materiales y de la urgencia de renovar propuestas, el Aquelarre siempre es bien recibido por un público necesitado de reír. Así que llenamos los teatros hasta el próximo domingo y soltamos esas carcajadas sonoras que nos humedecen los ojos y hacen palpitar más fuerte el corazón.

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