El arte de convertir a los artistas en "enemigos"

Luis Manuel Alcántara. (14ymedio)
El caso contra el artista Luis Manuel Otero Alcántara ha expuesto nuevamente ese temor que late en las altas esferas y se desborda sobre todo el que se salga del redil asignado. (14ymedio)
Yoani Sánchez

10 de noviembre 2017 - 14:37

La Habana/Garabateó sobre un muro y lo detuvieron por varios meses; fundó un partido opositor y lo acusaron por haber comprado unos sacos de cemento; abrió un medio de prensa independiente y la denunciaron por traición a la patria. Cada paso dado para ser libre terminó con una desproporcionada represión que solo se explica a través del miedo que siente el oficialismo hacia sus propios ciudadanos.

El caso contra el artista Luis Manuel Otero Alcántara ha expuesto nuevamente ese temor que late en las altas esferas y se desborda sobre todo el que se salga del redil asignado. Los policías que entraron a su casa el lunes pasado iban en busca de cualquier prueba para inculparlo, porque son los ejecutores de una política de castigo que se aplica sistemáticamente contra los críticos del sistema.

Los sacos con materiales de construcción son solo el pretexto para "mostrarle los instrumentos" a Otero Alcántara y enrolarlo en un infinito proceso legal. Lo que viene ahora es una película conocida: el juicio a toda velocidad, la condena que permita sacarlo de circulación hasta que pase la fecha del evento independiente y, mientras tantos, un "policía bueno" que le dirá al oído las ventajas de emigrar y evitar tanto embrollo.

Los sacos con materiales de construcción son solo el pretexto para "mostrarle los instrumentos" a Otero Alcántara y enrolarlo en un infinito proceso legal

El artista sentirá sobre sí todo tipo de presiones. Por un lado la Seguridad del Estado diciéndole que su convocatoria es una provocación que no va a permitirse, por otro el gremio artístico residente en Cuba que tomará distancia de sus propuestas. Algunos de los que dijeron "sí" a participar en la #Bienal00 dejarán de responder los emails o comunicarán que les ha surgido un viaje de imprevisto.

Unos lo acusarán de querer llamar la atención, otros le dirán que podía haber ido por los canales oficiales antes de lanzarse a organizar un evento en paralelo. Los habrá que le recriminen por haber cruzado la línea roja entre arte y activismo o por haber incursionado en la política. Los más cáusticos le susurrarán que ahora puede incluir su propio rostro en el próximo video de Juego de Tronos que edite sobre los candidatos a la presidencia cubana.

Sin embargo, también lloverá la solidaridad de quienes en estos últimos días han estado pendientes del encarcelamiento del autor de ¿Dónde está Mella?, una performance realizada en la antigua Manzana de Gómez, en La Habana. Su caso ayudará a mostrar al mundo que el Gobierno de Raúl Castro tiene un modus operandi similar para atacar a opositores, artistas y periodistas.

Poco le importa al oficialismo si el "atrevido" reporta violaciones de derechos humanos, trabaja con la metáfora o investiga una información. Desde allá arriba todo el que no siga las órdenes solo merece una palabra: enemigo. Luis Manuel Otero Alcántara ahora está para ellos en esa categoría.

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