¿Puede repetirse la tragedia del remolcador 13 de marzo?

Reinaldo Escobar

13 de julio 2014 - 08:30

La Habana/En la madrugada del 13 de julio de 1994, el remolcador 13 de Marzo fue embestido por cuatro barcos propiedad del Estado cubano y que portaban mangueras de agua. En la vieja embarcación viajaban 68 personas que intentaban escapar hacia Estados Unidos, cuando fueron interceptadas a unas siete millas de las costas de La Habana. A fuerza de golpes con sus respectivas proas y de chorros de agua sobre la cubierta, las naves oficiales lograron hundir al remolcador y en la acción perdieron la vida 37 de sus ocupantes, de los cuales diez eran menores de edad.

Para que un hecho tan lamentable como éste no se repita, resultaría indispensable evitar que regresen las causas que le dieron origen y analizar crítica y públicamente las decisiones que se tomaron.

Una sucinta descripción de las causas colocaría en primer lugar la situación económica que vivimos los cubanos tras el derrumbe del campo socialista, cuyos efectos más visibles fueron un amplio desabastecimiento de productos de primera necesidad, el colapso del transporte público y prolongadas interrupciones del servicio eléctrico. A eso debemos agregar la falta de esperanza de hallar una solución en virtud de la posición gubernamental de resistir antes que negociar y la nula oportunidad de los ciudadanos de participar en la toma de decisiones. El resultado de la suma de estos factores fue el desespero de las capas más vulnerables de la población que carecían de la voluntad de inmolación que les exigían sus gobernantes y no tenían a mano la capacidad de organizarse para cambiar nada.

Las decisiones que tomaron las autoridades frente al desespero ciudadano fueron absolutamente coherentes con el discurso oficial que llevaba más de tres décadas repitiendo de mil formas posibles la idea de que no se puede ceder ni un milímetro ante las pretensiones del imperialismo y enarbolando el concepto de que todo el que no siga fielmente la doctrina revolucionaria ocupará un sitio en las filas del enemigo exterior.

Ante la pregunta de si hay alguna posibilidad de que se repita una experiencia como aquella de hace 20 años habría que analizar los riesgos de que vuelva a ocurrir un desastre económico de similar envergadura y preguntarse si ha cambiado en algo la intransigente intolerancia política de quienes nos gobiernan.

Si echamos un vistazo a las conclusiones publicadas en la última sesión del Parlamento cubano podremos darnos cuenta del enorme grado de fragilidad que caracteriza la economía nacional. No es exagerado pensar que si Nicolás Maduro resbala en la bañadera, podríamos volver a tener una nueva catástrofe con su consecuente período especial incluido. Debido a que los más vulnerables tienen hoy mucha menos vocación numantina que la que hubieran podido tener sus pares de hace dos décadas y como que, como aquellos, tampoco pueden participar ni influir en los asuntos públicos, lo que más posibilidades tendrá de sobrevenir será el desespero.

Entonces solo queda abierta una interrogante: ¿Actuarían hoy las autoridades cubanas tan inflexiblemente como en el verano de 1994?

La primera razón para responder afirmativamente es que nadie ha hecho la autocrítica del crimen y será así, mientras ocupen el trono quienes debieran sentarse en el banquillo de los acusados. La segunda es que se mantiene vigente la táctica de desviar la culpa sobre el pueblo, culpando de irresponsables a los desesperados y atribuyéndole a la "justa ira popular" las atroces acciones punitivas. La tercera y no última razón para creer que todo puede repetirse, radica en la obsesionada negativa a reconocer la derrota de la ideología que les sostiene y los conduce a no hacer reformas políticas para entenderse con los inconformes del interior del país y a no querer ver el mundo en que estamos viviendo.

Los cubanos que tienen menos de 30 años apenas han tenido noticias de aquella tragedia, la mayoría de los que tienen más edad solo tuvieron acceso a las versiones oficiales y a algún que otro rumor. Nadie ha erigido en Cuba un memorial con los nombres de las víctimas, pero las causas, las potenciales y las reales están allí, agazapadas, amenazantes.

También te puede interesar

Lo último

stats