Muchos tontos sonríen ante la rebaja de los precios

Precios en el mercado del EJT de la calle Tulipán. (14ymedio)
Precios a principios de mayo en el mercado del EJT de la calle Tulipán. (14ymedio)
Pedro Armando Junco

30 de mayo 2016 - 19:12

Camagüey/Si pegas diez azotes a tu esclavo cada mañana, cuando le anuncies que a partir del siguiente día solo lo azotarás ocho veces, te responderá: "Gracias, amo" y dormirá con una sonrisa de felicidad toda la noche.

Algo así es lo que disfruta una gran parte de la población cubana con la rebaja de los precios en algunos productos alimenticios de primera necesidad. Mucha gente ríe satisfecha, llena de euforia, abrigando la esperanza de que los artículos vitales continúen declinando sus costos y se aplique cada vez más esta medida a una mayor cantidad de ellos. ¡Hasta Pánfilo pensó comprarse un televisor nuevo! Algunos escépticos pensaron que la oferta habría caducado pasado el primero de mayo; otros atribuyen el "generoso" proceder a los acuerdos tomados en el VII Congreso del Partido. No faltan tampoco quienes desconfían de que, pasadas algunas semanas, los vuelvan a subir como metódicamente se acostumbra.

Sin embargo, muy pocos "proles" han razonado que el precio del arroz oscilaba siempre alrededor de los 20 centavos por libra y que la rebaja de un peso con relación a los cinco de su costo actual es una mueca a la historia. En términos aritméticos, es fácil calcular que cinco pesos es 25 veces su precio tradicional y que, al dejarlo en cuatro pesos, no existe tal rebaja, sino que se mantiene el aumento 20 veces por encima de lo normal.

Solo el pollo, importado de la producción del "enemigo del que nada necesitamos", seguramente adquirido a pocos centavos la libra, se vende ahora a la ciudadanía a 2,60 CUC por unidad

De igual forma pueden entenderse las "gangas" del aceite, de los chícharos y de ese ínfimo puñado de mercancías que la prensa, la radio y la televisión oficial repiten con bombo y platillos como un generoso regalo. Nada se dijo del "café de la Victoria" –recordando a Orwell–, mejunje diabólico que nos vemos obligados a ingerir mientras en las shopping aparecen el Café Cubitas y el Café Serrano a un costo imposible de solventar por el bolsillo obrero. Tampoco se habla de la carne, del pescado, de los mariscos, vedados a la población. Solo el pollo, importado de la producción del "enemigo del que nada necesitamos", seguramente adquirido a pocos centavos la libra, se vende ahora a la ciudadanía a 2,60 CUC por unidad, que al llevarlo a la increíble conversión de la divisa en pesos naturales asciende a 65 pesos cubanos.

Pero muchos tontos sonríen complacidos, sobre todo aquellos que reciben la fatiga y sangre de sus familiares en el exterior convertida en divisas, los que han conseguido salirse del carril de trabajo estatal y de una manera u otra, a veces involucrándose en un negocio turbio o estafando al prójimo en anaqueles propios, se conforman con el statu quo.

El pan representa el ejemplo más evidente. El precio de la flauta de pan común fue siempre de 20 centavos. El Gobierno liberó su entrega: a tres pesos el pan suave y a cuatro el pan duro. Esa liberalización aumentó el precio de 15 a 20 veces, respectivamente. La justificación es que todas las mañanas cada ciudadano del país tiene derecho a una bolita de pan, pequeña y dura, por la libreta de racionamiento, a cinco centavos solamente. El que quiera más bolitas de pan debe pagarlo 15 o 20 veces más caro. Esto dio lugar al surgimiento del vendedor ambulante por cuenta propia, que sale en bicicleta con 50 panes a tres pesos y los expende a cinco: gana dos pesos por cada flauta. Si vende los 50, gana 100 pesos en solo un par de horas: 100 pesos es el aproximado de entre ocho o 10 jornadas de trabajo del obrero cubano. ¡Ese vendedor de pan puede comprar pollo en la shopping! Y así con todo.

Si se aumentan los salarios estatales, resolverán el problema a corto plazo, y luego caerán en una inflación igual a la que ha llevado la quiebra a Venezuela

A veces me cohíbo de revelar estos desbalances sociales por temor a que el Estado se la coja con estos vendedores ambulantes. El colapso vendrá cuando algún sesudo del Ministerio de Economía determine aumentar los salarios como ya hicieron con la salud y es urgente llevar a cabo en la educación para no quedarse sin maestros. Si se aumentan los salarios estatales en general, resolverán el problema a corto plazo, y luego caerán en una inflación igual a la que ha llevado la quiebra económica a Venezuela.

El talón de Aquiles de la economía cubana radica en los millones de puestos de trabajos improductivos que representan el exceso de circulante no remunerable. Es contrario a la lógica financiera, incluyendo la marxista, que la plusvalía de una producción, multiplicada en la venta al detalle entre 10 y 100 veces con relación a su costo, sea retenida en la mano estatal en detrimento de la ciudadanía. La doble moneda enmascara la gran estafa, donde muchos aceptan que una botella de aceite valga 2,40 dólares, cuando en realidad cuesta 60 pesos.

Estos beneficios cosméticos de limosna para nada frenarán el descenso de la población cubana. Los jóvenes continuarán marchándose, los inescrupulosos "merolicos" seguirán devorando a su prójimo, los dirigentes de acomodadas residencias y carros modernos persistirán en no soltar el jamón de sus manos y cooperarán en el acoso y la persecución de quienes levanten la voz para quejarse. Y la ley de la selva prevalecerá un tiempo indefinido, hasta que todo el pueblo sea capaz de abrir los ojos y entienda que no hay razón para alegrarse cuando el amo reduce de diez a ocho los azotes de la mañana.

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Nota de la Redacción: Texto publicado originalmente en el blog La Furia de los Vientos. Lo reproducimos con la autorización del autor.

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