El miedo crece en Sancti Spíritus ante el avance del covid

Decenas de personas obligan al administrador de una tienda a venderles aceite

A pesar del ascenso de los contagios y las restricciones en Sancti Spíritus, la gente se ve forzada a salir a la calle y hacer colas. (14ymedio)
A pesar del ascenso de los contagios y las restricciones en Sancti Spíritus, la gente se ve forzada a salir a la calle y hacer colas. (14ymedio)
Mercedes García

08 de octubre 2020 - 21:49

Sancti Spíritus/Aunque el calor ha refrescado y la sombra de los árboles invita a reunirse en los parques, las principales calles de Sancti Spíritus están casi vacías. Los habitantes de la ciudad viven puertas adentro, se hablan a través de las ventanas y cuentan los días para salir de la estricta cuarentena en que han quedado varias zonas de la provincia debido a un brote de covid-19.

"Llevo dos semanas sin ver a mis padres porque el barrio de ellos está bajo confinamiento y no dejan entrar ni salir", cuenta a 14ymedio Bárbara Rojas, una vecina de la zona más cercana al céntrico Boulevard, donde el flujo de transeúntes que recorre el área ha disminuido significativamente y en las colas para comprar alimentos la gente intenta no acercarse entre sí.

"Las personas se tienen miedo, cuando alguien se acerca a mí hasta me late fuerte el corazón", reconoce Rojas, madre de dos adolescentes a los que no deja salir. "Yo hago todos los mandados y busco la comida para no multiplicar el riesgo. Cuando entro a la casa parezco una cebolla quitándome capas, porque trato de sacarme toda la ropa, lavarme las manos y hasta bañarme si es posible antes de pasar a los cuartos, la cocina o el comedor".

Durante las últimas dos semanas se registraron en la provincia más de 130 pacientes positivos de covid-19, sin bajar en este tiempo de seis casos diarios

La familia ha quedado separada. No solo los padres están en cuarentena sino que también el hermano de Rojas está aislado en la comunidad de Bernal, en el municipio de Jatibonico, uno de los más recientes focos de covid-19 detectados. Además, el esposo de esta espirituana está movilizado para apoyar las labores de pesquisas que lleva a cabo el Ministerio de Salud Pública en la zona y solo regresa a casa a dormir.

Durante las últimas dos semanas se registraron en la provincia más de 130 pacientes positivos de covid-19, sin bajar en este tiempo de seis casos diarios. Con las cifras de este miércoles, 10 casos adicionales, la región volvió a superar ampliamente a La Habana y Ciego de Ávila, que eran las provincias con más incidencia de contagio en el país.

Los vecinos creen que la apertura precipitada al turismo nacional este pasado verano fue lo que provocó el repunte de los contagios. Después de eso, hablar con acento habanero puede generar miradas severas y hasta algo de discriminación, en una región donde el flujo de visitantes provenientes de la capital se hizo notar nada más comenzar la etapa de desescalada en ambas provincias.

"Nos costó caro el apuro", reconoce Manuel, un jubilado que hasta hace poco ayudaba a su hija en la venta de souvenirs en un puesto de la cercana ciudad colonial de Trinidad. Ahora, el hombre se entretiene sentado en un sillón junto a la amplia ventana que da a la calle donde vive en el municipio de Sancti Spíritus, mientras espera poder reanudar pronto la venta de pequeños cuadros de óleo con cafetales y frutas, tallas en madera y collares de semillas.

"Todo está parado, y si no salimos pronto de estos números de casos positivos, la gente va a seguir perdiendo dinero y paciencia", opina el pensionado. "El miedo que tengo es que esto sea así cada vez que volvamos a abrir, que a cada rato nos pongan en cuarentena. Así no hay quien viva". Por el momento, la familia de Manuel vive gracias a una hija que ayuda con algo de dinero desde Estados Unidos y ha hecho varias compras en tiendas virtuales para sus parientes. "Si no fuera por ella yo tendría que estar cada día en una cola distinta".

En algunas calles se aglomeran los clientes tratando de alcanzar algo de pollo, detergente o salchichas según van apareciendo a cuentagotas los productos. El centralismo en la distribución obliga a viajar largas distancias dentro de la ciudad para comprar lo necesario.

El pasado martes, decenas de personas se congregaron alrededor de la tienda Chambelón en la que habían comenzado a vender aceite vegetal. En una región con una tradición ganadera y de crianza de cerdos, la caída en la producción de estos últimos ha vuelto a las familias cada vez más dependientes del producto refinado hecho a partir de soya o maíz, a falta de la siempre disponible grasa animal.

"¿Tú crees que aquí en el gobierno podemos resolver ese problema?", le respondió el empleado oficial. "Si se acabó, cuando vengan otra vez compran", concluyó el hombre ante los reclamos

"No todo lo puedo hervir, mi familia ya está cansada de todo hervido", comentaba un cliente que llegó al lugar desde un barrio informal en las cercanías de la escuela primaria Federico Engels. El hombre se trasladó con su esposa y uno de sus hijos "para poder comprar un litro de aceite por persona", la cantidad racionada que estaban vendiendo a 2,85 pesos convertibles.

Sin embargo, ni el largo trayecto hasta la tienda ni la espera de más de cuatro horas para comprar le aseguraron la mercancía. Un poco después del mediodía cuando el camión con los suministros terminó de descargar las cajas de aceite en el local, el administrador salió e informó a los que aguardaban que debían volver al día siguiente en que se haría la venta.

El anuncio, que en otros momentos hubiera causado solo frases de molestia y la estampida de los clientes, ese día prendió la ira de decenas de espirituanos que se negaron a marcharse del lugar. "Tienen que vender hoy el aceite porque tener que volver mañana lo único que va a hacer es exponernos a más peligros", se escuchó gritar a una mujer al final de la fila. "No me voy de aquí hasta que no tenga mi botella de aceite".

La situación fue subiendo de tono. "Hay una cantidad de gente enorme aquí que se va a quedar sin comprar aceite hoy", aseguró otra clienta en una llamada a la sede del gobierno local. "Sabiendo además la situación que hay con el transporte, mucha gente que tuvo que pagar carro para llegar, otros que vinieron a pie, ¿qué hacemos, regresar y volver otro día y de nuevo pagar un transporte mañana?", insistió ante un funcionario que no se identificó.

"¿Tú crees que aquí en el gobierno podemos resolver ese problema?", le respondió el empleado oficial. "Si se acabó, cuando vengan otra vez compran", concluyó el hombre ante los reclamos. Poco después, el griterío y las presiones de los clientes que no quisieron diluir la cola y regresar a la casa con las manos vacías obligaron al administrador del comercio a comenzar la venta del aceite vegetal. Al día siguiente, la cola volvió a doblar la esquina.

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