Una editorial para los inéditos

El artista plástico Léster Álvarez se dedica a resaltar la obra de los proscritos por la cultura oficial

El artista plástico Léster Álvarez creó la editorial ‘La Maleza’ para "desagraviar algunas obras literarias". (14ymedio)
El artista plástico Léster Álvarez creó la editorial ‘La Maleza’ para "desagraviar algunas obras literarias". (14ymedio)
Reinaldo Escobar

21 de septiembre 2019 - 15:42

Madrid/En noviembre de 2015 el artista plástico Léster Álvarez mostró cinco esculturas de libros hechas con madera reciclada. Sobre cada tabla se podía leer el título y el autor de cada obra. "Fue una especie de venganza para desagraviar algunas obras literarias de conocidos míos que nunca fueron publicadas por las editoriales cubanas". Así lo explica en Madrid, mientras se apresta a participar en un postgrado de la Elías Querejeta Zine Eskola, en San Sebastián, País Vasco.

Aquella instalación fue creciendo y en abril de 2016, en una exposición personal realizada en La Habana titulada Estado de Silencio, ya contaba con 39 libros-esculturas.

En 2017 se publicó la primera obra, Trenes van y trenes vienen, una novela de Román Gutiérrez Aragoneses. Esto fue posible porque La Maleza había ganado la Beca Estudio 21 del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales de La Habana (CDAV), y este proyecto incluía la publicación del primer título de la editorial.

Cuando se realizó el VII Salón de Arte Cubano Contemporáneo, en enero de 2018, la novela de Román se había convertido en un libro físico, real, de papel y en consecuencia La Maleza era ya una editorial.

"Fue una especie de venganza para desagraviar algunas obras literarias de conocidos míos que nunca fueron publicadas por las editoriales cubanas"

Pregunta. ¿Por qué esta singular editorial se llama La Maleza?

Respuesta. Porque se refiere a todos esos elementos que son considerados indeseables en el ámbito de la cultura oficial cubana. Fue el primer título que surgió para la instalación y así la seguimos llamando. En el texto inaugural expuesto en 2015 sobre un poster como La Política Editorial se señalaba que , la obra debía ser “esa maleza donde debe haber yerbajo, planta medicinal, planta de condimento y olor, la variedad del aroma y del color, mundo ecuménico”.

En la actualidad, la editorial es un equipo pequeño de apenas cinco personas, sin contar a los editores, que son elegidos por los autores,y ya cuenta con 42 piezas que representan a igual número de títulos. Alguno de ellos se han publicado, por ejemplo el poemario Sctatch de Ramón Hondal.

Entre los proyectos en desarrollo en estos momentos hay tres poemarios: La saliva chinesca, del dramaturgo Marien Fernández, Los imperios de un vago de Román Gutiérrez Aragoneses, y Uranio Empobrecido de Katherine Bisquet; a eso se le suma un libro titulado Diccionario del Cansancio, de Santiago Díaz M.

P. Las malas lenguas dicen que para publicar en La Maleza es un requisito ser amigo de su director.

R. (Sonríe y asiente con la cabeza) Lo cierto es que este proyecto nace del deseo de publicar a personas que están cercanas a mí. Por ejemplo Marién Fernández fue condiscípulo mío en el Instituto Superior de Arte, se pasó cinco años en Europa y hoy vive enterrado en el municipio de Yaguajay. Hondal es uno de nuestros editores y Santiago Díaz es el que ha llevado la Revista de la Vagancia en Cuba, donde de alguna manera he colaborado.

P. ¿Por qué este proyecto insiste en imprimir las obras en los tiempos que el papel intenta sobrevivir a la hegemonía de la pantalla?

Es cierto que hemos tenido muy malas experiencias para imprimir en Cuba, entre otras cosas por lo costoso que resulta

R. Una de las señales definitorias de La Maleza es la identidad visual. Vengo de las artes visuales, trabajo con un diseñador alemán que vive en Londres, Julian Goll. Es cierto que hemos tenido muy malas experiencias para imprimir en Cuba, entre otras cosas por lo costoso que resulta. Pero siempre se genera un archivo digital que tenemos la idea entregar de forma gratuita en las presentaciones que se hagan en Cuba".

