En la estación de Villanueva cientos de cubanos esperan un transporte en las últimas horas del año

"Tenemos la esperanza de podernos ir hoy mismo o mañana temprano, pero el panorama pinta feo, mira cómo está este lugar"

Estación de Villanueva, en La Habana, este miércoles. (14ymedio)
Estación de Villanueva, en La Habana, este miércoles. (14ymedio)
Natalia López Moya

31 de diciembre 2021 - 19:46

La Habana/Carne de cerdo, yuca con mojo y largas colas para viajar. Ese ha sido por décadas el "menú" del fin de año en Cuba, pero en este diciembre faltan los alimentos y se multiplican las filas para alcanzar un boleto en un ómnibus interprovincial. En la estación de Villanueva, en La Habana, cientos de personas aguardan y hasta se pelean por subir a cualquier cosa que tenga ruedas y un asiento libre.

Recostados sobre sus maletines, con niños inquietos que no entienden por qué llevan tantas horas en el mismo lugar y gritos de reclamo que se escuchan a cada tanto, así se viven las últimas horas de este 2021 en el amplio local que alberga la lista de espera para alcanzar algún espacio vacío en las guaguas estatales que salen desde la capital cubana.

Trasladarse para estar con la familia durante los festejos navideños, y especialmente en la cena del 31 de diciembre, ha sido una tradición en la Isla, donde cada año por estas fechas la demanda de pasajes en trenes y ómnibus se multiplica. En medio de la crisis económica que vive el país, las dificultades para completar ese viaje son mucho mayores y los precios en el transporte privado más elevados.

A pesar de la ventilación natural que ofrecen los ventanales y celosías de la estación, al olor que sale de los baños no lo frenan ni las mascarillas. La reglamentaria distancia que impone la pandemia de covid-19 apenas puede respetarse, porque los pasajeros se arremolinan alrededor de las taquillas de venta para no perder ninguna oportunidad. Los asientos no alcanzan para el volumen de personas que llegan a pernoctar, hasta días, bajo su techo.

Los boletos se agotaron pocos días después de salir a la venta y miles de clientes han quedado varados en las terminales de "última hora" de todo el país

Pero, las incomodidades empiezan desde mucho antes de llegar a la estación. La zona es de difícil acceso y está fuera del circuito del transporte público y de los taxis colectivos, lo cual es un grave problema, especialmente para los viajeros con equipaje y niños. La oferta de comida es pobre y los vendedores particulares que merodean saben que en medio del desespero la gente está dispuesta a pagar más por un sándwich o un refresco.

Jorge espera viajar a Bayamo con su esposa e hija. "Estamos aquí desde bien temprano en la mañana", cuenta a 14ymedio al filo del mediodía en medio de una sala repleta, entre las que se encontraban varios niños de distintas edades. Sus cejas se mueven con gesto de angustia mientras no pierde de vista el maletín y las dos mochilas que son todo su equipaje.

"Tenemos la esperanza de podernos ir hoy mismo o mañana temprano, pero el panorama pinta feo, mira cómo está este lugar", explica Jorge mientras señala las hileras de asientos, ocupados todos, y las largas filas para anotarse en la lista de espera. La mayoría de los que aguarda llevan horas y hasta varias jornadas sin moverse de la estación.

Como cada diciembre, Empresa Viajero anunció que pondría a la venta nuevas capacidades para el transporte interprovincial durante este fin de año. Sin embargo, los boletos se agotaron pocos días después de salir a la venta y miles de clientes han quedado varados en las terminales de "última hora" de todo el país.

Después de un largo rato llega un ómnibus Yutong que previamente cargó pasajeros en la Terminal de Ómnibus Nacionales. A través de las ventanillas se ven prácticamente todos los asientos ocupados, desde un altavoz del que apenas se entiende lo que dice se escucha una voz femenina que lee un par de números de la lista de espera, los pocos afortunados que podrán subir al vehículo.

Todos se movilizan. En el caso de las familias con varios miembros, uno de ellos se acerca a la taquilla y los otros cuidan las maletas. Se oyen frases de reclamo, gritos de indignación que piden que el Estado ponga refuerzos de otros ómnibus para lograr que la gente llegue a su destino. Después de varios minutos de exigencias a voz en cuello, la mayor parte de los que se levantaron regresan con cara de frustración. Algunos, agotados por la espera, deciden optar por las ofertas privadas.

Afuera del local varios camiones, antiguamente de carga y ahora adaptados para transportar pasajeros, anuncian sus servicios. Hay hasta 27 de estos vehículos que llevan más de medio siglo rodando por las carreteras de la Isla. Los hay recién pintados, algunos con asientos acolchados y los más cómodos llevan hasta aire acondicionado. Pero el precio de un pasaje es varias veces más caro que el de los ómnibus estatales.

Jorge, que solo cuenta con un salario en moneda nacional, no puede pagar los 4.500 pesos que cuestan los tres asientos que necesita su familia. "Pagar los 280 por persona que cobra el Estado hasta Bayamo ya me parece demasiado, así que imposible pensar en la opción del particular", aunque la vía oficial pueda resultar frustrante o imposible.

El deterioro de los vehículos se ha combinado este año con los recortes en el consumo de combustible que afectan a todo el país. El transporte de pasajeros ha estado entre los sectores más perjudicados.

Otros pasajeros, como Yander, que se anotó en la lista de espera el martes, asegura que lo que hay que tener es paciencia. "Ayer se me pasó el turno, porque tenía un número tan alto que me fui a casa a descansar, ya que era improbable que me tocara en el mismo día". La razón por la que se le pasó fue que muchos de los viajeros que tenía por delante se habían desesperado y habían optado por los camiones.

"Ayer se me pasó el turno, porque tenía un número tan alto que me fui a casa a descansar, ya que era improbable que me tocara en el mismo día"

Pero no todos los destinos "se mueven" igual en la cola. Más largo el trayecto, más tiempo de espera. Provincias como Santiago de Cuba, Guantánamo y Holguín pueden significar días de espera para poder abordar un vehículo estatal.

"Por eso esta vez vengo con los matules y con los dedos cruzados para que sea otro el que pague los 2.000 hasta Santiago, yo me voy en la Yutong", sentencia Yander, no sin antes dejar claro su opinión: "Los privados cobran esos precios porque el Estado no es capaz de garantizar el transporte al pueblo".

Otros ven en la opción particular el único camino para aliviar la tensa situación de transporte que vive la Isla. Radimir Galan, un santiaguero residente en La Habana que pasó tres horas en la Terminal de Villanueva, considera que "la iniciativa privada es la que al final saca la cara por el pueblo", puntualizó en conversación con 14ymedio.

Mientras, en Villanueva nada parece moverse: siguen los asientos repletos, las familias aferradas a sus maletines y el dilema entre esperar por el lento e ineficiente mecanismo estatal o salir al parqueo y tomar un camión privado.

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