El control de precios en La Habana es “letra muerta”, reconoce la prensa oficial
Economía
'Cubadebate' propone "medidas de fondo" que "a la larga" regule los precios "de forma natural"
La Habana/El recorrido realizado por mercados de La Habana por Cubadebate para nutrir un reportaje publicado este jueves sobre la regulación de precios establecida por el gobierno capitalino hace apenas dos semanas y media ofrece una conclusión inapelable: la medida es ya “letra muerta”. En muy pocos comercios se está cumpliendo.
Así, por ejemplo, en la feria del Consejo Popular Palatino, en La Habana Vieja, donde, según el texto del medio estatal, “el valor de los productos mostraba una relación directa con la inflación y con la cotización del dólar en el mercado informal”, es decir, estaban más caros de lo establecido por las autoridades. Concretamente, al doble: frutabomba, a 80 pesos la libra frente a los 40 estipulados; calabaza, a 50 pesos cuando debía estar a 25, o malanga a 150 cuando tiene fijado un costo de 75 pesos.
“No, no tenemos la tabla hoy, pero puede preguntar, que no cobro por eso”, fue la respuesta de uno de los vendedores a la reportera autora de la crónica al indagar por la lista oficial de precios. Pese a las quejas de los compradores, la mayoría se mostraba realista frente a la medida. “Topar los precios es como poner una curita en la llaga. Nadie cumple lo establecido y los inspectores brillan por su ausencia en el mejor de los casos; en el peor, los compran con una ristra de cebolla, que bien cara está”, declaraba una mujer identificada como Mónica.
"Topar los precios es como poner una curita en la llaga. Nadie cumple lo establecido y los inspectores brillan por su ausencia"
La autora del reportaje reconoce que “esta situación ya se había vivido”, cuando, el año pasado, el Gobierno estableció precios topados para varios productos de primera necesidad y también fracasaron. Las mipymes y los trabajadores por cuenta propia, explica, “alegaron entonces un argumento concreto: el valor del dólar en el mercado informal crece estrepitosamente, el Estado no les garantiza el acceso a divisas y estos artículos son importados”.
Los problemas ahora son parecidos. “Todos los insumos para hacer producir la tierra siguen escasos y por las nubes. Además, cada día es más difícil encontrar trabajadores que acepten menos de 10.000 pesos al mes, y eso encarece todo. ¿Cómo voy a vender la malanga al precio que dicen ellos, si solo ponerla en la tierra me cuesta una fortuna?”, esgrimía Herminio, un guajiro de La Salud, en Quivicán, La Habana.
Para todos los eslabones de la cadena comercial es imposible vender a la tarifa impuesta. “El problema es que seguimos comprando a los mismos precios. El combustible está en USD y, para llegar al campo y comprarle a los guajiros, ¿cómo hacemos?”, razonaba Pedro, otro vendedor. “El gobierno baja los precios sin tener en cuenta esas cosas”.
Una estrategia integral, propone, requeriría “medidas que ataquen estas causas de fondo”
La situación es inexorable, a pesar de las inspecciones que la prensa oficial asegura que se han reforzado y que, como enumera Cubadebate, ha llevado a la imposición de miles y miles de pesos en multas. La solución, asevera el texto, “trasciende el simple control”: “Si bien la fiscalización es necesaria, los testimonios de campesinos y vendedores apuntan a un problema estructural: los altos costos de producción, la intermediación y el acceso a insumos”.
Una estrategia integral, propone, requeriría “medidas que ataquen estas causas de fondo”, como “facilitar el acceso a fertilizantes y combustible a precios asequibles, apoyar directamente a los productores para acortar la cadena de distribución y promover una oferta estable que, a la larga, regule los precios de forma natural”.
El texto llega a aseverar que la “divergencia entre el decreto y la realidad en los mercados habaneros revela que el mecanismo actual es insuficiente”. La población se encuentra “atrapada en una disyuntiva imposible”, prosigue: “acatar una normativa que no se cumple o acceder a precios abusivos para poder alimentarse”.
“La resolución, bienintencionada en el papel, parece haberse quedado atrapada en un limbo entre el decreto y la tierra”, refiere el reportaje, con un sentido de la realidad inédito en la prensa oficial. “Mientras los precios de los insumos y la logística sigan por las nubes, la orden de descender parece una imposición desconectada de la raíz del problema: una producción que no despega y una cadena de intermediación que la resolución no logra frenar”.