Agradecimiento y pedido

Yoani Sánchez

15 de febrero 2009 - 09:01

 

No quiero dejar pasar los días y seguir en la ingratitud de no corresponderle a los “abnegados compañeros” que vigilan la entrada de mi edificio. Ellos, con su sacrificio desmedido, han logrado que en las últimas semanas no hayan ocurrido tantos hechos vandálicos, de los que son tan comunes en estos catorce pisos. No le han robado la ropa de la tendedera a nadie, en las escaleras no hemos encontrado ninguna excrecencia humana adornando una esquina, ningún exhibicionista le ha enseñado su miembro a alguna asustada adolescente; la mesa de dominó que genera tantos gritos ha sido suspendida hasta nuevo aviso y hasta los perros vagabundos han evitado hacer de las suyas por allá abajo. Todo eso gracias a los turnos rotativos que mantienen dos disciplinados miembros del ministerio del interior –para vigilarme- en el lobby de mi bloque de concreto.

Sólo quería, junto con mi agradecimiento infinito, pedirles por favor un poco de vista gorda con los vendedores ilegales. Llevamos la misma cantidad de días sin que nadie –ni siquiera un distribuidor de veneno contra cucarachas- grite su mercancía en nuestros pasillos. Me siento culpable de la asfixia comercial en que están sumidos los otros 143 apartamentos y algo tengo que hacer para aliviarlos. Así que les pido -a los acechantes soldados del MININT- mirar hacia otro lado, cuando de la comida se trata. ¡Esto no tiene que llegar a ser el cerco de Lisboa!

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