El dólar apuntala la economía sumergida en Cuba

La moneda estadounidense ha sido por décadas una presencia constante en las transacciones informales de la Isla

En las oficinas de cambio estatales, 1 dólar se compra por 0,87 CUC, porque el Gobierno impone un arancel del 10% y una comisión del 3% sobre el valor de la moneda estadounidense. (14ymedio)
En las oficinas de cambio estatales, 1 dólar se compra por 0,87 CUC, porque el Gobierno impone un arancel del 10% y una comisión del 3% sobre el valor de la moneda estadounidense. (14ymedio)
Marcelo Hernández

02 de agosto 2018 - 14:11

La Habana/En el aeropuerto José Martí de La Habana un hombre se mueve entre los turistas que hacen la fila para adquirir algunos pesos convertibles (CUC). "Compro dólares a mejor precio", susurra en español y en inglés el discreto personaje. A pocos metros, el custodio de la caja de cambio simula no darse cuenta, muy probablemente forma parte también de la larga cadena de compraventa ilegal de divisas.

En Cuba, donde circulan oficialmente dos monedas, el peso cubano (CUP) y el CUC, el dólar ha sido por décadas una presencia constante en las transacciones informales. A pesar de los largos años en que la tenencia de "la moneda del enemigo" estuvo férreamente prohibida, los cubanos siempre han mantenido a los verdes o los fulas, como se llaman popularmente, como una referencia financiera.

A ese protagonismo no solo contribuyen las remesas que llegan fundamentalmente desde Estados Unidos y muchas veces entran al país en efectivo de la mano de turistas y mulas, sino también la preferencia de muchos comerciantes de proteger su dinero convirtiéndolo a una moneda más segura.

En los últimos años y tras las flexibilizaciones económicas que impulsó Raúl Castro, muchas transacciones de compraventa de casas o vehículos se realizan en parte en esa moneda

En los últimos años y tras las flexibilizaciones económicas que impulsó Raúl Castro, muchas transacciones de compraventa de casas o vehículos se realizan en parte en esa moneda. El temor a que las autoridades ejecuten repentinamente una unificación de las dos monedas nacionales, el CUP y el CUC, ha reforzado esa práctica.

Mariela, nombre ficticio para este reportaje, es una de las muchas personas que ofrece sus servicios "bancarios privados", como le gusta llamarlos. A diferencia de muchos que medran en los alrededores de bancos y cajas de cambio, esta joven graduada en Medicina que hace seis años dejó su trabajo hospitalario ofrece "una compra ordenada y segura, para gente de confianza".

"Tengo mis clientes porque este es un negocio de mucha confianza y yo actúo como una especie de banco central que suministra a varios cambistas", cuenta a 14ymedio. "Vendo el dólar, ahora mismo, a unos 0,95 o 0,96 CUC, nueve centavos más de lo que un turista recibe si cambia esa moneda con el Estado".

"La mayoría de nuestros clientes son cubanos que viven en Estados Unidos pero también en los últimos dos años hemos tenido muchos venezolanos que llegan para comprar dólares aquí porque en su país es muy complicado", explica. "Cuando llega alguien con muchos billetes grandes de 50 y 100, en buen estado, entonces le puedo dar un precio preferencial".

En teoría, en los bancos y Cadecas (casas de cambio) del país es posible comprar dólares de manera minorista, a un precio de 1,02 CUC, aproximadamente, pero en la realidad la mayoría de las veces los clientes son informados de que "no hay dólares suficientes en la caja" o solo les venden cantidades muy pequeñas con la justificación de que "hoy no han entrado muchos fulas", según comprobó este diario en un recorrido por una veintena de sucursales bancarias.

En los bancos y Cadecas es posible comprar dólares de manera minorista, a un precio de 1,02 CUC, aproximadamente, pero en la realidad la mayoría de las veces los clientes son informados de que "no hay dólares suficientes en la caja"

En algunas oficinas bancarias exigen que el usuario muestre un boleto de avión o un pasaporte visado que justifique su necesidad de adquirir divisas para un viaje. Sin embargo, los sitios digitales de clasificados están repletos de ofertas para la compraventa de dólares. Incluso muchas casas y automóviles llevan precios "solo en dólares" o "a pagar en divisas" en otro país.

En esas mismas oficinas de cambio estatales, las únicas permitidas en el país, 1 dólar se compra por 0,87 CUC, porque el Gobierno impone un arancel del 10% y una comisión del 3% sobre el valor de la moneda estadounidense.

En marzo de hace dos años el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, anunció la anulación de la penalización del 10% en la tasa de conversión del dólar vigente desde 2004. Sin embargo, la medida no se ha materializado hasta la fecha.

En la pared de Ramón Echevarría cuelga un cuadro de marco dorado y, en el centro, solo un pequeño billete de cinco dólares estadounidenses. "Pasé cuatro años en la cárcel porque la policía me encontró con esa cantidad de fulas en el bolsillo en 1989", cuenta a 14ymedio este cubano que vive ahora en Alabama.

En aquel año la Isla entraba lentamente en el Período Especial tras la caída del Muro de Berlín, el proceso de desintegración que avanzaba en la Unión Soviética y la inminente pérdida de sus aliados comerciales. Echevarría intentaba ayudar a su familia en Las Tunas buscando divisas para vender en el mercado negro.

