Aniversario de una consigna

Yoani Sánchez

09 de junio 2010 - 19:10

No, no se equivoca usted, el titulo refiere precisamente a un slogan que cumple años, a una consigna a la que le prenden una nueva velita. En esta isla la manía de conmemorar ha llegado al extremo de celebrar incluso la primera vez que alguien dijo algo. Aunque nos ahogábamos ya en las efemérides y en los aniversarios, ahora se han sumado a la lista de los festejos aquellos relacionados con el nacimiento de una frase. Se entrevista a quienes presenciaron el momento en que se combinó determinado verbo con ciertos sustantivos, como si cada día no nacieran miles de expresiones a tener en cuenta. Hoy, por ejemplo, mi vecina dijo muy inspirada: “nunca se termina, en esta casa nunca se termina”, que viene a ser el lema –apenas tenido en cuenta- de todas las amas de casa del país.

En el inventario de las expresiones a recordar sólo están las positivas, porque a quién se le ocurre que en el noticiero vayan a desempolvar las derrotas, las mentiras, las meteduras de pata. Esas no acumulan años, esas se borran de la historia y punto; que las recuerden otros. Por eso la prensa oficial sólo dedica espacio en estos días a ensalzar la aparición de la coda “¡Venceremos!” en un lema que ya era de por sí bastante pavoroso. Hace más de cincuenta años que la disyuntiva nacional quedó encerrada en un esquemático “Patria o Muerte”. Cinco décadas en que nos hemos acostumbrado al tremendismo de tener que optar por la Pelona, mientras al otro lado de la frase se cambiaba la palabra “patria” por la de “socialismo”, que también podría sustituirse por el término “partido” o por el nombre de cierto líder.

Así van las cosas por aquí: transcurriendo en el plano de lo nominal, de lo dicho pero no hecho. Haciendo un culto al verbo, aunque la realidad lo niega cada día. De qué vale inflar globos por las consignas y recordarnos que peinan canas, si su antigüedad no las ha hecho ni más venerables ni más ciertas. Aunque la vistan de fiesta, la consigna “Patria o Muerte: ¡Venceremos!” me sigue provocando más inquietud que tranquilidad. Hoy, con medio siglo repartido entre sus cuatro palabras, suena como el eco de tiempos lejanos en que todo un pueblo llegó a creerse esa disyuntiva. Después de tanto repetirla, verla pintada en las vallas, escucharla desde las tribunas, me sigo preguntando si acaso hemos vencido, si a esto que hoy tenemos se le podría llamar “victoria”.

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