El régimen cubano celebra un deslucido Primero de Mayo, con días de retraso y sin combustible

Los manifestantes del acto principal fueron trasladados en vehículos pequeños, estacionados en Centro Habana

El día no era el mismo, pero el ambiente era el habitual: banderolas, pulóveres blancos, carteles, toques de tumbadora, gritos y cámaras de Televisión Cubana. (Cubadebate)
El día no era el mismo, pero el ambiente era el habitual: banderolas, pulóveres blancos, carteles, toques de tumbadora, gritos y cámaras de Televisión Cubana. (Cubadebate)
Juan Diego Rodríguez

05 de mayo 2023 - 18:31

La Habana/No había amanecido aún en La Habana cuando comenzaron a recalar en el Malecón los primeros grupos de "entusiastas" del desfile por el Primero de Mayo, pospuesto para este viernes 5. Sin importar el cambio de fecha, el ambiente era el habitual: banderolas, pulóveres blancos, carteles, toques de tumbadora, gritos y cámaras de Televisión Cubana.

Menos madrugadores, los dirigentes del régimen arribaron con calma al evento, procedentes del Palacio de la Revolución: Raúl Castro, con su uniforme de las Fuerzas Armadas, llegó escoltado por Miguel Díaz-Canel –vestido, una vez más, con un pulóver que emulaba la bandera cubana– y por el primer ministro Manuel Marrero. Con guardaespaldas aparecieron el canciller Bruno Rodríguez, Esteban Lazo y el presidente de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Ulises Guilarte.

En la tribuna de La Piragua no faltaron las evocaciones a Fidel Castro, cuyos desfiles faraónicos en la Plaza de la Revolución –recordados constantemente este viernes por la prensa oficial– dejan muy mal parada la celebración de este año, primero afectada por la crisis de combustible y luego pospuesta por una tormenta que azotó el occidente de la Isla el domingo (y que finalmente no se prolongó hasta el lunes).

El funcionario reconoció la grave crisis que padece el país al hablar de la necesidad de "mejorar la oferta" de productos básicos, "controlar la inflación" y limitar la pérdida de poder adquisitivo

Las cámaras oficialistas insistían en enfocar a los niños y jóvenes que participaban en el acto, aludiendo a ellos como "garantía de la continuidad", y a la plana mayor del Gobierno, presidida virtualmente por Castro. De hecho, los reporteros se referían al festejo como a una "cita con la patria, con la continuidad de la Revolución".

Cuando subió al podio, Guilarte pasó revista a los "éxitos" de la CTC y lamentó que el desfile no se realizara en su "escenario tradicional". Aun así, se conformó con que el Malecón también hubiera sido uno de los espacios favoritos de Fidel Castro durante la "batalla de ideas",la ofensiva ideológica que se llevó a cabo en Cuba a inicios de este siglo.

Arremetió, como era de esperar, contra el "bloqueo" de Estados Unidos y dijo que las autoridades habían sido "coherentes con las limitaciones en el aseguramiento del combustible". "Seguimos unidos en torno a la Revolución", garantizó Guilarte, que minutos antes intentaba acercarse lo más posible a Raúl.

Eso sí, el funcionario reconoció la grave crisis que padece el país al hablar de la necesidad de "mejorar la oferta" de productos básicos, "controlar la inflación" y limitar la pérdida de poder adquisitivo.

No faltaron las interpretaciones de varios cantautores insignia del régimen, como Arnaldo Rodríguez, Mayito Rivera y Osdalgia, y dos improvisadores de ripios, Héctor Gutiérrez y Aramís Padilla.

Lo que no se vio en la televisión nacional fue a los cientos de extranjeros que el régimen presumió que participarían en el evento principal. El locutor hizo una breve alusión y la cámara se desplazó hacia un espacio donde estaban supuestamente los invitados de EE UU y otros países.

Mientras tanto, Centro Habana adentro, se daba cita uno de esos "pequeños actos" que el Gobierno anunció que se multiplicarían por todo el país en lugar de la gran manifestación que solía tener lugar en la Plaza de la Revolución.

No se veían, como en los tiempos en que no había crisis de combustible, grandes guaguas, pero eran llamativas las hileras de vehículos pequeños –estatales, taxis, gacelas, algún que otro camión– estacionadas en las calles principales del barrio, como Neptuno, Infanta y San Lázaro, y otras adyacentes. Esto demostraba que, en menor cantidad que en los buenos tiempos, los manifestantes habían sido traídos a propósito, no por su propio pie.

Más sorprendente aún era el operativo de vigilancia montado en la zona, con multitud de oficiales con uniforme verde olivo y patrullas policiales. En Belascoaín, lo que abundaban eran los agentes de civil, reconocibles por sus pulóveres rojos o azules y su actitud suspicaz. Toda la calle Infanta estaba custodiada.

Cuando el sol comenzaba a picar, a las ocho de la mañana, los participantes comenzaron a retirarse, y los que habían asistido al Malecón comenzaron a marchar hacia la avenida del Puerto.

Tal y como habían anunciado las autoridades, a esa hora montaron quioscos de venta con ofertas de comida.. En concreto, en el Malecón, frente al Parque Maceo, la gente hacía cola soportando el incipiente calor, y a pesar de los altos precios (una cajita con un poco de arroz amarillo con pollo, vianda y ensalada, a 180 pesos; una papa rellena de algo irreconocible, a 50 pesos...)

En el parque El Curita, muy cerca del Capitolio, los transeúntes parecían ajenos a la celebración. Un hombre sentado en un banco hablaba por teléfono. "Dónde es que tú estás, porque no creo que en el desfile", decía a su interlocutor, y tras un breve silencio: "Yo estoy en lo mío, a mí no me importa nada de eso".

Mientras tanto, en el corazón de la capital la basura sigue inundando las esquinas este 5 de mayo. A diferencia de otras ocasiones, como en la última convocatoria a las urnas para renovar el Parlamento, no la retiraron.

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