Desalojadas por un incendio hace cuatro días, 36 familias de La Habana viven y duermen en la calle

Cuba

No tienen respuestas de las autoridades, pero sí un fuerte operativo policial para impedir la toma de fotos

Los vecinos de Hines han colocado camas y enseres personales bajo los portales del edificio, donde duermen, casi a la intemperie.
Los vecinos de Hines han colocado camas y enseres personales bajo los portales del edificio, donde duermen, casi a la intemperie. / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez

03 de junio 2025 - 16:36

La Habana/Los vecinos del edificio Hines, en la avenida del Puerto justo a la altura de Damas, en La Habana Vieja, afectado por un incendio al amanecer del pasado viernes, no tienen techo ni respuestas pero sí un fuerte operativo rodeándolos. Al menos cuatro agentes eran visibles en las inmediaciones del lugar este martes, la quinta jornada que pasan a la intemperie.

Reconocible por su actitud vigilante y su indumentaria habitual –pulóver, gorra y mochila–, uno de los agentes de civil hablaba de pie junto a una docena de residentes, que han colocado camas y enseres personales bajo los portales del edificio, donde duermen, casi a la intemperie. Al otro lado del local se encontraba otro, sentado en la acera, y un tercero montaba guardia enfrente, apostado en un portal particular que sirve de cafetería. Otro más, el único uniformado, patrullaba la pared del célebre mercado de artesanías de San José, colindante a Hines.

“¿Pasaron calor anoche?”, le preguntó la dueña del establecimiento a una niña que se acercó a comprar el almuerzo, una de las menores afectadas por el suceso. “Tenemos ventilador pero anoche estuvo fresco”, respondió ella, bajo la atenta mirada del seguroso.

“Tenemos ventilador pero anoche estuvo fresco”, respondió ella, bajo la atenta mirada del 'seguroso'

Otro niño, más pequeño, se veía también entre los vecinos, que denunciaron su situación a través de redes sociales y de diversos medios de comunicación. Según una crónica publicada en El Toque el domingo, 48 horas después del suceso, las llamas destruyeron completamente cuatro habitaciones del inmueble. Quienes las habitaban perdieron absolutamente todo. “No les quedó más que lo que llevaban puesto; los pequeños que dormían en calzoncillos por el calor, eso fue lo único que les quedó”, declaró al medio una de las fuentes afectadas.

El resto –son 36 familias en total– fue conminado a regresar a sus habitáculos, que no fueron alcanzados por el fuego, pero se negaron. “Los bomberos que estuvieron en el lugar comentaron que la estructura podía colapsar”, apunta El Toque, y “las autoridades se desentienden”. Un allegado a los perjudicados explicó: “Les están poniendo luces en los pasillos como si eso bastara, cuando saben que el sistema eléctrico está dañado y fue precisamente la causa del incendio. Ayer probaron esas luces, pero luego se llevaron los fusibles. Todo es una chapucería. Esto no se repara: esto hay que desmontarlo por completo”.

Son, los damnificados, doblemente desahuciados: el edificio Hines se usaba para albergar a quienes se hubieran quedado sin hogar por derrumbes, huracanes o crisis familiares, y algunos llevaban hasta una década ahí. Ahora, pasan el día y la noche sin luz y sin agua.

Uno de los agentes, el único uniformado, patrullaba la pared del célebre mercado de artesanías de San José, colindante a Hines.
Uno de los agentes, el único uniformado, patrullaba la pared del célebre mercado de artesanías de San José, colindante a Hines. / 14ymedio

Ibisleybis Castellanos, que llevaba casi ocho años albergada, declaró a Martí Noticias: “Sabíamos que iba a pasar, que las líneas se iban a recargar, iba a haber un corte eléctrico”. Quienes se acercan a documentar la situación corren el riesgo de ser detenidos, afirma el diario cubanoamericano. Fue el caso de Geovanis Blanco, quien denunció haber sido multado por tomar fotografías del lugar. “Me metieron preso el sábado a las seis de la tarde y me soltaron a las seis de la tarde el domingo y me pusieron 7.000 pesos de multa”, escribió Blanco en Facebook.

Lo ocurrido, en cualquier caso, era previsible. “Esa gente vive ahí en unas condiciones pésimas y siempre con peleas entre ellos”, cuenta una habanera residente en San Miguel del Padrón. “Una vez estaba esperando la guagua ahí al lado de ese lugar y tremenda bronca había, hasta la Policía se metió”.

“Mi mamá y mi hermana viven allí”, testimoniaba una usuaria en redes sociales. “El incendio fue debido al quita y pon que tienen con la electricidad en ese lugar, y como los cables todos son de oficinas, hechos para poco uso, no para que vivan personas, colapsaron. Ahí ya no hay vida, pero aun así están arreglando esos mismos cables que ya se quemaron, para que vuelvan a vivir, con todo quemado, que se está cayendo arriba”.

“Pobre gente, ahí vivió mi suegra y cuando hay fuego es muy peligroso, pues es una sola salida y hay muchísimas personas, además de que no está preparado para que cocinen”

Otra comentarista abundaba: “Pobre gente, ahí vivió mi suegra y cuando hay fuego es muy peligroso, pues es una sola salida y hay muchísimas personas, además de que no está preparado para que cocinen”.

“Aquí no hay condiciones de vida ninguna”, aseveraba una de las vecinas de Hines para un reportaje publicado por Martí Noticias hace año y medio. “Hay seis baños en el albergue para más de 460 personas”, refería otra de las residentes en el mismo espacio. “Si pasa algo, sinceramente no sabemos ni para dónde vamos a tirar”, vaticinaba una tercera en el caso de que se produjera algún siniestro. “Una chispa y es completo”, decía señalando los techos precarios y haciendo el ademán de echarse por la ventana rumbo al mar.

Una anciana, Irene, contaba cómo se quedó sin su anterior vivienda: en Vives y Revillagigedo, la del balcón que una tarde de enero de 2020 se desplomó sobre tres niñas, acabando con sus vidas.

Edificio Hines en una fotografía histórica.
Edificio Hines en una fotografía histórica. / Radio Habana.

En otra entrega de la misma serie, el testimonio de otra de las albergadas en Hines era demoledor: estaba dispuesta a donar un órgano a cambio de un techo para sus hijos. Fue inmediatamente reprimida por las autoridades, que intentaron hacerla callar. 

Las imágenes, en realidad, no necesitaban voz: baños cochambrosos, paredes y suelos levantados, cables y conductos sin protección sobre las cabezas. 

Muy lejos, casi en otro planeta, queda aquel edificio que construyó la United Fruit Company al lado de los almacenes San José en 1939, bajo las órdenes del ingeniero Emilio P. Guerra y con un bello aire art déco. La gigantesca compañía estadounidense destinó el inmueble a almacenaje, conservación de mercancías y oficinas generales. Las obras en la zona formaban parte de un plan urbanístico de 1944 que pretendía ampliar las vías de la capital ante el creciente tráfico de vehículos.

Expropiado tras la Revolución, como todos los bienes privados, el edificio fue primero del estatal Grupo Asport y, desde 1998, de la Organización Económica Estatal Habana Inmuebles (Hines), que le dio nombre desde entonces. Ni del cartel que daba cuenta de este propietario ni del viejo esplendor quedan restos.

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