Las madres de los presos políticos del 11J piden la libertad de sus hijos y, también, la de Cuba

La prisión no solo ha cambiado a los detenidos en aquella histórica jornada del 11J sino también a sus seres queridos

Migdalia Gutiérrez Padrón (i), Yuneisy Santana González, Annia Zamora Carmenate y Yaquelín Cruz García (d). (Collage)
Migdalia Gutiérrez Padrón (i), Yuneisy Santana González, Annia Zamora Carmenate y Yaquelín Cruz García (d). (Collage)
Yoani Sánchez

11 de julio 2023 - 00:17

La Habana/Si hace un par de años sus esfuerzos se destinaban a conseguir alimentos, transportarse o quizás planificar la emigración, ahora su mayor preocupación es la libertad de sus familiares condenados por las protestas del 11 de julio de 2021. La prisión no solo ha cambiado a los detenidos en aquella histórica jornada de manifestaciones populares en Cuba sino también a sus seres queridos.

Yaquelín Cruz García ya no se corta. El próximo 15 de julio, su hijo Dariel Cruz García cumplirá 22 años. Un día después, el 16, llevará dos años tras las rejas luego de ser detenido en su casa de La Güinera, en Arroyo Naranjo (La Habana). El joven fue condenado a cinco años, entre otras cosas, por supuestamente lanzar "improperios contra los dirigentes del Estado y del Partido Comunista de Cuba".

Mientras el mayor de cuatro hermanos está en prisión, la madre hace malabares para sobrevivir y ayudar a Dariel, conocido en el barrio como El Bolo. "El mes pasado no pude ir a visitarlo a la cárcel porque no tenía nada para llevarle", cuenta a 14ymedio Cruz García. "Tengo tres hijos más y me resulta muy difícil mantener a todos con un salario de 2.500 pesos mensuales".

El Bolo está recluido en la prisión Jóvenes de Occidente y su madre lo ve como si fuera todavía pequeño: "Mi niño está pasando mucho trabajo, casi no puedo ayudarlo. Este mes solo vino una libra de azúcar por persona a la bodega. Hemos hecho un esfuerzo y le hemos guardado las cinco libras que nos tocaron por todos este mes, para que las tenga en la cárcel".

"Tengo tres hijos más y me resulta muy difícil mantener a todos con un salario de 2.500 pesos mensuales"

La unidad de los familiares de presos políticos sigue siendo un reto porque la policía política dinamita las alianzas, genera intrigas y también amenaza cuando se reúnen, pero algo se logra, especialmente en La Güinera donde el 12 de julio de 2021 se dieron unas de las más intensas protestas de aquellas jornadas.

"Aquí en este barrio varias madres de presos políticos nos hemos reunido, nos ayudamos si a alguna le hace falta un medicamento. Nos encontramos con frecuencia, pero es que todo el mundo está igual, porque este país va para atrás como el cangrejo", detalla Cruz García. "En la carnicería no ha venido nada y solo llegaron por la bodega tres libras de arroz", explica.

"Él me entiende cuando le digo que no le puedo llevar nada, es muy comprensivo", remarca la madre. "A todos los familiares de estos presos se les nota lo que cargan. Estamos consumidos, tristes, pegados al piso. A nosotros nos han caído de golpe todos los años encima". Cruz García no cataloga lo suyo, siquiera, de existencia: "Nos han quitado todo, esto que tenemos ahora no se puede llamar vida, esto es la muerte pero respirando".

Las familias sacan fuerzas de donde apenas quedan. "Tratamos de fortalecernos", describe Migdalia Gutiérrez Padrón, madre de Brusnelvis Cabrera Gutiérrez, condenado a 10 años por el delito de sedición. "Ha sido un tiempo de sufrimiento, aunque mi hijo cada día está más firme", detalla. "En la última visita que tuve el día 5 de julio estuvimos hablando bastante y me contó historias muy emotivas de otros prisioneros políticos".

"Él no sabía nada de eso pero al conocer en la cárcel a todos esos jóvenes que salieron a la calle para pedir una Cuba libre ha sido muy lindo"

"Porque mi hijo es un preso político", remacha y la palabra, impensable hasta hace unos años en su boca, resuena. La mujer desgrana su situación y la apoya con frases como "derechos humanos", "libertad", "democracia" y el contundente calificativo que mejor define al actual régimen cubano: "dictadura". Ningún vocablo sobra cuando de defender a Brusnelvis se trata.