P. ¿Ganan algo los autores o todo queda en la satisfacción de ver la obra impresa?

R. Una parte práctica del proyecto es acceder a fondos que permitan retribuir el trabajo de los autores. Se firma un contrato de derechos de autor donde se incluyen además al editor y al prologuista.

P. ¿Y cuál es la ruta del dinero?

R. El dinero saldrá de subvenciones a las que estamos aspirando y en un principio ganamos la residencia de Vita Activa, un programa de residencias que ofrece el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), fundado por la artivista cubana Tania Bruguera.

P. Como usted nació en la provincia de Camagüey algunos le ha definido como "un artista camagüeyano. ¿Cómo asume esa distinción?

R. Desde que dejé de vivir en Camagüey en 2006, cuando me fui a estudiar al ISA (Instituto Superior de Arte) en La Habana, he tenido siempre la propensión a regresar a esa ciudad. Varios de los proyectos que he realizado tienen que ver con Camagüey. Allí no me relaciono con las instituciones, entre otras cosas porque nunca me han invitado a participar en nada y dudo que lo hagan. Pero sí he trabajado, por ejemplo, con el Antiguo Conservatorio de Música, que es una casa patrimonial en el centro de la capital provincial, con la revista La Hora de Cuba, que dirige Henry Constantín, y con Rafael Almanza, que lleva la Peña del Júcaro.

P. Rafael Almanza es considerado en esa provincia como un intelectual peligroso. ¿Su cercanía con él le ha traído problemas?

R. A Almanza lo conozco desde el año 2000, cuando empecé a estudiar en la academia de arte provincial. Siempre me ha parecido una persona muy importante en mi formación. Le pedí que fuera mi tutor para graduarme del ISA.

P. ¿Usted ha participado con Almanza en la Peña del Júcaro?

R. En 2013 filmé en su casa un performance que fue una especie de juego de abalorios. En diciembre de 2018 participé por primera vez como ponente sobre el tema del decreto 349, que fue más bien una relatoría de lo ocurrido. En esa ocasión trataron de sabotear el encuentro con numerosas "iniciativas represivas": Clavaron tablas en el exterior de la puerta de la casa para impedir que se pudiera abrir desde adentro, lanzaron huevos contra la fachada y repartieron entre los alcohólicos y vagabundos de la ciudad una invitación a una cena gratuita a la misma hora en que estaríamos reunidos.

Clavaron tablas en el exterior de la puerta de la casa para impedir que se pudiera abrir desde adentro, lanzaron huevos contra la fachada...

P. Pero la última fue fuertemente reprimida. ¿Fue detenido en esa ocasión?

R. Allí en la calle Rosario, donde vive Almanza, tuve este verano una experiencia muy enriquecedora cuando la policía política realizó un operativo para impedir que se realizara la última peña. No fui detenido, pero esa mañana temprano ,cuando llegué acompañado del artista José Manuel Macías, que llevaba una ponencia a la Peña, una patrulla nos advirtió de que no podríamos pasar. Decidimos obedecer a la autoridad. Eso fue un sábado; regresamos el lunes y realizamos la peña ese día.

P. ¿Cuáles son sus vínculos con las instituciones oficiales de la Cultura?

"No pertenezco a la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) ni a nada parecido, el único vínculo que mantengo es que aparezco en el Registro del Creador. Eso para lo único que sirve es para comercializar las obras de arte de forma autorizada. Estoy registrado, pero no lo disfruto, porque nunca he realizado una labor comercial a través de las instituciones cubanas. Trabajo de forma independiente".

A partir de ahora Lester Ávila cursará el postgrado de archivo cinematográfico y audiovisual en España. Dura un año y tres meses; es algo muy técnico sobre cómo restaurar archivos. Allí se familiariza con aspectos relacionados con la identificación de imágenes y sonidos en soportes fotoquímicos, magnéticos y digitales.

P. ¿Y después que viene?

R. Después, no sé, Pero La Maleza seguirá siendo mi proyecto preferido. Siempre habrá obras que rescatar del olvido y la indiferencia.

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