Salieron de Cuba para quedarse varados en otra isla

Un grupo de cubanos detenidos en Trinidad y Tobago por las autoridades migratorias. (Cortesía)
Un grupo de cubanos detenidos en Trinidad y Tobago por las autoridades migratorias. (Cortesía)
Yoani Sánchez

25 de enero 2017 - 15:08

Miami/Salieron de Cuba antes del 12 de enero y ahora están varados en la isla de Trinidad y Tobago, al noreste de Venezuela. Llegaron con la ventaja de no necesitar un visado, pero han perdido la esperanza de alcanzar las fronteras de Estados Unidos tras la cancelación de la política de pies secos/ pies mojados.

Cifras no oficiales estiman que más de un millar de cubanos ha llegado a Trinidad y Tobago a la espera de poder salir hacia Estados Unidos. Algunos recibieron en este tiempo el estatus de refugiado que confiere la Oficina para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pero tienen dificultades para obtener el permiso de trabajo.

Recientemente 15 cubanos detenidos en Trinidad y Tobago por estar indocumentados, entre ellos 12 hombres y 3 mujeres, declararon que preferían la muerte antes que volver a su país

Zenaida, nombre ficticio, tiene todavía un hijo en Cuba y teme dar su identidad real para acompañar la historia que ha vivido en los últimos meses, pero el deseo de contar lo ocurrido a veces tiene algo de temerario.

"La voz de que están brindando asilo se ha corrido y, si las autoridades de inmigración no viraran para atrás a un número considerable, seríamos muchos más". Los que son atrapados cuando su visado ha vencido son enviados a la cárcel.

Recientemente 15 cubanos detenidos en Trinidad y Tobago por estar indocumentados, entre ellos 12 hombres y 3 mujeres, declararon que preferían la muerte antes que volver a su país. Están atrapados en una isla y tratando de evitar que los regresen a otra.

Zenaida tenía un cargo en la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), pero se desengañó de la ideología oficial. "A pesar de vivir el éxodo masivo de los años 90 nunca valoré la posibilidad de abandonar el país porque soy muy apegada a la familia e hija única", reconoce.

Sus inconformidades comenzaron desde que era militante de la Unión de Jóvenes Comunista. "Me di cuenta que Robertico Robaina, nuestro líder por ese entonces, obedecía al principio de 'haz lo que yo digo y no lo que yo hago'". Zenaida trabajaba en una granja avícola y un día descubrió "un gran desfalco de aves donde se falsificaban las facturas". Al confrontar a las personas involucradas supo que entre los malversadores estaba hasta la directora general de la empresa. La frustración la embargó.

Decidió cursar la escuela de cuadro político para dejar atrás la granja avícola. "No podía imaginar que salía de un infierno para entrar en otro". Después de ser testigo del oportunismo y la doble moral de muchos de sus colegas, la poca fe que le quedaba en el sistema se resquebrajó por completo.

"Solicité la liberación de mi cargo después de haber presenciado un atropello a que fue sometido el opositor Jorge Luís García Pérez Antúnez y su familia", cuenta a 14ymedio. "Ese fue el detonante para decidirme a no seguir en aquel lugar".

"Comencé a trabajar a escondidas en la paladar de mi tía. Allí me propusieron 100 CUC y pagarme el importe de mi pasaporte si viajaba por siete días a Trinidad para importar ropa", cuenta.

Pero la suerte de la mula se torció cuando en el aeropuerto de La Habana saludó y conversó con la autora de este texto. Una de las mujeres que viajaba junto a ella regresó antes a Cuba y comentó a los vecinos que Zenaida era "de los derechos humanos". "Pueblo chiquito infierno grande, la noticia corrió como pólvora y hasta mi esposo fue citado por la Seguridad del Estado".

"Mi madre y mi niño también fueron cuestionados por mi comportamiento", detalla. "Era consciente de las consecuencias que tendría que enfrentar si retornaba a Cuba".

"Aquí hay familias varadas a la espera de un país de acogida hace más de dos años. Creo que el mundo no es consciente del drama que viven los cubanos"

Tramitó el asilo político y ahora su situación legal es compleja. "Inmigración me retiró el pasaporte y me dieron una carta que llaman orden de supervisión que me permite el libre tránsito por el país pero que no me permite trabajar". Zenaida tiene que laborar a escondidas para sobrevivir. "Lo hago bajo mi responsabilidad y haciendo los trabajos más duros de limpieza que los nativos rechazan".

Por el momento recibe algo de ayuda de una organización católica, Living Water Community, que consiste en una factura de alimentos que incluye arroz, azúcar, granos, harina, papel higiénico, jabón y alguna ropa donada por otras personas.

Después de algún tiempo tendrá su primera entrevista con los representantes de la ONU y solo así podrá obtener la condición de refugiada. "Aquí hay familias varadas a la espera de un país de acogida hace más de dos años. Creo que el mundo no es consciente del drama que viven los cubanos", sentencia Zenaida.

Aunque Zenaida es optimista desde que se reunió con su esposo y celebra no estar sola, sus sentimientos son contradictorios respecto a la emigración "No sé si vivimos en un limbo pero solo ahora sé que huyendo no se resuelve nada. Dejamos nuestras costumbres, nuestros familiares y nuestras raíces para chocar con la cruda realidad del imigrante. Solo seremos libres cuando no crucemos selvas y mares en busca de una respuesta que solo dentro la tenemos". Y concluye con pesar: "¡Que lastima que solo ahora me di cuenta de todo esto!".

También te puede interesar

Lo último

stats