'Cuando salí de Cuba', la historia desconocida de los 4.000 menores que huyeron a España

El libro reúne los testimonios de varios cubanos que salieron de la Isla con la ayuda del cura Antonio Camiñas

Fotografía cedida por la editorial Casa Vacía donde aparece un grupo de cubanos en España en 1966, que formó parte de los niños que viajaron a este país. (EFE)
Fotografía cedida por la editorial Casa Vacía donde aparece un grupo de cubanos en España en 1966, que formó parte de los niños que viajaron a este país. (EFE)
Xavier Carbonell

21 de mayo 2023 - 15:07

Salamanca/El 25 de abril de 1969, Remberto Pérez se reencontró con su familia en Estados Unidos después de dos años de separación. Había escapado de Cuba a punto de cumplir quince –las Fuerzas Armadas estaban a punto de llamarlo a filas– rumbo a Madrid, donde un cura franciscano, Antonio Camiñas, se encargaría de recibirlo hasta que sus padres pudieran abandonar la Isla.

Las Tunas se había convertido en una ciudad inhóspita para los Pérez. El padre pasaba largas jornadas bajo el sol de oriente, a golpe de machete y sin pago: era el castigo de Fidel Castro por haber solicitado el permiso de salida del país. La madre, tras despedir al niño Remberto en el aeropuerto, descubrió que se había embarazado por cuarta vez.

También se quedaba atrás María, la otra niña, que al cabo de más de cincuenta años no olvida lo que significó para la familia esos últimos años en Cuba. Dos años después de la partida de Remberto en 1967, lograron emigrar a Estados Unidos.

Remberto y María tenían mucho que contarse: él había formado parte de los llamados “niños del padre Camiñas” –entre 1966 y 1974, el franciscano logró recibir a alrededor de 4.000 menores para refugiarlos en España hasta que fuera necesario–; ella había presenciado el deterioro del país tanto como el de la familia.

“Dejé a un niño gordito y me encontré en Nueva York a un joven alto y apuesto, que se vestía como los Beatles”, recuerda ahora María Pérez, de 69 años, en conversación con 14ymedio. “Sin embargo, él se espantó cuando nos vio. Mi padre estaba renegrido por el sol, yo estaba muy flaca y mi madre se había enfermado”.

El protagonista silencioso del libro, que reúne 50 testimonios, es Antonio Camiñas, un sacerdote nacido en Remedios, en la antigua provincia de Las Villas, y expulsado por Castro a España

La historia de Remberto y del resto de los niños de lo que algunos han llamado Operación Madrid decidieron contarla ambos hermanos en Cuando salí de Cuba (Casa Vacía), con la colaboración del historiador Ricardo Quiza.

El protagonista silencioso del libro, que reúne 50 testimonios, es Antonio Camiñas, un sacerdote nacido en Remedios, en la antigua provincia de Las Villas, y expulsado por Castro a España. Para María Pérez, se trata de “una historia conmovedora” que lleva décadas siendo ignorada por los cubanos.

Desde la madrileña iglesia de San Francisco el Grande –que se convirtió en el cuartel general de Camiñas– se gestionó el recibimiento de los menores que venían de la Isla, y cuyo reclutamiento por el ejército de Castro era inminente.

“La razón principal para sacar a los niños era la ley del Servicio Militar, que obligaba a los jóvenes varones de 15 a 27 años a permanecer en Cuba”, explica Pérez, “Sin embargo, el peligro inminente eran las Umap (Unidades Militares de Apoyo a la Producción), porque los muchachos eran casi todos religiosos y de familias antisistema, que habían manifestado su deseo de salir del país”,

A Camiñas “todos lo recuerdan como una especie de ángel pero con los pies bien puestos en la tierra”, cuenta. “Era muy cubano. Dicen que fumaba mucho. Le ponía nombretes de cariño a los muchachos y a su propia familia. También era un hombre práctico”.

Alimentos, ropa, medicamentos, transporte: Camiñas era un todoterreno de la administración, que compartió con otros sacerdotes y familias cubanas establecidas en España. Los niños no olvidan el Cadillac negro de Isabel de Falla –millonaria y perteneciente a la antigua nobleza cubana– que recogía a los niños en el aeropuerto de Barajas. “Parecía un trasatlántico rodando por las calles de Madrid”, recuerdan en los testimonios.