"Él no sabía nada de eso pero al conocer en la cárcel a todos esos jóvenes que salieron a la calle para pedir una Cuba libre ha sido muy lindo. Muchos ni siquiera sabían de política pero ahora hemos aprendido mucho de lo que pasa en Cuba y yo estoy muy orgullosa de que él esté firme con sus ideas. Voy a seguirlo en eso y voy a hacer todo para lograr la libertad de todos ellos".

"Tener un hijo preso te hace abrir los ojos, todo cambia y más en estos momentos porque todo es muy difícil, Cuba ya no tiene nada, aquí ya nada vale nada y comprar cualquier cosa es un problema", denuncia Gutiérrez Padrón. "Viene el segundo aniversario del 11 y del 12 de julio y lo que más anhelo en esta vida es que mi hijo quede libre y todos los presos políticos. Ese es mi sueño, pero quiero también que Cuba sea libre".

Brusnelvis, de 22 años, está recluido en la prisión Combinado del Este, en La Habana, la mayor cárcel de Cuba. Su madre no ha perdido un minuto para hacer alianzas y apoyar a otras en similar situación: "Siento que los familiares nos hemos unido pero falta más unidad, porque yo entiendo el miedo que se puede tener con la represión. Somos un grupo de siete madres y nos damos mucha solidaridad".

Annia Zamora, madre de Sissi Abascal, comparte una experiencia similar. "A lo largo de estos dos años hemos logrado que muchos familiares de estos presos del 11J mantengamos una relación, nos llamemos y apoyemos en lo que haga falta", cuenta a este diario la mujer, residente en el poblado de Carlos Rojas en la provincia de Matanzas.

"Somos nosotros su voz porque ellos no pueden hablar"

"Cuando otra madre de una presa política me abraza, eso es muy importante para mí y Sissi mantiene una relación muy estrecha con todas las prisioneras del 11J que están en la misma cárcel [La Bellotex]". "En nuestra unión está la libertad de nuestros presos, por eso no podemos callarnos", subraya Zamora. "Somos nosotros su voz porque ellos no pueden hablar".

"Tener un familiar preso ahora mismo en Cuba es una odisea, en las tiendas no se encuentra nada", denuncia la mujer. "Vivimos en una pequeña localidad y tengo que trasladarme de pueblo en pueblo para buscar algo, para llevarle algo de comida a mi hija. Hasta el agua tenemos que llevarle, porque la de la prisión está contaminada".

"Sissi es una niña muy querida, tengo una gran suerte de tener una familia muy unida", comenta. "A mi hija la han privado de muchas cosas, de la relación con sus sobrinos, por ejemplo. Ellos tienen una relación muy linda y cuando la visitan en la cárcel se le sientan encima, la quieren peinar, hacerle trenzas. La cubren de besos", evoca la madre.

No solo los padres, los hijos de los presos también se han transformado en estos dos años. Yuneisy Santana González es la esposa de Samuel Pupo Martínez, a quien los jueces no le perdonaron que protagonizara una de las más icónicas imágenes de las protestas de aquel 11 de julio. Subido sobre un vehículo volcado, este hombre de entonces 48 años gritó "¡Abajo el comunismo! ¡Patria y vida!" a pocos metros de la sede municipal del Partido Comunista en Cárdenas.

"Nuestro hijo ya es un adolescente de 14 años y no encuentro palabras para explicarle por qué su padre sigue en prisión. Nuestro guerrero lo extraña mucho y su papá se ha perdido los cambios importantes de su adolescencia aunque antes fue un padre muy presente", detalla. "Nuestro pequeño ha perdido el apetito y han bajado sus calificaciones en la escuela".

"Todos, los presos y las familias, estamos pagando una condena, una injusta condena, pero no me voy a callar ante tanta injusticia"

El hijo de ambos tiene la ilusión de que Pupo, que este 28 de julio cumplirá 49 años, esté de regreso a casa para cuando sea su 15 cumpleaños. El padre está condenado a tres años de cárcel que purga en la prisión de Agüica "junto a prisioneros que tienen delitos de sangre", aclara la esposa. "Le negaron hace unos meses la libertad condicional, pero aquí seguimos".

"No puede ser que gritar libertad y reclamar los derechos sea un delito", lamenta Santana González. Aunque la mujer quiso buscar un empleo en Educación, asegura que no la aceptaron por su relación con un preso del 11J. "Estoy limpiando casas para poder mantener a mi familia", explica.

"Todos, los presos y las familias, estamos pagando una condena, una injusta condena, pero no me voy a callar ante tanta injusticia. Ya es 11 de julio y no nos van a silenciar".

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