Cajón de Sastre
El sistema totalitario cubano, enemigo mortal de Estados Unidos
Cajón de Sastre
Miami/Tal vez el Gobierno de Estados Unidos de América, junto a ciertos políticos, dirigentes sociales, religiosos, académicos y periodistas, se convenzan de una vez por todas que los que mandan en Cuba odian con fervor religioso todo lo que encarna este país.
Periódicamente, en esta poderosa nación surge un influyente comedor de pecados que se identifica con los gobiernos tiránicos y asumen la defensa de gobernantes ineptos que violan de forma permanente los derechos de sus ciudadanos.
Uno de los regímenes más beneficiados por estos sujetos con un profundo sentido de culpas que equivocadamente consideran a su país responsable de todos los males que acontecen en el mundo ha sido la dictadura castrista, siendo el ex presidente Barack Hussein Obama el mejor aliado que el totalitarismo antillano ha tenido en la Casa Blanca.
Por cierto, al parecer la fiebre de culpa del hoy millonario Obama se le pasó cuando dejó el gobierno, ya que, sepamos, no ha vuelto a abogar a favor de su compañero en La Habana, Raúl Castro, y menos por Raúl Guillermo Rodríguez Castro, más conocido por El Cangrejo, nieto del dictador. Obama, el generoso, no ha dispuesto que una pizca del capital que posee vaya a aliviar la miseria que padece el pueblo que él trató de salvar del embargo.
El ex presidente, por los motivos que fueran, ordenó a su embajadora ante Naciones Unidas, la señora Samantha Power, que se abstuviera en la votación que todos los años se efectúa en ese organismo sobre el embargo estadounidense a Cuba. La alta funcionaria, es prudente recordarlo, dijo “que Washington cambiaría su política de cara a la Antilla Mayor porque “fracasó en lograr su meta de aislar a Cuba y más bien aisló a Estados Unidos”, una afirmación completamente falsa.
Estos individuos tal vez sean muy talentosos, pero no comprenden, o no quieren entender, que el problema del totalitarismo caribeño es que repudia el capitalismo que concibe la libertad como un bien fundamental y respeta el disfrute de los derechos ciudadanos, y, por el contrario, valora positivamente el capitalismo de Estado, que se caracteriza por su rígido control social.
El Estado totalitario cubano actúa en base a las convicciones y motivos de sus líderes fundadores, entre los que se destacó por su perversidad Fidel Castro, que nunca dejó de profesar hacia esta nación los sentimientos más negativos.
El Estado totalitario cubano actúa en base a las convicciones y motivos de sus líderes fundadores, entre los que se destacó por su perversidad Fidel Castro, que nunca dejó de profesar los sentimientos más negativos
Muchos han olvidado que el sátrapa isleño, en plena Sierra Maestra antes del triunfo de la insurrección le dijo a su cómplice Celia Sánchez: “Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta de que ese va a ser mi destino verdadero”.
En su odio a este país involucró a un importante fragmento del pueblo cubano que fue seducido por sus delirios de grandeza y falsas promesas de hacer de Cuba un país mejor con progreso para todos.
Muchos, en la Isla, asumieron de buena fe la propuesta y, al percatarse de que todo era un fraude, la abandonaron y lucharon contra lo que habían ayudado a construir, mientras otros se dejaron manipular por las falsedades del tirano, proveyendo un ejército de imbéciles, porque es imposible continuar calificándolos de tontos útiles.
Los regímenes de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia son aliados de Rusia, Irán y China, por tanto, se deben considerar como bastiones del enemigo en nuestro hemisferio y actuar en consecuencia. Descuidarse ante jenízaros como Daniel Ortega, Nicolas Maduro, Evo Morales y Raúl Castro, más otros que haría esta relación muy extensa, es ser cómplice de criminales.
Esta nación, por los valores que sintetiza, tiene enemigos permanentes que trascienden lo político, como el crimen organizado y el narcotráfico para los que ha instrumentado legislaciones que sostienen políticas de Estado para combatirlo. Debe hacer lo mismo para enfrentar proyectos políticos que se nutren regularmente de facinerosos que asumen la misión social como un instrumento para manipular a la ciudadanía y el enriquecimiento personal, dificultando en extremo el surgimiento de “redentores” que ayuden al enemigo.
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