Camiñas, señala Pérez, nunca quiso dar publicidad a los viajes, no solo por discreción sino porque consideraba aquella como su misión como ser humano y religioso. Ahora los niños han envejecido, pero eso no obsta para que, al reconstruir los relatos, “vuelvan en el tiempo” a los albergues del El Escorial, la Casa de Campo y Navacerrada, donde los ubicó Camiñas.

Esas voces son las que interesan a Cuando salí de Cuba, un libro de testimonios, no de historia. Tocará a los estudiosos, afirma Pérez, dilucidar varias preguntas más profundas sobre la Operación Madrid: ¿Cómo se las arregló Camiñas para que Castro no interfiriera en sus planes? ¿Existía un acuerdo secreto entre el régimen y Francisco Franco, el dictador español, que moriría no muchos años después, en 1975? ¿Por qué la propaganda cubana decidió ocultar la historia de los “niños” en lugar de usarla para desacreditar al exilio, como ocurrió con la Operación Peter Pan, en 1960?

“El objetivo del libro es abrir la ventana a esas cuestiones”, admite Pérez. Ni las propias familias involucradas están seguras del punto de partida del plan. En la Cuba de 1966 comenzaba a hablarse de aquella “vía” para sacar a los niños por España. Había que acudir a la Embajada, obtener los documentos y comprar el pasaje.

“A mí me cuesta mucho pensar que el Gobierno de Cuba no estuviera de acuerdo con el de España. No pueden salir de un país casi 4.000 niños sin que lo sepa el régimen”, reflexiona. España y Cuba, añade, nunca rompieron relaciones, y Castro tuvo cierta cordialidad con Franco, de quien dijo que “nunca trató mal” a su Gobierno.

“A mí me cuesta mucho pensar que el Gobierno de Cuba no estuviera de acuerdo con el de España. No pueden salir de un país casi 4.000 niños sin que lo sepa el régimen”, reflexiona

Al principio hubo cierto desorden, señala la coautora de Cuando salí de Cuba, como el caso del niño que llegó a Barajas y no había nadie para recogerlo. “Un policía habló con él, lo llevó a una oficina donde, por suerte, conocían lo que estaba haciendo Camiñas. Una de las funcionarias lo llevó para su casa, lo acogió allí, y al otro día se lo llevaron al sacerdote”, relata.

Otro caso fue el del niño de menos edad –11 años–, a quien lo enviaron directamente en una guagua hasta San Francisco el Grande. “Ante estas situaciones, Camiñas comenzó a organizar visitas diarias al aeropuerto, para ver si había niños que vinieran solos. Hubo muchos voluntarios que lo ayudaron”, explica.

En El Escorial y los demás albergues, los niños vivieron su adolescencia con toda la plenitud que les permitieron las circunstancias. Reunían pesetas para ir de paseo a Madrid, se hacían pasar por guías turísticos y les caían en gracia a los visitantes, y hablaban sin parar. “Por la noche lloraban; por la mañana se levantaban a jugar pelota”, resume Perez. “De los que yo conozco, ninguno le reprochó a sus padres haber tomado aquella decisión”.

Llegado el momento, hubo que contar toda la historia. Remberto llegó a casa de su hermana y le dijo: “Oskar Schindler salvó a cientos de judíos del Holocausto, y todo el mundo lo conoce. Sin embargo, el padre Camiñas salvó a casi 4.000 niños cubanos y hoy nadie recuerda quién fue”.

La primera idea de María fue acudir al escritor Enrique del Risco, que no podía asumir el proyecto pero les recomendó a Ricardo Quiza, como colaborador. El proceso duró dos años, en los que decenas de “niños” fueron entrevistados. “Todo está grabado”, asegura Pérez, “pensando en un futuro audiovisual”.

Tras ver el resultado y la acogida de Cuando salí de Cuba, los Pérez están convencidos de que cada vez le resultará más difícil al régimen esconder la historia de la Operación Madrid. “Mis padres estaban seguros de algo: querían salvar a sus hijos. Yo creo que lo lograron”, afirma María, cuya memoria –como dice la canción de Luis Aguilé que da nombre al libro– “late y sigue latiendo” por la Isla.

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