Tres de las siete especies que colonizan Latinoamérica están presentes en Cuba

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  • El caracol africano y la tilapia invaden la Isla, mientras que el pez paiche está considerado solo un manjar para los jerarcas cubanos
  • Varias de ellas amenazan la biodiversidad del continente

Salud Pública recolectando caracoles en reparto Poey, Arroyo Naranjo. (14ymedio)
Salud Pública recolectando caracoles en reparto Poey, Arroyo Naranjo. / 14ymedio
14ymedio/EFE

01 de julio 2025 - 11:32

Madrid/Roedores que llegaron para impulsar la industria peletera, peces que alcanzan los 200 kilos de peso y moluscos que transmiten enfermedades son algunas de las especies exóticas invasoras (EEI) que más daño ocasionan a los ecosistemas en Suramérica, han explicado varios expertos a EFE. Entre las citadas, dos de ellas son un problema para Cuba: el caracol gigante y la tilapia, mientras una tercera no está muy expandida, el pez paiche.

De las 3.500 EEI censadas en el mundo, el 34% se concentra en el continente americano, según la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, entidad impulsada por la ONU, que reconoce dos grandes grupos.

El primero es el de las especies que llegan de otros continentes y el segundo, el de las que comparten territorio americano pero, al migrar de un país a otro, se convierten en un problema en el receptor, ha explicado el biólogo Paul Van Damme

El primero es el de las especies que llegan de otros continentes y el segundo, el de las que comparten territorio americano pero, al migrar de un país a otro, se convierten en un problema en el receptor, ha explicado el biólogo Paul Van Damme.

Los avances en los medios de transporte para viajes de grandes distancias han facilitado “de forma drástica” la propagación de las EEI que, si encuentran un hábitat propicio, se reproducen y compiten con las locales alterando los ecosistemas, explican las biólogas Leyla Cárdenas, Victoria Suescún y Romina Fuentes en su libro Especies invasoras: preguntas y respuestas.

El caracol gigante africano, por ejemplo, está considerado una plaga en Colombia desde 2008: la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo cataloga como una de las 100 EEI más dañinas del mundo.

Además de arrasar con cultivos, este molusco se alimenta de materia fecal animal y humana, por lo que almacena patógenos infecciosos que transmite al tocar su caparazón o su baba y que pueden ocasionar enfermedades como la meningitis eosinofílica.

La primera información sobre la llegada de este molusco a la Isla fue dada a conocer por este diario en julio de 2014 tras un recorrido por el municipio habanero de Arroyo Naranjo. En ese texto se advertía de que "esta especie pondrá a prueba la capacidad del sistema nacional de salud pública en Cuba para controlar este tipo de situaciones".

En 2019, el Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal dio varias indicaciones para que la población contribuyera al control y eliminación del caracol gigante africano, aunque su presencia ya estaba confirmada en 12 provincias. La llegada de la pandemia de covid-19, la crisis económica, la falta de combustible y la inflación desplazaron el foco de interés y la expansión del caracol continuó, haciendo estragos en algunos territorios.

Existen dos generaciones de especies invasoras en Sudamérica, según señala Van Damme: las que llegaron hace más de 40 años que han sido ya “aceptadas y forman parte de la cadena productiva” y aquéllas que se han vuelto un problema durante el último decenio.

Entre las EEI del Cono Sur, destaca el visón americano, cuyo grueso pelaje y cuerpo alargado lo convirtieron en un animal atractivo para la industria peletera en Argentina y Chile: allí se instalaron, entre 1930 y 1970, criaderos que facilitaron su expansión, certifican los investigadores Mauricio Failla y Laura Fasola, miembros del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.

Entre los daños ocasionados por este mamífero semiacuático figuran la depredación excesiva de roedores y aves nativas y la expansión de enfermedades como la toxoplasmosis y la tuberculosis.

Entre los daños ocasionados por este mamífero semiacuático figuran la depredación excesiva de roedores y aves nativas y la expansión de enfermedades como la toxoplasmosis y la tuberculosis

Otra especie invasora en los mismos países es el castor, que llegó en 1946 a la patagónica Tierra del Fuego con el mismo objetivo de impulsar la industria peletera y enriquecer la fauna local, según un estudio de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Protegido durante más de 30 años y sin depredadores naturales, se reprodujo sin control hasta convertirse en plaga y generar daños a la biodiversidad en más de 23.000 hectáreas de bosque nativo, según el Ministerio de Medio Ambiente de Chile.

De forma similar, la liebre europea se estableció en Perú en el decenio de 1990: su gran apetito y rápida reproducción la convirtieron en otra plaga incluida en el Plan de Acción Nacional sobre las EEI del país.

Con el “desarrollo de la piscicultura, muchas especies invasoras han entrado a la Amazonía”, donde los impactos son “mucho mayores porque hay especies vulnerables”, ha añadido Van Damme.

Es el caso del paiche, por ejemplo, un pez introducido en Bolivia que ha llegado a ocupar “más de 50 % del volumen de pesca total” de la Amazonía: al ser un animal carnívoro y de gran tamaño –hasta 4 metros y 200 kilos– ha colonizado los cauces fluviales sin ningún control efectivo ocasionando daños en los ecosistemas.

Este pez se encuentra también en Cuba, donde existe, incluso, un programa para su cría. Sin embargo, en la Isla no ha encontrado las condiciones óptimas para convertirse en un problema y, al contrario, se considera un manjar exclusivo para los altos cargos del Partido Comunista y el Ejército.

Sin embargo, en la Isla no ha encontrado las condiciones óptimas para convertirse en un problema y, al contrario, se considera un manjar exclusivo

El pez león es otra EEI, procedente del océano Pacífico y hoy en costas de Venezuela, donde se ha convertido en un problema debido a su rápida reproducción: según el Ministerio del Poder Popular de Pesca y Acuicultura de Venezuela, un solo ejemplar puede poner dos millones de huevos al año y el problema es que expulsa veneno que ahuyenta a otros depredadores y afecta a especies locales de cangrejos, langostas y pulpos.

Un tercer ejemplo es la tilapia africana, que llegó a Suramérica hace más de cincuenta años y es cultivada en acuicultura por su adaptabilidad y alta reproducción, pero en libertad estas características junto con su capacidad para almacenar virus la convierten en una amenaza en ríos y lagunas de Ecuador.

Este pez está también muy presente en Cuba, donde llegó de la mano de Fidel Castro a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970. Proveniente inicialmente de México, el pescado llegó con el objetivo de diversificar la producción acuícola en un momento en que el mandatario llevaba a cabo faraonicas campañas que, supuestamente, colocarían a la Isla a la cabeza de la producción de alimentos en América Latina.

Su llegada produjo serias alteraciones en los ecosistemas acuáticos y ha sido bastante común la propagación de la tilapia asilvestrada, que se escapa de las presas y estanques controlados y termina diezmando la fauna de los ríos y riachuelos. Además, este pescado no goza de buena reputación en los platos cubanos, ya que se considera que tiene un cierto sabor a tierra y no adquiere adecuadamente el sabor de las especias.

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