Etecsa justifica su ‘tarifazo’ y la indignación popular aumenta
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La presidenta del monopolio admite que violaron el contrato para evitar “ansiedad” y acciones de la población
La Habana/Pese al operativo de control de daños lanzado por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa) tras anunciar su más reciente tarifazo, la indignación entre los cubanos no solo persiste, sino que se ha multiplicado. Incluso periódicos oficialistas, como el matancero Girón, publicaron este sábado un editorial con sabor a protesta. El Partido Comunista, con su habitual arsenal de excusas, ha ordenado a sus cuadros justificar la medida y organizar encuentros “cerrados” con diversos sectores, como los estudiantes universitarios, para ofrecer “soluciones específicas”.
La comparecencia este sábado de la directiva del monopolio estatal en el programa Mesa Redonda no logró calmar las aguas. Randy Alonso actuó más como jefe de relaciones públicas de Etecsa que como comunicador. Ante semejante desconexión con la realidad, el régimen activó un plan B: Lázaro Manuel Alonso, rostro joven del oficialismo con “licencia” para hacer preguntas más incisivas, aunque dentro de los márgenes del guion aprobado.
La respuesta de la presidenta de Etecsa fue una combinación de drama corporativo y victimismo revolucionario
“¿Por qué ahora?”, preguntó el intrépido Alonso, aludiendo al contexto de hartazgo nacional de apagones, inflación, y una crisis multisectorial que ya no se agudiza, sino que agoniza. La respuesta de Tania Velázquez Rodríguez, presidenta de Etecsa, fue una combinación de drama corporativo y victimismo revolucionario: obsolescencia tecnológica, fraudes internacionales y deudas impagables. El catálogo completo del manual del buen monopolio en apuros.
Pero si hay algo que no ha cambiado desde la fundación de Etecsa es su opacidad financiera. Al no tener competencia, puede subir tarifas, ofrecer servicios cuestionables y frenar la innovación tecnológica sin temer represalias. De paso, se reserva el derecho de cortar comunicaciones en caso de protestas, convirtiéndose en el apagafuegos oficial del régimen. El problema es que tanto abuso sin competencia también pasa factura, y no precisamente en moneda nacional.
Incluso otros países comunistas han preferido abrir un poco la jaula
Monopolios estatales como el de Etecsa son una especie en extinción. Andorra, con apenas 85.000 habitantes, y Etiopía (que ya vendió el 10% de su Ethio Telecom) son rarezas similares. Incluso otros países comunistas han preferido abrir un poco la jaula. Vietnam, por ejemplo, cuenta con operadores como Viettel, MobiFone y Vinaphone, que compiten entre sí como buenos camaradas capitalistas. En China, aunque todas las compañías son estatales, se enfrentan ferozmente por el mercado. Hasta la paranoica Corea del Norte tiene dos operadores: Koryolink (una aventura conjunta con Orascom) y Kangsong NET, una red estatal lanzada en 2015.
Velázquez sacó la carta del “costo de los cables submarinos”. El ALBA-1, estrenado con bombo en 2011 y operativo desde 2013, une a Cuba con Venezuela y Jamaica. Sus 1.602 kilómetros y 640 Gbps (gigabit por segundo) de capacidad costaron 70 millones de dólares. Más recientemente, el cable Arimao, de 2.470 kilómetros, enlazó la Isla con Martinica gracias a un convenio con la francesa Orange S.A. Mucha fibra, sí, pero pocos resultados visibles para los cubanos de a pie que aún dependen de zonas WiFi del siglo pasado.
Y no es para menos: más del 85% de la infraestructura de Etecsa está obsoleta, y más de la mitad de sus radiobases carecen de respaldo energético. Con los apagones, el país entero puede quedar desconectado. Además, un 10% de las radiobases presentan fallos técnicos que, según la directiva, no se han podido resolver por “falta de recursos”.
Respecto a la pérdida de divisas, Velázquez admitió que el monopolio ha dejado de captar “más del 60%” de lo que solía recibir desde el exterior. También lamentó que los “canales oficiales” de recarga “no se están utilizando como antes”.
Velázquez, sin pestañear, explicó que eso no fue posible porque “iba a generar ansiedad”
Y entonces llegó el momento estelar: la justificación de la violación del propio contrato de Etecsa. El artículo 19 del contrato prepago establece la obligación de informar cualquier cambio tarifario con 30 días de antelación. Pero Velázquez, sin pestañear, explicó que eso no fue posible porque “iba a generar ansiedad” y posiblemente “acciones” de los clientes.
Etecsa, sin embargo, puede haber subestimado la reacción. Esta vez no se trata solo de quejas en la cola del pollo. Varios sectores de la sociedad civil y del exilio están organizando una respuesta concreta. Entre el 3 y el 9 de junio, se desplegará en X una campaña con los hashtags: #BajenLosPreciosDeInternet, #EtecsaImpopular y #NoMasRecargasACuba. La convocatoria lanza un aviso claro: la paciencia nacional no es infinita, y mucho menos prepago.
Todo esto ocurre a las puertas del verano, esa estación que en Cuba no solo trae calor, sino revuelo político. Si algo ha demostrado el régimen es que teme más a un julio con apagones y desconexión que a cualquier sanción externa. Lo que no calculó Etecsa es que, con cada subida de tarifas, no solo está aumentando sus ingresos, sino también las posibilidades de un nuevo estallido.