Repite y pon camarón

Reinaldo Escobar

14 de abril 2014 - 16:05

Foto tomada de http://www.everystockphoto.com/photo.php?imageId=3555659

Mi excolega José Alejandro Rodríguez que tan atinadamente lleva la sección Acuse de Recibo en el periódico Juventud Rebelde, publicó el pasado miércoles los comentarios de un lector que se quejaba de la ausencia de cerveza en cafeterías y mercados.

Desde que me percaté hace un par de semanas de la escasez del refrescante líquido supuse que sería difícil que alguien se aventurara a quejarse de su falta porque con ello el atrevido se “echaría palante” como consumidor de un producto tenido por suntuoso en nuestras complejas relaciones mercantiles.

Recuerdo cuando en nuestro barrio abrieron la primera cafetería en divisa los comentarios coincidían que serían contadas las personas que fueran a gastarse “los fulas” en algo que no era de primera necesidad. La vida demostró que estábamos equivocados. A pesar de que un trabajador que gane 480 pesos moneda nacional (CUP) tenga que trabajar una jornada de 8 horas para sufragar el capricho de tomarse una fría, lo cierto es que ni la Cristal ni la Bucanero pueden ser consideradas privilegios de los nuevos ricos.

Si faltaran las aceitunas sin hueso, o el salmón noruego quizás nadie lo notaría, excepto los extranjeros residentes en el país y algún que otro "maceta" bien empoderado económicamente, pero sucede que hay una auténtica queja popular frente a la pérdida de la cerveza nacional y ha sido José Alejandro el primero en romper lanzas en la prensa, aunque con la limitación de que su queja va dirigida contra “las entidades productoras, distribuidoras o comercializadoras de la cerveza en Cuba” las que “ya era hora de que hubieran explicado el porqué de tan repentina desaparición”.

¿Por qué –en medio de una campaña contra el secretismo- nuestros medios de difusión no han ido hace rato ya a tocarle la puerta a quienes estarían obligados a dar la explicación? ¿Será porque desde la alta dirección del Departamento de Orientación Revolucionaria nadie ha bajado la orden de tratar el asunto? ¿O quizás se deba a que ningún periodista oficialista se atreve a confesar que él mismo se bebe "un lagarto" de vez en cuando o que trata con quienes se lo toman? Yo mismo he sido víctima de este incalificable complejo de culpa que nos lleva a dar la impresión de que no estamos ni siquiera enterados de que falta la cerveza.

El cadáver nonato de ese hombre nuevo que fracasó entre nosotros suele aparecer como un fantasma para sacarnos un susto cuando estamos a punto de tener un desliz consumista. !Solavaya!

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