Las farmacias de Miami abastecen cada vez más a los cubanos de la Isla

Los exiliados recorren la ciudad para conseguir lo que necesitan sus familiares

El déficit de medicamentos en Miami y otras ciudades de Florida parecía una situación insólita, pero ya se ha vuelto cotidiana. (14ymedio)
El déficit de medicamentos en Miami y otras ciudades de Florida parecía una situación insólita, pero ya se ha vuelto cotidiana. (14ymedio)
Juan Izquierdo

18 de agosto 2022 - 23:10

La Habana/El viejo chiste de emigrantes sobre Miami, última provincia de Cuba, amenaza con volverse realidad. En la gran ciudad de Florida empiezan a escasear algunos medicamentos. "Cuando voy a una farmacia, me dicen que se acabaron las medicinas, que se lo llevaron todo para mandarlo a Cuba", se queja Enrique, que lleva diez años residiendo en Estados Unidos.

Enrique ha recorrido las farmacias de la ciudad para conformar un paquete de insumos médicos. Su madre lleva un año en tratamientos contra el cáncer de mama y ahora se enfrentará a una operación en Villa Clara. Angustiado, Enrique comprende que la única esperanza de su familia es que él consiga los medicamentos y equipos necesarios, pues, según la advertencia de los médicos locales, "aquí no hay nada".

Teléfono en mano y manejando por las calles de Miami, el hombre consulta la lista que le han remitido sus parientes. "Cada vez que voy a un establecimiento me dicen lo mismo: ellos saben qué venderme, porque todos los cubanos llegan pidiendo lo mismo, pero ya no hay. La demanda es tanta que incluso aquí las cosas están en déficit", lamenta Enrique.

"Lo que más 'perdido' está", explica el hombre, "es el hilo para la sutura, los guantes quirúrgicos y la anestesia". El inventario de Enrique es minucioso. Lo que falta en una farmacia debe "cazarlo" en otra, aunque sea en una ciudad distinta. Para la operación requiere dos tipos de hilo de sutura, más fino para el interior y de otra clase para cerrar la herida. Tendrá que llevar catéteres de calibre 18 o 20, que son los necesarios para recibir transfusiones y sueros.

"Cada vez que voy a un establecimiento me dicen lo mismo: ellos saben qué venderme, porque todos los cubanos llegan pidiendo lo mismo

"Cinco paquetes de torundas de gasa, cuatro vendajes, algodón, 20 compresas, jeringuillas, varios rollos de esparadrapo, dos equipos de suero... y eso es apenas el comienzo", enumera Enrique. El "cubaneo" médico es tan visible que, si no fuera porque le "consiguieron" el equipo de drenaje Surgivac, no habría modo de comprarlo. "180 dólares me costó", asegura el hombre, que también pagó una buena cantidad por el anestésico intravenoso Propofol y la povidona yodada.

"Luego vendrá el largo proceso de recuperación", añade, "para el que mi mamá necesitará más gasa y algodones, una venda elástica con alfileres, un vendaje de mayor tamaño para cubrir el torso y compresas para cada cura".

Una amiga médico es quien prepara la lista, que luego la madre de Enrique le hace llegar. Son los propios sanitarios cubanos quienes admiten lo que hay y lo que no. "Y cada vez tienen menos. Ya el Gobierno se acostumbró a que nosotros haremos lo que sea para que nuestros familiares se operen. Es sí o sí: ¿quién va a dejar morir a su madre por no enviarle medicamentos?".

Como Enrique, muchos cubanos residentes en el extranjero se sienten entre la espada y la pared. No cuentan con las vías necesarias para pedir rápidamente la reunificación con sus parientes y tampoco están dispuestos a someterlos al duro viaje por Centroamérica hasta la frontera estadounidense. "Es una situación que desespera", asegura Enrique.

Fenómenos como "resolver" productos, esperar varias horas para realizar una compra y el maltrato de los farmacéuticos resucitan las peores pesadillas del exilio cubano

Un nuevo mensaje entra al teléfono. Su madre espera su turno en el área oncológica del Hospital Docente Clínico Quirúrgico de Santa Clara. Como el centro se quedó sin agua, una ruidosa pipa bombea el líquido hacia el interior e impide descansar a los pacientes. Los que vienen a tratarse evitan los charcos y cables que inundan la recepción, para que el resbalón no se convierta en fractura de cadera o algo peor.

"La semana que viene salgo para Cuba", concluye Enrique. "Eso quiere decir que mis maletas no solo llevan los medicamentos y equipos, sino también un par de chancletas para mi mamá, dos batas de casa, ropa para los primos, galletas, conservas, confituras, lo que sea para 'endulzar' un poco todo lo que está pasando".

El déficit de medicamentos en Miami y otras ciudades de Florida parecía una situación insólita, pero ya se ha vuelto cotidiana para los cubanos residentes en Estados Unidos. Fenómenos como "resolver" productos, esperar varias horas para realizar una compra y el maltrato de farmacéuticos y vendedores resucitan las peores pesadillas del exilio cubano. El Gobierno de la Isla, mientras tanto, sigue enarbolando con orgullo, y a través de la exportación de sanitarios, la etiqueta de "potencia médica".

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