El régimen devuelve a Canadá a una turista de origen cubano por sus críticas en Facebook

Glenda Corella viajaba con una amiga por la boda de su hermano, pero no pudo siquiera bajar del avión

Glenda Corella vive en Toronto desde 2012 y no había tenido problemas hasta este marzo, tras una crítica al Gobierno en redes. (Facebook)
Glenda Corella vive en Toronto desde 2012 y no había tenido problemas hasta este marzo, tras una crítica al Gobierno en redes. (Facebook)
14ymedio

21 de abril 2023 - 12:51

Madrid/Glenda Corella Céspedes llegó a Canadá en 2012, cuando el Gobierno cubano accedió a su petición para dejar el país tras ocho años de espera. Su vida en Toronto había discurrido con normalidad hasta que el pasado 7 de marzo decidió volver a la Isla para asistir a la boda de su hermano y se encontró con la negativa de las autoridades migratorias, que le impidieron bajar del avión que aterrizó en el aeropuerto Frank País de Holguín en torno a las 9 de la noche. ¿El motivo? Su empatía con los manifestantes del 11J, que la llevó a ser más activa en sus críticas al régimen en redes sociales.

La historia se la cuenta la propia protagonista al medio público canadiense CBC News. Corella Céspedes, que viajaba con una amiga, Mary Guaragna, llevaba en su maleta medicamentos para su madre –paciente de cáncer de pulmón– y un amigo, además de la ropa para la boda de su hermano y la felicidad de volver a verlo. Tampoco le faltaba su pasaporte cubano en regla, con el que está obligada, de acuerdo con la ley, a entrar en el país pese a tener nacionalidad canadiense.

"Vi que cinco oficiales de inmigración subieron al avión y dijeron que todos podían bajarse excepto Glenda Corella Céspedes", relata a la cadena. "En ese momento –añade Guaragna– nos miramos con bastante preocupación. Yo estaba tan blanca como un fantasma, y Glenda más que yo. Los canadienses que salían del avión nos miraban como si fuéramos terroristas. Nos sentimos horrible", recuerda.

"En ese momento nos miramos con bastante preocupación. Yo estaba tan blanca como un fantasma, y Glenda más que yo. Los canadienses que salían del avión nos miraban como si fuéramos terroristas"

Uno de los oficiales, según el relato de las dos mujeres, se fue con el pasaporte de Corella Céspedes y, pasados unos 20 minutos, otro militar, aparentemente de mayor rango, subió a bordo y le entregó a la cubanocanadiense un documento en el que ponía "Denegado", sin más explicaciones.

Guaragna explica que habló con el agente para intentar comprender la situación y atribuye a su mentalidad de canadiense su ingenuidad al creer que podía llegarse a un entendimiento. "¿Cuál parece ser el problema?", dijo al oficial, que le respondió tan solo: "Ella sabe lo que hizo, sabe lo que hizo". "En ese momento miré a Glenda, que me hizo una especie de señal para que no dijera nada más".

Corella Céspedes atribuye sus problemas a un simple "like" en Facebook. A principios de año, el primer ministro Manuel Marrero visitó el hospital de Gibara, en Holguín, donde ella había trabajado como enfermera años atrás. Una doctora del centro –aparentemente bien conectada con el Partido Comunista– colgó en sus redes un video de la actuación musical con la que recibieron al mandatario y varios usuarios criticaron el gesto, por considerar que debían haber reclamado al dirigente por la situación sanitaria de la Isla, en vez de agasajarlo.

Corella Céspedes marcó con un 'me gusta' una de esas críticas y ahí empezó todo. Sus padres comenzaron a recibir advertencias de miembros del PCC local, que les recomendaban pedir a su hija que dejara de hacer publicaciones y comentarios.

Tras ser rechazada su entrada en Cuba, ella misma empezó a tener mensajes de una persona identificada como José Manuel Santos que le decía: "Sigue mi consejo. Tienes a tus padres aquí y tienes sobrinos, sobrinas y primos. No pongas nada más en tu muro (de Facebook)", le envió por whatsapp el pasado 29 de marzo.

"Tu prohibición es por dos años, pero si sigues compartiendo cosas en tu muro, lo cambiarán para toda tu vida. Tienes a tu mamá aquí".

CBC News intentó sin lograrlo contactar con la embajada de Cuba en Canadá, que está cerrada desde febrero y tampoco el Ministerio del Interior de la Isla atendió sus llamadas. El medio habló con la abogada cubana residente en EE UU Laritza Diversent, que habló a la cadena de cómo el régimen utiliza las 'regulaciones' migratorias como mecanismo de control de los críticos.

"Los cubanos que han desertado mientras estaban en misiones en el extranjero y los balseros han sido objeto de esta medida en el pasado", expuso, añadiendo que desde el 11J –que generó una gran ola de activismo solidario en redes– se aplica a quienes usan el ciberespacio para disentir.

"Solo por gritar por la libertad, por gritar queremos comer, personas completamente indefensas que no tenían ni un palo ni una piedra para defenderse fueron agredidas por la policía"

"Solo por gritar por la libertad, por gritar queremos comer, personas completamente indefensas que no tenían ni un palo ni una piedra para defenderse fueron agredidas por la policía y por una minoría que sirve a ese Gobierno para oprimir al pueblo", recordó Diversent. La abogada explicó al canal canadiense que la resolución 105 del Ministerio de Comunicaciones de Cuba considera como ciberataque cualquier crítica a un funcionario.

"Tienen discreción sin límites, no hay supervisión judicial", añade. "Si te niegan la entrada, no hay forma de hacer un reclamo ante un tribunal, y de ninguna manera la familia en Cuba puede iniciar un procedimiento para ir en contra de esa decisión". Diversent lleva cinco años sin volver a la Isla precisamente por el mismo motivo y cuenta que la Seguridad del Estado no ha dejado de presionar a su madre, visitándola en varias ocasiones, para que la convenza de que ceda en su posición.

"El exiliado que empieza a criticar es consciente de que si hace eso no podrá volver y ese es el costo. ¿Cómo entonces vas a poder llevar medicinas a tu familia? Es un verdadero dilema, sobre todo porque es como si tuvieran a tu familia de rehén", lamenta. Y todo en medio de una enorme crisis en la que la Isla aspira a que los turistas – con los canadienses como principal mercado– y los emigrados vuelvan a rellenar las arcas del Estado con divisas.

Su actitud, pese a todo, no siempre tiene éxito y, en el caso de Glenda Corella Céspedes, ha multiplicado su activismo. Ahora proclama su intención de no volver a intentar ir a Cuba mientras no haya democracia. "Lo siento por mi madre. Lo siento por mi padre, por mi hermana, por mi hermano, por mi primo, amigos, todos. Pero no es posible que regrese".

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