Cuba tendrá que conformarse con misiles S-125 en lugar de Polonez de última generación
Militares
Bielorrusia moderniza los viejos SAM entregados por Rusia a La Habana en los años 80
La Habana/El disparo esta semana, supuestamente en territorio cubano, de cuatro misiles SAM desde una batería antiaérea S-125 Neva/Pechora, tal y como asegura la empresa bielorrusa Alevkurp, es la enésima gesticulación militar de La Habana y Minsk frente a Washington. Ambos regímenes llevan años haciéndose visitas y sosteniendo reuniones de cooperación bélica, pero nunca –hasta ahora– habían mostrado un avance concreto.
Alevkurp publicó esta semana un escueto comunicado en el que, junto a dos fotografías de los disparos, celebraban el éxito de la prueba “en el territorio de un país amigo del Caribe”, que podría ser Cuba o Venezuela, que compró 11 de esos mismos sistemas a Rusia a partir de 2008.
La primera imagen mostraba un lanzador en plena acción, con una llanura de fondo y otra máquina camuflada con una lona; la segunda, el estallido del misil en el cielo. No hay garantías de que ambas fotos sean reales ni de que correspondan a Cuba.
El comunicado asegura que Alevkurp modernizó el sistema de S-125 con el que las Fuerzas Armadas cubanas están dotadas –Moscú entregó a La Habana 28 sistemas Pechora y 1.257 misiles SAM, que han sufrido un profundo deterioro desde la disolución de la URSS, en 1991–. Para ello contó con la ayuda de la universidad bielorrusa Belspetsvnesh Technika, con un largo historial de colaboración militar con Venezuela.
Poco o nada más ha dicho la empresa sobre los lanzamientos, que dejan varias preguntas importantes, sobre todo sobre la ubicación del campo en que se llevan a cabo estos ensayos y con qué propósitos, más allá del propagandístico.
Desde muy temprano –en particular desde la invasión de Bahía de Cochinos–, las Fuerzas Armadas del régimen han tenido una obsesión con el armamento antiaéreo
Desde muy temprano –en particular desde la invasión de Bahía de Cochinos–, las Fuerzas Armadas del régimen han tenido una obsesión con el armamento antiaéreo, escudados en una potencial invasión por aire de EE UU. Las prácticas contra aviones de guerra fueron centrales en el más reciente ejercicio de Bastión, en el que oficiales del Ejército dijeron tener medios y entrenamiento para derribar cualquier amenaza de esa clase.
Las revistas especializadas en el ámbito militar resaltaron la potencia de los S-125 ensayados en Cuba. Muchos han subrayado que no se trata de armamento de última generación –como sí lo son los Polonez que Minsk lleva años prometiendo a La Habana–, pero sí de un avance notable con respecto a la versión soviética con que la Isla contaba. Esta clase de misiles empezó a llegar al país en los años 70, con diseño de dos décadas antes.
Ahora, sin embargo, pueden eliminar objetivos volando hasta una altura de 18.000 metros y su funcionamiento es totalmente electrónico. Se pueden adaptar a las plataformas de lanzamiento que Cuba poseía, si bien Minsk no ha dado el más mínimo detalle del nuevo acuerdo.
Los S-125 son protagonistas de una de las operaciones militares más célebres de EE UU durante la Guerra de Vietnam. Se trata de la misión conocida como Mano de Hierro, destinada a destruir las plataformas de lanzamiento que la Unión Soviética había entregado al país asiático. También han sido utilizados con frecuencia en enfrentamientos en el Medio Oriente (Irak, Siria, Yemen) y África (Angola, Argelia, Egipto, Libia) y forman parte del arsenal de decenas de ejércitos nacionales, incluyendo Corea del Norte.
Bielorrusia y Cuba han puesto la cooperación militar en el centro de sus relaciones diplomáticas, pero rara vez revelan información concreta sobre sus alianzas. Tanto el ministro cubano de las Fuerzas Armadas, Álvaro López Miera, como el bielorruso de Defensa, Víktor Jrenin, han realizado viajes y “muestras de armas” para mostrar el buen estado de salud de sus pactos.
Hace poco menos de un año, la tecnología militar aérea y antiaérea ocupaba el centro de la agenda de López Miera, que se fotografió junto a un girocóptero Taurus –híbrido entre helicóptero y aeroplano– y otros artefactos fabricados en Minsk. De la visita nada se dijo en Cuba, pero la cuenta de Telegram de la Defensa bielorrusa informó con lujo de detalles sobre el encuentro.
Entonces hubo “negociaciones”, aseguraron ambas partes, cuyo contenido no llegó a revelarse. López Miera también se tomó fotos junto a los camiones MZKT-7930 de Polonez, señal de una promesa de compra que nunca ha llegado a realizarse. Desde mucho antes de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca, el Ejército cubano ha dicho que desea adquirir este sistema de misiles antiaéreo, con alcance de 300 kilómetros.
Se llegó a afirmar, incluso, de que el jefe del Estado Mayor del Ejército cubano, Roberto Legrá, había firmado un contrato de compra. Ni entonces ni ahora las Fuerzas Armadas de la Isla, ni Miguel Díaz-Canel –en teoría su comandante– han dicho para qué quieren ese armamento.