La calle Damas de San Isidro, un año después del desalojo violento de Otero Alcántara

Los vecinos recuerdan con cariño al artista que tenía su casa abierta para todos

Calle Damas 955, en San Isidro, vivienda del artista Luis Manuel Otero Alcántara, este jueves. (14ymedio)
Calle Damas 955, en San Isidro, vivienda del artista Luis Manuel Otero Alcántara, este jueves. (14ymedio)
Luz Escobar

26 de noviembre 2021 - 18:39

La Habana/Un candado clausura permanentemente las dos hojas de madera de la puerta del 955 de la calle Damas en la Habana Vieja, que antaño casi siempre estaba abierta. A decir de muchos en el barrio, en la casa de Luis Manuel Otero Alcántara y sede del Movimiento San Isidro (MSI), "siempre le daban la bienvenida a cualquiera". Ahora, su figura ya no se divisa en el umbral ni se asoma a la ventana como antes. Desde las protestas del pasado 11 de julio el artista está recluido en una prisión de alta seguridad.

Ha pasado un año del desalojo violento que efectuó la Seguridad del Estado para sacar del inmueble al grupo de huelguistas de hambre y sus acompañantes, que exigían la libertad del rapero Denis Solís, y el panorama es ahora bien distinto.

Este jueves 25 de noviembre, la calle Damas era transitable, no como hace un año cuando la vigilancia policial lo impedía. Desde una escalera se escucha música a todo volumen, un tema de Karol G que sale de los altavoces. En la esquina, un par de muchachos arreglan un carro, otro limpia el techo de su bicitaxi mientras un joven pone a cargar su moto eléctrica.

"Recuerdo que por aquellos días esto era un infierno, incluso a nosotros que vivimos aquí nos tenían controlados. La policía y los oficiales tenían a todo el mundo asustado"

"La cuadra ha ido volviendo a la normalidad", cuenta un vecino. "Recuerdo que por aquellos días esto era un infierno, incluso a nosotros que vivimos aquí nos tenían controlados. La policía y los oficiales tenían a todo el mundo asustado, con amenazas para que nadie se acercara a Luis Manuel. Pero nunca pudieron joder la relación que ese muchacho tenía con todos. Aquí lo adoramos. Decía siempre que lo que era de él, era de todos".

El vecino, que pidió mantener el anonimato, halaga con insistencia la generosidad de Otero Alcántara. "Era tremendo, los vecinos sentían que esa también era su casa. Pasaban, conversaban, hasta cogían comida del refrigerador si la necesitaban y Luisma decía que ni pidieran permiso".

La solidaridad, argumenta, iba en las dos direcciones. "Su vecina también le daba comida hecha casi a diario. Si hacía frijoles le llevaba, como si fueran familia. Él se daba a conocer tal cual es y te digo algo: es imposible no quererlo".

El vecino relata que la Seguridad del Estado consiguió aterrorizar la zona. Mucho tiempo antes –y después– del desalojo del 26 de noviembre, el artista vivió hostigado y perseguido por las autoridades. Al salir del hospital Manuel Fajardo a donde lo llevaron esa noche tras varios días en huelga de hambre y sed, encontró su vivienda sitiada por patrullas de la policía y oficiales de la Seguridad del Estado, que a partir de entonces ejercieron una vigilancia las 24 horas del día.

La acción violenta del Gobierno contra la sede del MSI desató, al día siguiente, una protesta inédita de ciudadanos, artistas e intelectuales a las puertas del Ministerio de Cultura exigiendo que se respetaran la libertad de expresión y el derecho a tener derechos. ¿Dónde nos vemos? ¿Qué hacemos? ¿Para dónde vamos?, era la pregunta que recorría los grupos de WhatsApp que inmediatamente se crearon para coordinar un encuentro el 27 de noviembre.

"Vivir aquí me ha enseñado que nada es de nadie. Aquí solo te tienes a ti, si quieres ver la película en la televisión y el más grande y fuerte quiere ver la pelota, eso es lo que hay que ver"

Ante el atropello y la violencia que muchos habían visto en las pantallas de su celulares, la reacción fue lanzarse a la calle, ese lugar que en Cuba está reservado solo para "los revolucionarios", según dijo el propio presidente Miguel Díaz-Canel durante la jornada de protestas del 11 de julio, cuando Otero Alcántara acabó de nuevo en prisión, de donde aún no ha salido.

"Cuando estaba Luis Manuel nos sentíamos seguros, su actitud valiente era contagiosa". Por eso, asegura, el 4 de abril salió "toda la cuadra" a cantar Patria y Vida y gritar "Díaz-Canel singao" en "la cara de la Policía" y ayudó a impedir el arresto de Maykel Castillo Osorbo. Ahora, "con él preso, todo es distinto, no hay quién nos defienda de los abusos de la Policía y esto está quieto", lamenta.

Otra vecina de la cuadra cuenta que Otero Alcántara se fue a vivir a casa de una tía en El Cerro y casi no iba por Damas cuando salió del Calixto García, donde estuvo un mes bajo custodia tras otra huelga de hambre que realizó. "Apenas venía a buscar algunas cosas y salía rápido, porque esto estaba con la guardia fija de la Seguridad del Estado y las patrullas en la esquina", refiere la mujer. "Es muy duro lo que ha vivido ese muchacho que lo único que hace es arte".

Un familiar del artista que conversó con 14ymedio recuerda que la última vez que lo visitó en la cárcel Otero Alcántara le dijo: "Vivir aquí me ha enseñado que nada es de nadie. Aquí solo te tienes a ti, si quieres ver la película en la televisión y el más grande y fuerte quiere ver la pelota, eso es lo que hay que ver". Aunque el artista lo decía riendo, él no tuvo valor de responderle lo que pensó: "Es que el 955 de la calle Damas es tu casa, Luis Manuel, no este calabozo donde te han metido".

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