En el puerto de La Habana, un barco de lujo procedente de EE UU suscita miradas y preguntas
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"¿Quién habrá venido en ese yate? Ahí sí hay billete", comentan los curiosos
La Habana/Inalcanzable y reluciente bajo el sol de La Habana, el yate de lujo Lady First, con bandera de Islas Caimán, resalta este miércoles en la bahía de la capital cubana. Mientras tierra adentro la gente se enfrenta a un déficit energético de más de 1.700 MW durante la jornada de hoy, el casco gris oscuro de la embarcación apenas es un adelanto de las comodidades que disfrutan sus pasajeros. En sus alrededores, castigados por el calor y con el uniforme empapado en sudor, varios policías custodian la nave desde temprano.
Este tipo de embarcaciones suelen recalar en la Marina Hemingway, un lugar mucho más discreto que la bahía de La Habana. "¿Quién habrá venido en ese yate?", cuestiona una mujer que se ha resguardado a la sombra, sentada en una rampa de madera al otro lado de la calle, a un costado del Edificio de la Aduana. "Ahí sí hay billete", sentencia un joven que también escruta la embarcación tratando de descifrar el nombre del cliente que ha pagado más de 200.000 dólares a la semana por surcar el mar sentado en el confortable sofá, repleto de cojines, de su salón principal o por darse una ducha mientras la proa del Lady First corta las aguas a su paso.
Con aire acondicionado, máquina de café, jacuzzi y una potente señal wifi para la conexión a internet, la embarcación fue construida en 2023, en el astillero italiano de Riva, y tiene capacidad para 11 personas y 7 tripulantes. Los sitios de seguimiento por satélite lo ubicaban hace apenas unos días en Cayo Hueso, Florida, y con anterioridad había estado, hasta el 16 de junio, en Miami, la capital del exilio cubano en Estados Unidos. El recorrido no sorprendería demasiado si no fuera porque ya no son los tiempos del deshielo diplomático entre Washington y La Habana, cuando ese periplo era más frecuentado. Ahora, con el turismo en números decrecientes en la Isla y el tono del discurso confrontativo subiendo entre ambos países, el Lady First tiene algo de presencia fantasmal, de nave llegada de otro tiempo o de otra dimensión.
Desde el muro del Malecón se lee, en un costado del yate, una pequeña inscripción que confirma los placeres de los que disfrutan sus huéspedes. "Dolce vita", advierte el cartel. Con un trozo de cartón para abanicarse, una anciana y su nieto siguen, desde la acera opuesta, cada detalle del suntuoso "platillo volador" que no ha caído del cielo sino que ha llegado por mar y desde el Norte.