"Tenía varios contactos con chilenos, angolanos y franceses que viajaban a Cuba por cuestiones de trabajo o porque formaban parte del cuerpo diplomático, ellos me daban dólares y yo les resolvía muchas cosas, desde rones y cigarros hasta mujeres", asegura.

"Pasé cuatro años en la cárcel porque la policía me encontró con esa cantidad de fulas en el bolsillo en 1989"

Un día, mientras esperaba a las afueras de una tienda exclusiva para extranjeros residentes en el país, el joven de entonces 21 años vio ante sus ojos el negocio perfecto. "Un extranjero me preguntó dónde podía cambiar dólares porque necesitaba efectivo para ir al cine, comer en algunos restaurantes estatales y moverse por el país".

"Allí mismo me vendió 100 dólares, yo nunca había visto uno de esos billetes con la cara de Benjamín Franklin, no sabía si venderlo más adelante o enmarcarlo en la pared". Cuando llegó a su casa, abrió con un taladro un orificio en la pared y metió el billete enrollado. "Salí para la calle y me encontré con otro turista que me vendió cinco fulas más".

Su suerte se terminó ese día. "Era un policía encubierto y enseguida varios se me lanzaron encima y me atraparon, me condenaron a cinco años pero solo cumplí cuatro". Cuando le faltaba menos de doce meses para cumplir su condena fue liberado tras un discurso de Fidel Castro en el que anunció la despenalización del dólar.

La dolarización de la economía cubana fue calificada por muchos como el paso más osado que había dado Castro desde el punto de vista económico. Con un control centralizado de los mercados y una aversión al sector privado que mostró en sucesivas confiscaciones, el líder antiimperialista se aferró a la moneda estadounidense como tabla de salvación ante el descalabro de Europa del Este.

Para el economista cubano Elías Amor, residente en España, la reacción de Castro solo fue consecuencia de las circunstancias pues "en aquel momento, los cubanos se lanzaron a una poderosa dolarización de la economía que no podía ser autorizada por el régimen comunista" pero que terminó imponiéndose como política financiera.

Los que tenían remesas o entradas en dólares comenzaron a poder disfrutar de servicios y productos inalcanzables para quienes solo tenían acceso a un salario en moneda convertible

Los efectos en la sociedad no se hicieron esperar. Los que tenían remesas o entradas en dólares comenzaron a poder disfrutar de servicios y productos inalcanzables para quienes solo tenían acceso a un salario en moneda convertible.

La nueva clase social generada por la tenencia de dólares se conoce en la calle como "tener fe" en alusión no a las creencias religiosas, sino a las siglas de "familia en el extranjero", situación que lleva a acceder a divisas.

"Nada más que me dejaron libre busqué los 100 dólares que había escondido en la pared y compré algunos materiales para empezar a armar una balsa, unos meses después de salir de la cárcel, cuando estalló la Crisis de los Balseros, yo estuve entre los primeros que se lanzó al mar", recuerda. "Por eso tengo este billete de cinco fulas en la sala de mi casa, porque este dinero me hundió y me salvó".

Ahora, Echevarría envía cada mes unos 300 dólares a sus padres y a su hermano, que siguen en la Isla. "El dinero por el que antes condenaban a la gente y nos veían casi como criminales es, en fin de cuentas, el que hace que hoy muchas familias coman y hasta que no se tiren para la calle a protestar contra el Gobierno", reflexiona.

Por ironías de la vida "cuando llegué a Estados Unidos empecé a trabajar y a estudiar para hacerme contable, así que cada día de mi vida tengo que contar, registrar, sumar y restar dólares, toda mi existencia se mueve alrededor de los fulas", dice con una amplia sonrisa.

Con más canas en la cabeza que hace un cuarto de siglo, Echevarría entona una de las canciones de aquella época que describían el absurdo entre la moneda que ganaba la gente en sus salarios y el dólar que se necesitaba para llevar una vida digna.

Por esa larga agonía del peso cubano, muchos cubanos prefieren la firmeza del dólar cuando de operaciones con grandes sumas se trata

"Como que mi Cuba es/ cubana ciento por ciento/ mañana reservaré/ el mejor hotel de La Habana", entona el emigrado el estribillo del trovador Pedro Luis Ferrer. Luego me iré a Varadero/ a separar una casa/con este dinero mío/que me lo gané en la zafra". La única diferencia que ve entre aquel momento y este "es que el dólar está permitido, pero la moneda nacional no levanta cabeza".

Por esa larga agonía del peso cubano (CUP) con el que se siguen pagando los salarios que apenas alcanzan para sufragar los pocos productos del mercado racionado, algunos servicios subvencionados y el transporte público, muchos cubanos prefieren la firmeza del dólar cuando de operaciones con grandes sumas se trata.

La emigración a través de terceros países también alimenta esta situación, puesto que se necesita dinero para ir pagando a los coyotes, los traficantes de personas y el techo donde cobijarse hasta llegar a la frontera con Estados Unidos u otros de los nuevos destinos, como Chile, Uruguay o Brasil.

"Mi hermano vendió la casa familiar y le compró un apartamento pequeño a mis padres, con el dinero restante tratará de llegar aquí", detalla Echevarría. "Ahora está en el proceso de comprar los dólares para salir con suficiente dinero pero es difícil porque mucha gente está en lo mismo". Los verdes siguen siendo para la familia su mayor suerte y su peor dolor de cabeza.

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La alianza de Venecuba con 14ymedio ha permitido la realización de este reportaje que se publica simultáneamente en el diario digital venezolano La Patilla.

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