El mismo viejo miedo
Los psicólogos coinciden en definir el miedo como una emoción desagradable al percibir el peligro inminente o al avistarlo de forma anticipada. Le ponen nombres: agorafobia, claustrofobia, acrofobia, miedo a la soledad, de los extraños, a la oscuridad, a la muerte o a la castración. Frente al miedo, aseguran los entendidos, las personas luchan, se fugan o se paralizan.
Conozco muchas personas traumatizadas por algún miedo. Está el que una vez se quedó trabado en el ascensor y nunca más se monta en otro, el que se cogió la corriente y no pasa cerca de un cable, el mordido por un perro que se asusta al sentir ladridos. Como decía Bernard Shaw “la sorpresa del primer golpe no es nada comparada al temor y horror de esperar el segundo”. Pero hay cobardes peores, esos son los que escucharon los cuentos del atrapado, del electrocutado o del mordido y siempre van por la escalera vigilando tomacorrientes y hocicos. Es el miedo de los que escarmientan por trauma ajeno.
Se puede asegurar que en Cuba la inmensa mayoría de las personas que viven hoy en el territorio insular, nunca ha sufrido en carne propia una represión directa del gobierno. A pocos los han llevado a Villa Marista, a muchos ni siquiera los han visitado para advertirle que se están portando mal. La mayoría de las personas no ha sido despedida de su trabajo o expulsada de la escuela a causa de sus opiniones políticas. Es ínfima la proporción de casos a quienes las autoridades de inmigración le niegan el permiso de salida, apenas el 0.002 % de la población está en la cárcel por motivos de conciencia, el número de personas a las que se les ha golpeado o insultado en un mitin de repudio es tan pequeño -comparado con las atrocidades de Ruanda, los abusos en la franja de Gaza o los atropellos en Irak- que casi da pena denunciarlos.
¿Por qué entonces ese dedo índice cruzando los labios, esos ojos desorbitados, ese horror reflejado en el rostro de mis amigos, cuando en sus casas cometo la indiscreción de hacer un comentario político al alcance de sus vecinos? Ya sabemos donde están aquellos que lucharon frente al miedo; de los que se fugaron, recibimos postales y remesas, los paralizados están aquí en torno nuestro, esperando a ver qué hacen los valientes.