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Burlar a la Aduana, otro deporte nacional

Interior de la maleta de un viajero proveniente de Miami. (14ymedio)
Víctor Ariel González

06 de diciembre 2014 - 07:36

La Habana/Establecer las reglas para un deporte lleva tiempo. Pongamos por ejemplo el béisbol, uno de los juegos más complicados que existe; alguien podría preguntarse de dónde han salido las normas para su práctica, y por qué algunas son tan enrevesadas. Pero si de capricho normativo se trata, vayamos a una actividad que cada vez se acerca más a la clasificación de deporte extremo, y es la entrada de productos a Cuba tratando de pasar los controles de la Aduana General de la República (AGR).

Mucha es la curiosidad que despierta el cúmulo de prohibiciones, condiciones y subterfugios que regulan el arribo de equipaje y paquetería a la Isla. Hay tantas preguntas, que la prensa oficial dedica multitud de espacios a explicar cómo funciona un sistema que todavía confunde. Aunque más que confundir, molesta, porque afecta la forma en que los cubanos sobrellevan sus carencias, al tiempo que alimenta una abultada plantilla de funcionarios.

Este jueves el diario oficialista Juventud Rebelde ha dedicado toda una página a detallar, por enésima vez, cómo funciona el mecanismo. Con el título de El otro paquete –una clara alusión al demonizado "paquete semanal"–, el texto se adentra en las cuestiones que considera más importantes para la opinión pública en lo referente a la paquetería internacional. Para ello cita, por ejemplo, el Decreto-Ley 22, donde se dispone que el valor total de los envíos no podrá exceder los 200 CUP; o la resolución 208 de 2014, cuya letra establece que el valor de importación de 1 kilo de misceláneas equivale a 20 pesos, por lo que en calidad de envío se pueden importar hasta 10 kilos de misceláneas, quedando exentos de pago de aranceles los primeros 30 CUP (1.5 kilos).

Las complicaciones vienen cuando el envío está conformado por “misceláneas” y artículos “duraderos” como electrodomésticos

Hasta ahí digamos que todo queda claro. Las complicaciones vienen cuando el envío está conformado por "misceláneas" y artículos "duraderos" como electrodomésticos o neumáticos. En tal caso, "la suma de ambos valores no debe exceder el límite de importación establecido legalmente (...) pues todo lo que supere esa cifra será decomisado luego de que la persona escoja los artículos que desea priorizar".

Esta es sólo la primera enredadera de una espesa maraña, porque también están las consideraciones remitente-receptor. Un cubano residente en la Isla que se halle de viaje, por ejemplo, no podrá enviarse a sí mismo un paquete de vuelta a su país. La condición sería que el envío clasificara como "menaje de casa", y no todo el mundo tiene ese derecho. ¿Quiénes sí? El abultado manual de la AGR brinda una imaginativa respuesta.

Asimismo, el número de entradas al país condiciona la cantidad de productos que se pueden traer en el equipaje, y este último afectará además la capacidad de recibir paquetes. En fin, no basta una página de un periódico para explicar todo lo que hace falta saber, cuando saberlo podría significar el jabón o el café que no te dejarán pasar. En un país donde el gobierno vive quejándose del acoso externo, los ciudadanos viven bajo el acoso de las autoridades. Cualquier intento de abastecer el mercado informal o bien la economía familiar de manera independiente puede considerarse ilegal, sin importar que dicha actividad sirva para remediar en algo las carencias.

En la capital hay tres puntos de despacho de paquetes. Los otros están en Holguín, Camagüey, Santiago de Cuba y Varadero. Como no se presta asistencia para la mensajería, quienes viven alejados de estos almacenes se ven en la obligación de realizar viajes interprovinciales. Más complicaciones, más trabajo, más molestias. Los directivos de la AGR reconocen que las instalaciones existentes no son suficientes, y recurren a la promesa ya usual de "continuaremos extendiendo el servicio".

“Esta es la primera vez que alguien llama preguntando qué sucede con lo que se decomisa en la Aduana”

Si hay exceso de equipaje o el paquete es demasiado grande –algo muy fácil de lograr dado el estrecho margen establecido–, entonces viene la expropiación, un punto que ha sido obviado de las investigaciones oficiales. Cuando 14ymedio contactó a la AGR preguntando al respecto, aquella informó que los artículos decomisados van a parar al Ministerio del Comercio Interior (MINCIN), "para que éste lo distribuya al Ministerio de Salud, al de Educación u otros". Sin embargo resulta en extremo difícil, cuando no imposible, ver en algún hospital o escuela un televisor pantalla plana, una botella de crema L'Oreal u otros productos que comúnmente son confiscados a su llegada al país. Por su parte en el MINCIN, específicamente en su oficina de atención a la población, la operadora no sabe a dónde remitir la pregunta. "Esta es la primera vez que alguien llama preguntando qué sucede con lo que se decomisa en la Aduana".

Se sospecha que la corrupción dentro de la AGR es rampante. Después de todo, la sabiduría popular reza que en Cuba todo el mundo tiene necesidad, por lo que todo el mundo tiene un precio. Resulta evidente que los viajeros insisten en burlar los controles y es altamente probable que continúen intentándolo. El contrabando, otro deporte no institucionalizado, reta la imaginación, inclusive la de los encargados de redactar las leyes aduaneras.

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