El trabajo forzado en las prisiones castristas

La elaboración de carbón, las labores agrícolas, el trabajo en la industria tabacalera o el corte de caña se realizan bajo las más inhumanas condiciones de esclavitud

Más de 60.000 presos trabajan en condición de esclavitud en Cuba
Más de 60.000 presos trabajan en condición de esclavitud en Cuba / EFE
Pedro Corzo

26 de octubre 2025 - 16:12

Miami/Las penitenciarías del sistema penal cubano tienen instrucciones claras: hacerles la vida lo más difícil posible a los presos. Todos los esbirros que prestan servicio en esas instituciones deben estar dispuestos a cometer las vilezas más extremas, entre ellas, obligar a los sancionados a realizar jornadas de trabajo crueles e inhumanas.

Ese es el tema que aborda un reciente informe de la ONG Prisoners Defenders, una entidad radicada en España que cumple la difícil tarea de mantenernos informados sobre el presidio político cubano, sin olvidar a los numerosos presos de otras categorías que existen en la Isla como resultado de las injusticias propias del totalitarismo castrista.

El informe alude a “la alarmante situación del trabajo forzoso en los centros penitenciarios cubanos”, revelando y demostrando, sin dar lugar a la duda, la dolorosa y criminal práctica de trabajo forzoso ejercido por el Estado, con fines económicos y punitivos, sobre un total de 60.000 de los 90.000 internos penales y 37.458 sancionados en régimen abierto en el país.

El documento detalla que “las leyes en Cuba amparan de manera impúdica y explícita el trabajo forzoso de los reos y sancionados. La elaboración de carbón, las labores agrícolas, el trabajo en la industria tabacalera o el corte de caña se realizan bajo las más inhumanas condiciones de esclavitud, y la producción obtenida de tales faenas se destina en su totalidad a la exportación, principalmente a países europeos como España, Portugal, Italia, Grecia y Turquía”.

“Las leyes en Cuba amparan de manera impúdica y explícita el trabajo forzoso de los reos y sancionados"

El pliego también certifica la histórica complicidad de la Europa democrática con la dictadura cubana, una relación incomprensible que solo puede justificarse por las añoranzas comunistas o fascistas de algunos líderes del Viejo Continente. A través de la Unión Europea, estos gobiernos subsidian a la dictadura insular, como ha denunciado en numerosas ocasiones la Asamblea de la Resistencia Cubana.

La lectura del valioso informe de Prisoners Defenders conduce inexorablemente al Presidio Modelo de Isla de Pinos, una cárcel en la que el trabajo forzado alcanzó un nivel de sordidez comparable al de los campos de trabajo del gulag soviético o chino, muy próximos, en su brutalidad, a los campos de concentración nazis.

El reclusorio para varones de Isla de Pinos fue, en lo que respecta al trabajo forzado, un centro de experimentación que fracasó en su empeño. La constante resistencia de los presos y el heroísmo de quienes se “plantaron” ante el Plan de Trabajo Camilo Cienfuegos obligaron a la tiranía a clausurar aquel reducto de rebeldía para poder ejercer el control que deseaba, tal como afirmó en una de sus conferencias el ex prisionero político Ramiro Gómez Barruecos.

En los ominosos planes de trabajo esclavo, como el Plan Morejón –en el que sufrió el desaparecido Francisco Paco Talavera– y el propio Camilo Cienfuegos, descrito en un excelente artículo por el también ex prisionero Roberto Jiménez, se puede apreciar la esencia del castrismo: la maldad institucionalizada. A las innumerables horas de labor hay que añadir los asesinatos, mutilaciones y la demencia de incontables encarcelados cuyo único delito fue amar a su patria.

A las innumerables horas de labor hay que añadir los asesinatos, mutilaciones y la demencia de incontables encarcelados

Las condenas que dicta el sistema penitenciario castrista tienen características muy particulares. Una de ellas es la confiscación de los bienes del sancionado, incluidas las viviendas cuando ambos cónyuges han sido penados. Esto genera un escenario desesperante para las parejas que, al salir de prisión, no tienen dónde vivir debido a la crónica escasez de viviendas en el país. A ello se suma que el régimen dispone que los reclusos cumplan sus sanciones lo más lejos posible de sus familias, en un país donde transportarse es una agonía.

No obstante, el trabajo forzoso, realizado en condiciones infrahumanas, es el castigo más cruel. Largas e intensas jornadas bajo una vigilancia constante, plagadas de abusos y malos tratos, se alternan con el regreso a la soledad carcelaria, apenas mitigada por la esperanza de una visita familiar que puede ser suspendida a capricho de un carcelero malhumorado. Esa es la norma en la existencia de un preso en Cuba, sin importar si es político o de derecho común.

A todo ello hay que sumar el hambre, que resulta menos penosa que el hacinamiento, la ausencia de atención médica o la negación del agua. Pero nada supera el dolor que provoca conocer los abusos y privaciones que sufre la familia del preso: es la tortura más devastadora de todas.

También te puede interesar

Lo último

stats