Un buque espía ruso ocupa el lugar del lujoso 'Lady First' en la bahía de La Habana

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Oficialmente, el Almirante Vladimirsky realiza investigaciones científicas, pero los servicios de inteligencia occidentales creen que en realidad es una embarcación espía

El buque tiene capacidad para 170 tripulantes entre oficiales, suboficiales y marineros.
El buque tiene capacidad para 170 tripulantes entre oficiales, suboficiales y marineros. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

05 de julio 2025 - 13:19

La Habana/En el mismo punto de la bahía de La Habana donde, hasta hace unos días, estaba el lujoso yate Lady First, la mañana de este sábado se divisaba el buque de investigación oceanográfica Almirante Vladimirsky, considerado por la Otan un buque espía que forma parte de la Flota del Báltico de la Armada rusa. Si el anterior visitante era puro glamour, este otro buque, que arribó a la capital cubana el pasado 8 de junio, es visto como la sombra que el Kremlin proyecta sobre la Isla.  

El Almirante Vladimirsky tiene una larga trayectoria. Fue botado al agua en 1975 y formó parte de la antigua Flota del Norte de la URSS. A partir de 1995 pasó a navegar bajo la bandera de la Federación Rusa y, según la versión oficial, realiza investigaciones en hidrología química, observaciones biológicas marinas, meteorología marina y otras mediciones con motivos científicos. Los servicios de inteligencia occidentales apuntan, no obstante, hacia otras funciones.

Con su eslora de 147,8 metros, el barco fue incluido en un reportaje de las cadenas de televisión pública de Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, sobre el plan de Rusia de recabar información para "sabotear parques eólicos y cables de comunicación en el Mar del Norte", según reseñó en abril de 2023 la BBC. El informe se centró en este buque, con capacidad para 170 tripulantes, entre oficiales, suboficiales y marineros, y que aparenta realizar investigaciones oceanográficas pero, en realidad, es un barco espía.

Hace apenas un año, la llegada de varios buques rusos causó gran revuelo en la Isla e hizo saltar las alarmas en Washington. Una flota, compuesta por la fragata Gorshkovun, el submarino nuclear Kazan, el petrolero Pashin y el remolcador Nikolai Chiker entró en La Habana. "Creo que podemos ver esto como una respuesta rusa directa al anuncio de EE UU sobre el llamado ejercicio Freedom of navigation [Libertad de navegación]", aseguró entonces a la agencia oficialista Sputnik el experto en relaciones internacionales y seguridad Mark Sleboda. Ahora, el Almirante Vladimirsky es descrito por la prensa rusa como un enviado solidario que traslada a la Isla material escolar para entidades docentes cubanas. 

Una patrulla y varios uniformados impiden que la gente haga una parada frente al barco.
Una patrulla y varios uniformados impiden que la gente haga una parada frente al barco. / 14ymedio

Esta semana la embarcación rusa se ha colocado en una posición en que ha quedado más expuesta a las miradas de los habaneros, al atracar en una zona de los muelles que es totalmente visible desde la calle. Justo en ese punto, hasta hace unos días los peatones trataban de capturar en sus retinas el brillo ostentoso del Lady First, un yate de lujo, con un costo de arriendo de más de 200.000 dólares a la semana, que causó expectación con su presencia en esta zona del litoral.

Al igual que el Lady First, el buque ruso tiene a su alrededor custodia policial. Una patrulla y varios uniformados impiden que la gente que transita por el malecón habanero haga una parada a escasos metros de su casco blanco, con una torre que reproduce los colores de la enseña nacional de la nación euroasiática. A diferencia del yate con bandera de Islas Caimán y cubierta impecable, al Almirante Vladimirsky se le notan los años y la acción del salitre. Probablemente dentro tampoco tenga un jacuzzi y mucho menos un amplio sofá repleto de suaves cojines. Pero esa no es la diferencia principal. Mientras que aquella opulenta embarcación avivó la curiosidad y las dudas sobre la identidad de sus pasajeros, este barco ruso deja en quienes lo miran una pesada certeza: el Kremlin está aquí y no se va a ir por la buenas.

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